Violencia estética: Cómo la agresión de Chris Rock a Jada Pinkett llamó a la consciencia.

“Sacando provecho” de la polémica ocurrida en la edición pasada de los premios Oscar, tratamos, una vez más, de dar a reconocer este tipo de violencia.

Las bromas y chistes basados en aspectos estéticos de las personas han sido la base del humor en nuestra sociedad durante muchos años, pero como se nos ha tratado de plantear hace ya un tiempo: No porque siempre se ha hecho significa que esté bien. El pasado 27 de marzo se celebró la entrega número 94 de los premios Oscar, en dicho evento no fueron precisamente los ganadores quienes causaron polémica, los titulares fueron acaparados por la bofetada que le propinó el actor Will Smith al comediante Chris Rock tras los “chistes” que este último hizo sobre la calvicie originada por alopecia que padece Jada Pinkett, esposa de Smith, lo que nos lleva a hablar sobre la violencia estética.

A raíz de dicha situación muchos medios se centraron en compartir sus opiniones en cuanto a tal demostración de masculinidad – gran hombre Will Smith, defendiendo el nombre de su esposa a golpes- pero el nombre de Pinkett ha sido mencionado con más fuerza en redes sociales y es, justamente, sobre la violencia estética que sufrió ese día. Puede que suene feo que muchos nos “colgamos” de la agresión que sufrió esta mujer, pero la razón de esto es que esta persona es famosa ¿Qué mejor manera de visibilizar lo que nos convoca? Y es que si hubiera sido una persona cualquiera no tendríamos de donde conseguir la atención que necesita esta problemática.

Ilustración, grupo diverso de personas . imagen: freepik.es

La violencia estética se puede definir como el rechazo, degradación o humillación debido a alguna característica física de la persona (en sujetos femeninos o masculinos, siendo estos primeros los más afectados). Viene en distintos sectores más reconocidos por si solos, tales como; la gordofobia, gerontofobia, androfobia e incluso misoginia o misandria, entre otros.

Como menciono al principio de esta columna, este tipo de violencia ha persistido a lo largo de los años a pesar de los avances que hemos presentado como sociedad. No me puedo excluir de estas situaciones pues, aunque me esfuerzo por erradicar este tipo de conductas, sigo haciendo chistes a mis amigos pelirrojos sobre su cabello, sigo riéndome de chistes androfóbicos y mantengo un humor gordofóbico hacia mí misma o sobre mis grandes dientes. Y es por esto que, como sociedad, necesitamos dejar de normalizar y ejercer el uso de las características físicas de las personas en el humor, no solo porque las daña psicológicamente, sino porque es una conducta autodestructiva, un círculo pasivo de violencia.

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