Una política y frágil luna de miel

Con tantas demandas en el petitorio ciudadano y una sociedad que exige transformaciones profundas en aras de lograr mayor dignidad e igualdad, queda por ver qué pasará cuando el interés del Estado y la nación también entren en juego, ya que no todas las transformaciones son inmediatas o, al menos, factibles. 

El presidente Gabriel Boric alcanzó un 50% de aprobación durante su primera semana de gobierno. No obstante, no son cifras récord ni históricas, tan habituales en el medallero del joven Ejecutivo. 

A modo de ejemplo, Michelle Bachellet recibió un apoyo del 52% en la primera semana de su segunda administración en 2014. En tanto, Sebastián Piñera consiguió, en su primer mandato, un positivo registro del 52%, mientras que su segundo periodo comenzó, en 2018, con un 51% de aprobación, según recoge Deutsche Welle. 

Curiosamente, ambos prometieron cambios profundos que no se cumplieron o lograron llegar a buen término, finalizando sus respectivos gobiernos en medio de fuertes cuestionamientos. 

Presidente Boric recibiendo la piocha presidencial.
Agencia Uno.

Ahora, en este 2022 Boric recibió a un país en crisis, fragmentado por la corrupción, avaricia y sordera de los poderosos. Una nación que hacía dos años atrás cantaba “El derecho a vivir en paz”, una canción de Victor Jara reinterpretada por artistas contemporáneos, mientras se permitía soñar con lograr dignidad e igualdad plena y que, sin embargo, recibió una pandemia devastadora que vino a poner de manifiesto muchas de las problemáticas que fueron motivo de protesta durante la revuelta y, por consiguiente, trajo tiempos estrechos de recogimiento y austeridad. 

Simbolizando los tiempos mejores, el nuevo Ejecutivo supone una nueva era política, trae una agenda de cambios radicales y la idea de instalar un estado de bienestar similar al de Europa. Una propuesta que parece casi imposible en términos prácticos con la que consiguió endulzar el oído a una sociedad que necesitaba un respiro. Asimismo, tendrá que dialogar con un Chile que no está dispuesto a tolerar de más o por demasiado tiempo, ya que probó un trago de su propio poder una vez las distintas voces se unen para exigir mejoras. 

Todavía hay muchos temas sensibles que la agenda política en algún momento deberá abordar: aborto, legalización de la marihuana, escacez hídrica, cambio clímatico, adopción homoporental, crisis migratoria, crisis mapuche, crisis de la institucionalidad, quinto retiro, vejez, pensión y educación. Y, si bien es cierto que muchos de estos problemas venían de antes, la gente ya demanda ver resultados concretos. 

En el fondo, la polarización es evidente: la mitad del país lo apoya y la otra no. Por lo tanto, teniendo en consideración que Piñera y Bachelet, enfrentados a circunstancias similares, cerraron respectivamente sus mandatos con un 71% y un 55% de desaprobación, solo queda elucubrar qué pasará con la aprobación a Boric en el futuro y cómo manejará las expectativas. 

Como dice la paradoja de Emyr, “cuanto más alto, más dura es la caída”. 

Fotografía de los cinco presidentes de la democracia, faltando Gabriel Boric quien asumió en marzo de 2022.
CC-BY-Cantus.
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