La chica del tren: un crimen encubierto por el gaslight

La novela escrita por Paula Hawkins, lanzada al mercado en 2015, cuenta una historia de intriga y misterio llevada por Rachel, quien ha visto su vida truncada por una adicción al alcohol. Esta condición la mantiene funcional, pero sumida en una profunda depresión y sin ánimos de cambiar estos malos hábitos y poder crecer como persona.

La mujer de aproximadamente treinta años, toma el tren todos los días para llegar a su trabajo, ocupando la instancia para beber de forma discreta y observar el mundo a través de la ventanilla del transporte, prestándole gran atención a una parada del tranvía desde la que se divisa la que solía ser su casa, la cual compartía con Tom, su expareja. 

La película del mismo nombre fue estrenada en 2016 y tiene como protagonista a Emily Blunt. Créditos: Sensacine.com.

En estas instancias Rachel rememora su pasado con gran culpa, con el peso constante de sentir que fue su problema con el alcohol lo que le costó una vida que consideraba perfecta, con su pareja y un lugar idóneo, situación que compara con desgano a su realidad actual. 

Desde su posición de observadora, la protagonista comienza a desarrollar una obsesión por espiar a la pareja que vive en la actualidad en ese hogar, creando situaciones en su mente sobre la dinámica que llevan los novios y en muchos casos sintiendo celos sobre la vida ideal que parecen tener, la cual cabe decir, es sólo un invento de su imaginación. 

Es esta fijación con los cónyuges la que desarrolla el misterio que marca las pautas narrativas de la historia, en donde Rachel se toma atribuciones como detective para descubrir cuál es la verdad en torno a un suceso clave: el asesinato de Megan, la mujer que frecuentemente acechaba. 

 A lo largo de la historia se percibe de forma palpable la angustia y los cuestionamientos de Rachel sobre su propia sanidad, mezclando su obsesión con la pareja y el caso con el no poder dejar ir a su exnovio y su vida pasada. A esto se suma que la protagonista no se siente segura de las pistas que va descubriendo y de las conclusiones a las que llega producto de haber sido víctima de gaslighting, técnica de abuso psicológico con la que Tom solía invalidarla en su relación producto de su alcoholismo. Esto, tan engranado en su cerebro, le hace dudar de su propia realidad e intuición.

 ¿Sabrá Rachel la clave del misterio en torno al asesinato o no son más que desvaríos de una mujer alcohólica que apenas puede creer en lo que su mente le dice? Es la pregunta clave que se va asentando en la mente del lector mientras transita por las páginas, en una lectura fácil de digerir, pero compleja y atrapante al mismo tiempo.

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