La vida, las comunicaciones y las formas de enseñar han cambiado en los últimos años. Los videojuegos se abren como una herramienta, sin embargo, también como una enfermedad ¿Vicio u oportunidad?

Benjamín Espinoza Vaccaro

El viernes 11 de febrero de 2022 será una fecha siempre recordada para los amantes de los videojuegos, quienes en muchas ocasiones dedican gran parte de su vida a disfrutar de ellos. Esto, porque representa el día en que entró en vigencia la nueva lista actualizada de enfermedades a cargo de la Organización Mundial de la Salud. Un listado que no se actualizaba desde hace 30 años, y que incluyó, en esta nueva versión, la adicción a los videojuegos como una nueva patología de desorden mental.

     Se anexan conductas como el descuido de la vida social, familiar o laboral, a la adicción a los videojuegos. Aspectos que claramente no favorecen el desarrollo personal. De igual manera, los conceptos de gaming, streaming, esports, son una realidad, al igual que las comunidades en internet. Conceptos que, en su mayoría se desprenden de los videojuegos, y que tienen una directa correlación con el avance de las tecnologías, las emergentes formas de consumo de contenido y el apego de las nuevas y actuales generaciones emergentes espacios digitales.

     Cabe destacar, que, en muchas ocasiones, y cada vez en mayor medida en la actualidad, los videojuegos y el mundo gamer son el camino profesional que toman distintos amantes del rubro. Así como también, representan el pasatiempo predilecto de muchos. Siendo un espacio de relajo y desconexión de la realidad tangible y cotidiana.

     La relevancia de los videojuegos y la tecnología ha llegado a tal punto -principalmente en el espectro joven de la población-, que el colegio San José de Las Vegas en Colombia incorporó a su infraestructura un aula bajo la temática gamer. Buscando así incorporar estrategias de aprendizaje basadas en videojuegos.     

Si bien, la regulación es un aspecto clave. Un acercamiento a los nuevos espacios, la utilización de los videojuegos como una herramienta anexa a la enseñanza, y el correcto uso de estos nuevos ambientes, marcan un precedente de la unión entre los modelos educativos tradicionales y los nuevos espacios de bienestar y confianza. Así, se torna necesario un balance entre uso y consumo de videojuegos, en distintas perspectivas, más que una denostación y segregación de esta disciplina, pasatiempo o profesión, dependiendo de cómo lo vive cada quien.