¿Hasta qué punto tenemos normalizada la violencia?

Durante las últimas semanas el acoso escolar, materializado en hechos de violencia y matonaje, ha sido un tema frecuente que deriva en conversaciones y reflexiones profundas.

El domingo pasado, el golpe que Will Smith le propinó a Chris Rock en plena ceremonia de entrega de los Oscar originó memes y un acalorado debate. ¡Lo tenía bien merecido, sólo estaba defendiendo a su esposa!, decían algunos. Otros argumentaban que no era la forma. 

Un vistazo rápido a la playlist “Top 50 Chile” en Spotify muestra las preferencias musicales de los chilenos, donde el reggaetón y el trap ocupan la cabecera. Géneros en cuyas canciones se sexualiza a la mujer y se hace apología de armas, drogas y la narco-cultura. Basta considerar que Marcianeke, quien en el último tiempo pareciera ser el máximo exponente del estilo, posa en una foto con armas de grueso calibre. 

Marcianeke posando con armas.
Pese a los esfuerzos dedicados, el origen de la foto es desconocido.
Google imágenes. Ref. SoundCloud: Stream Marcianeke en Casa Parlante.

Más atrás aún: linchamiento en la Florida. Un joven de 22 años fue confundido con un ladrón, supuestamente huyendo de un asalto. Voz de alarma. Vecinos lo detienen y golpean hasta su muerte. Aun cuando la situación es trágica bajo todos los parámetros, hubo comentarios que la relativizaron. 

El tema de la violencia permea en los niveles más profundos. Tal es el ejemplo del típico comentario positivista tóxico “oye, estás así porque quieres, tienes que intentarlo más” cuando la salud mental sale a la palestra. 

Más abajo en el iceberg se encuentra la violencia estructural de un sistema injusto, materializada en casi todos los derechos fundamentales: la plaza de tierra hedionda a trago y a animal, versus el espacio verde, recién regado y con juegos infantiles de plástico. Un liceo donde no hay estufa y las ventanas permanecen abiertas bajo un clima gélido, en contraposición a una sala de clases al estilo gringo, con calefacción y biblioteca. Una persona que no encontró arriendo y se levanta a las 5.45 AM para alcanzar el bus, que estudia ingeniería y no tiene buena base, mientras que a su compañero la nana le hace el desayuno y llega en auto a la universidad.

El tema es que la violencia está naturalizada y enraizada en el subconsciente. Por cada situación negativa hay una respuesta sarcástica, un llamado a no quejarse y ser humilde, tanto que pareciera que no existe un derecho a decir “sabes qué, esto está mal y debe parar”. 

Una situación en la que, además, el diálogo no está considerado como una alternativa viable para generar encuentros, bajo la idea que no sirve. Sin embargo, aún cuando no se logre algo, ¿de qué otra forma podríamos intentarlo?

@Karydelfino en Twitter, alcaldesa de Quinta Normal, refiriéndose a la amenaza recibida por el Liceo Benjamín Franklin de una «masacre escolar».

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