Héroes invisibles: la realidad y lucha de los recolectores de basura Entrelíneas por Patricia Castillo Placencia - 23 diciembre, 202123 diciembre, 20210 No hay rubro más resistente a la explotación, la precariedad y los accidentes. A pesar del estigma social que rechaza la basura y el mal olor, se mantienen orgullosos y firmes en la búsqueda de condiciones laborales dignas para todos los compañeros. Acompañados por una lucha sindical que abarca décadas, la pregunta es una: ¿qué significa ser recolector? Por Patricia Castillo y Valeska Plaza En Chile hay más de 34 mil empleados en el rubro de la basura, así lo indica el libro Ángeles Silenciosos: el valor de un oficio imprescindible elaborado el 2020 por la Subsecretaría del Trabajo a través del Departamento de Diálogo Social. La mayoría de ellos se agrupan en gremios locales y se organizan a nivel país en la Federación Nacional de Sindicatos de Trabajadores de Empresas e Interempresas de Servicios, Aseo, Jardines, Ornatos y Rellenos Sanitarios (Fenasinaj), caracterizada por su poder de congregación y alcance de norte a sur. Los peonetas, también llamados basureros, se encargan de recorrer la ciudad, recoger residuos y tirarlos al camión, para luego desecharlos en rellenos sanitarios. Ellos mismos pueden reconocer la vulnerabilidad que rodea al oficio, ya que, como expresa Armando Soto, presidente de Fenasinaj: ‘‘Los que llegan aquí es porque no tienen más alternativa, pero se le abren las puertas a quien lo necesite’’. El dirigente recuerda cuando la profesión era tratada con dignidad. Él, que entró al rubro en 1979 como trabajador fiscal, vivió la privatización del rubro y cómo este fue devaluado hasta que trabajaban mucho, ganaban poco y no recibían elementos de seguridad ni de protección personal, derechos que han luchado por reconquistar desde que Armando fundó el primer sindicato de recolectores y luego en 1993 la federación nacional. Es una ocupación dura, poco reconocida e infravalorada por las autoridades y la sociedad, mas nunca abandonan el servicio. Conocen el riesgo permanente que significa explorar las calles. Sus jornadas están marcadas por dificultades que aún deben enfrentar, por luchas históricas que buscan conseguir derechos básicos y por la amistad que encuentran en sus compañeros. Su oficio contiene historias que siempre están dispuestos a compartir con quien quiera escucharlas. ¡Llegó el lunes! Comienza la jornada La primera victoria de Fenasinaj fue la derogación del Artículo 22 del Código del Trabajo para los servicios de aseo, el cual permitía turnos negligentes. La privatización de la limpieza causó que peonetas y choferes trabajaran de 14 a 16 horas diarias, haciendo que durmieran en los camiones. La manifestación del 2008 frente a La Moneda hizo posible que hoy tengan recorridos matutinos y nocturnos. A mediados de la década de los noventa, Fenasinaj hacía las primeras olas ante los medios. Foto: Fenasinaj. Para Alejandro Zambrano, auxiliar de camión recolector en la empresa Dimensión S. A. de Chillán, su labor comienza a las siete de la tarde; mientras otras personas llegan a sus hogares, la ronda de la noche levanta desperdicios domiciliarios y comerciales. Uno de los mayores riesgos que ha vivido el basurero es la poca educación de la comunidad para desechar, porque en su jornada ha encontrado de todo. Recuerda una experiencia que no sólo lo marcó a él, sino a sus compañeros de cuadrilla, “encontramos tres cachorros vivos, en un estado deplorable, dentro de una caja. No era primera vez que veíamos una situación así, entonces se los pasamos a una niña que estaba por ahí para que los diera en adopción”. El desecho de animales -vivos o muertos- es lamentablemente común y a Zambrano se le aprieta el corazón cuando ve a personas esperando el vehículo para abandonar mascotas. Entre los peligros de la basura, para el recolector es frecuente sufrir accidentes con objetos punzocortantes, ‘‘una vez me corté una vena de la pierna, casi me desmayé. Seguí trabajando porque no lo había notado, pero cuando llegué a la casa casi me desangro’’. En sus ocho años de servicio, Alejandro ha sufrido alrededor de diez heridas causadas por vidrio, latas o clavos, en distinto grado de gravedad. A esto le puede sumar los ataques de perros que suelen perseguir a los auxiliares. Ante cualquier emergencia los recolectores deben dirigirse a la Mutual de Seguridad, una corporación médica que trata infortunios laborales. Zambrano reconoce estar satisfecho con este servicio en cuanto a los cortes, pero las dolencias invisibles causan problemas. Miércoles de levantar peso y correr detrás del camión Mientras que las mutuales cubren los accidentes visibles; las enfermedades degenerativas; los desgarros; el lumbago; la tendinitis o los coágulos sanguíneos no son reconocidas como padecimientos laborales. ¿Por qué? Actualmente, los funcionarios de aseo son reconocidos por el Estado como transportistas de residuos domiciliarios, no como recolectores. A pesar de que existe una Ley del Saco que limita la cantidad de peso que puede cargar un trabajador, la Fenasinaj y otras federaciones llamaron a paralización el año 2019 porque este decreto no se cumple. Cristián Romero, chofer de camión en Dimensión S. A. y compañero de Alejandro Zambrano, comenta: ‘‘Esta pega es de patitas malas, se ven afectados los pies y las piernas. Algunos quedan con artrosis, cojeando, se les van deformando las caderas y ya no pueden caminar’’. Asimismo, Patricio Bustamante, director nacional de Fenasinaj, agrega: ‘‘Nos llegan testimonios desde la zona norte, donde compañeros han quedado postrados por trombosis’’. En cada recorrido los auxiliares pueden llegar a cargar seis toneladas y media de basura, como también correr hasta veinte kilómetros diarios. El presidente de Fenasinaj expresó en Ángeles Silenciosos: “Tuvimos que ir a pelear este logro hasta el Congreso, pero nuestros argumentos eran tan sólidos que los parlamentarios no lograban entender, por ejemplo, cómo nosotros teníamos que hacer las necesidades en el camión, o que tuviéramos que comer en la calle como si fuésemos animales”. Foto: Hector Aravena. Fenasinaj participó en dos mesas de diálogo establecidas por el Ministerio del Trabajo, una de las cuales permitió determinar los riesgos a los que se exponen. Uno de los diagnósticos son las enfermedades musculares y de las articulaciones, el otro se relaciona con la manipulación y exposición a residuos. Armando Soto comenta: ‘’El tifus es uno de los principales enemigos, al igual que las infecciones virales por respirar constantemente malos olores. Todo eso se va acumulando con los años y, a la larga, la gente tiene problemas de respiración, sarpullidos, entre otras cosas’’. Actualmente, el objetivo principal de la federación es la creación de una ley de identidad propia que reconozca el rubro específico de funcionarios de aseo y regule el tratamiento de padecimientos laborales. Soto es claro cuando expresa que ‘‘el Estado no ha tenido la preocupación de vacunar a los trabajadores contra el tifus, el tétano o la rabia por las mordeduras de perro’’. El paro del 2019 abrió el camino para poner la normativa en marcha, a cargo de la Subsecretaría del Trabajo, que también debería establecer el 29 de julio como el Día Nacional del Recolector. Además, está pendiente la publicación del decreto de unificación de sueldos en el Diario Oficial, que establece un salario fijo para los funcionarios independiente de la empresa que se adjudique la licitación municipal de servicios de limpieza. El abogado Camilo Gómez menciona que “la salud de estos trabajadores es una de las grandes deudas que tiene el Estado. Trabajar en condiciones indignas se contrasta violentamente con los multimillonarios recursos que se mueven en un rubro que por años ha sido víctima de burlas, denigración e infravaloración”. Viernes: una historia de batallas El camino de los recolectores está incompleto si no se menciona la lucha de casi treinta años que les pertenece. La fundación del primer sindicato del rubro en 1984, una iniciativa de Armando Soto y sus compañeros de Starco, sostiene una épica que responde a las circunstancias. En medio de la dictadura los trabajadores disfrazaron la formación del gremio como un equipo de fútbol y las firmas como inscripciones para un campeonato. Su primera protesta fue negarse a realizar el último tramo del recorrido, la limpieza de Américo Vespucio, que debían hacer en la noche y a pie. Desde entonces no pararon. En 1993 se agruparon cuatro sindicatos metropolitanos para conformar la Federación Nacional de Trabajadores de Aseo y Jardín, de la que Soto ha sido el único presidente, y reclamar horarios justos y seguridad laboral, además de duchas y baños para satisfacer sus necesidades básicas. La primera gran manifestación ocurrió el 2008, cuando manifestantes de Fenasinaj volcaron doce toneladas de basura frente a La Moneda. El 2019 volvieron al foco público luego de una paralización que causó una crisis ambiental por los montones de residuos en las calles. Además del clamor por una ley de identidad propia, se repite la demanda del alza de sueldos y de mejores tratos. Armando Soto señala; ‘’Nada ha sido gratis y nadie vino de buena voluntad a darnos algo, estas conquistas fueron resultados de múltiples movilizaciones, paros y huelgas para poder ir consiguiendo lo que hoy se ajusta medianamente a lo que deberíamos tener. Falta mucho todavía’’. Durante la pandemia, mientras que muchas personas se volcaron al teletrabajo, los proveedores de este servicio básico no se detuvieron. En la cuadrilla de Zambrano y Romero se contagiaron de covid-19 y, aunque respetaron sus cuarentenas y estas fueron pagadas, ellos mismos se encargaban de comprar alcohol gel y mascarillas, en vez de ser entregadas por la empresa. Por su lado, Armando Soto recuerda con amargura los peores momentos de la pandemia: ‘’Se llevó a muchos amigos nuestros, compañeros de años, dirigentes que se fueron sin pena ni gloria. No hubo ningún reconocimiento’’. En abril del 2021 la Subsecretaría de Desarrollo Regional y Administrativo anunció la entrega del Bono Aseo, un beneficio que ya se otorgaba desde el 2014. Foto: AS Chile. Domingo: el orgullo de ser recolector A pesar de las dificultades, el fin de la jornada suele estar acompañada por la satisfacción de realizar un oficio imprescindible y el descanso es merecido. ‘‘Yo me siento un héroe en mi trabajo, esta labor no la hace cualquiera’’, dice Alejandro Zambrano, ‘‘hay gente que nos valora. En un recorrido una señora nos daba galletas y jugo. Había abuelitas que nos agradecían, decían que no sabrían qué hacer sin nosotros. En otra ocasión nos aplaudieron’’. Cristián Romero, quien ha establecido lazos de amistad con los auxiliares, indica: ‘’Es un honor trabajar con los recolectores por la tarea que hacen, es maravilloso tener a todos los de Chile’’. Fortalecer su relación con distintas áreas de la sociedad es otro de los objetivos de Fenasinaj, quienes extendieron su espíritu de resiliencia hacia los vecinos afectados por la crisis sanitaria con una recolección y reparto de alimentos. Además, sostienen un programa de apadrinamiento de niños y niñas de escuelas vulnerables y realizan talleres de reciclaje y compostaje para disminuir la cantidad de desechos. Por su lado, Patricio Bustamante, presidente del Sindicato Gestión Ambiente en Puerto Montt, quiere realizar un proyecto enfocado en los adultos mayores que sufren accidentes laborales: “La idea es que se haga una casa de acogida gestionada por el gobierno y con profesionales de la salud, que pueda permitir trabajar en un vínculo familiar’’. Muchos recolectores quedan incapacitados para volver a trabajar, no pueden acceder a cuidadores y se encuentran frente al temor de muchos: el abandono. El rubro aún tiene muchas batallas por vencer. La promulgación de una ley que reconozca sus derechos es un paso para formar una labor más digna, más respetada, pero la regulación correcta de estos servicios aún es un desafío. Las realidades de cada trabajador cambian según la empresa licitadora, algunos aún no tienen espacios donde satisfacer sus necesidades básicas como baños, duchas o comedores, especialmente durante los recorridos que atraviesan más de una comuna. Ángeles Silenciosos recopila la historia del sindicato y testimonios de trabajadores. Foto: Fenasinaj. Es imperativo que los sindicatos mantengan el diálogo y la movilización, pero también hacen falta autoridades que escuchen y actúen. “Tuvieron que pasar muchas amenazas de paros, algunos concluidos con un desastre ambiental detrás, para que el Estado les lance un salvavidas llamado bono. Recordemos que la labor también recae en las alcaldías y las empresas con las que se afilian”, señala el abogado Camilo Gómez. Armando Soto espera que el futuro presidente del país, con quien tuvo la oportunidad de reunirse, aligere las preocupaciones del oficio, ‘‘ahora debería ser más fácil que alguien diga: Me voy a preocupar de este sector que ha sido postergado y abandonado por mucho tiempo. Eso sería lo más bonito que podría tener en el ocaso de mi mundo sindical’’, sentenció el dirigente.