Autodefensa feminista, ¿Herramienta válida ante el abandono de la justicia?

En contextos de desesperación y riesgo de ser víctimas del patriarcado tras el abandono estatal en tal materia, muchas mujeres optan por la autodefensa como una herramienta válida ante sus agresores.

Por Isis Fuentealba

“Yo también me defendería” es una de las principales consignas en la agitación constante que se realiza para acompañar a Cinthya Concha, mujer oriunda de Tomé que, tras 16 años de violencia actuó en legítima defensa en contra de su agresor. 

Pasar de víctima a victimaria no es un hecho que se da en un abrir y cerrar los ojos. La carencia de redes de apoyo e ineficiencia de los organismos como Carabineros, fueron factores que propiciaron la búsqueda desesperada de alternativas para frenar el círculo de violencia en el que su vida y la de sus dos hijas estaban sumergidas corriendo un constante riesgo de muerte. 

Con una serie de denuncias que no quedaron más que en constancias, Cinthya nunca pudo recibir apoyo certero ante los años de violencia y abuso por parte de Mario Vásquez. Si bien existía una condena previa por amenazas de muerte con arma blanca y agresiones con golpes de puño ante la tomecina, la potencia de la rueda patriarcal y manipulación a la que Concha estaba sometida, junto a la falta de apoyo, fue suficiente para continuar doblegada a la relación.

No fue hasta el primero de septiembre de 2019 que quienes conocían los hechos dejaron de creer que Concha sería asesinada; en medio de una nueva agresión se defendió de Vásquez y terminó acusada de parricidio. En la actualidad, se encuentra con un proceso judicial en el que la parte querellante pide 20 años de cárcel efectiva y una millonaria indemnización a la familia de Vásquez por el delito cometido.

Ninguna agresión sin respuestas

Los esfuerzos por romper los círculos de violencia y la prevención de agresiones de género existen, sin embargo, no con la fuerza necesaria que debiese tener desde la arista judicial. En el camino por detener este tipo de casos, para nada aislados, la “autodefensa feminista” se ha vuelto una de las herramientas de protección desde el empoderamiento personal y colectivo de las mujeres. 

Registro 8M, Conmemoración del día de la Mujer en Concepción. Por una vida libre de violencias. Créditos: Isis Fuentealba.

Como una forma de erradicar la violencia sexista, el ejercitar el cuerpo para encontrarse en condiciones de defenderse y a las demás, la instalación de cursos y talleres separatistas para aprender técnicas, además de construir espacios de apoyo, se han tornado una realidad vigente con una potencia en crecimiento. 

Según Valentina Kilman, quien desde hace un par de años optó por tomar cursos de defensa personal, tener tales conocimientos “es una forma de poder vivir normal dentro de lo caótica que es la realidad en este sistema patriarcal en el que en cualquier momento podemos estar expuestas a ser asesinadas y el Estado no nos entregará la ayuda necesaria para evitarlo”.

Para Valery Céspedes, feminista e integrante del movimiento Libertad para Cinthya, la autodefensa es una herramienta válida y política debido al nivel de respuesta ante una necesidad latente. Según Céspedes, “ante la ineficiencia de la justicia patriarcal, punitivista en el sentido carcelario de condenar a las y los más vulnerables, se hace más que necesario que las mujeres puedan resguardar sus vidas, desde una justicia feminista”, siendo esto una de sus principales motivaciones para participar activamente en la red de apoyo por la libertad de Cinthya. 

Autodefensa, ¿Herramienta válida ante el desamparo?

A nivel mundial los casos de mujeres detenidas y presas por defenderse solas cada vez son menos excepcionales. La decisión de defenderse parece factible cuando el Estado no cumple con el mínimo de trabajo en contra de la violencia de la mujer. 

«Del macho bruto no sale ni un fruto». Cartel alusivo a la violencia machista. Créditos: Isis Fuentealba

La abogada feminista Catalina Figueroa, desde su formación profesional, considera que “la autodefensa es válida sólo en casos excepcionales, puesto que, la ley establece mecanismos para la solución de conflictos y a ellos hay que recurrir cuando, por ejemplo, ocurre un hecho que reviste caracteres de delito”

Ahora bien, desde su posición de mujer, menciona que hay una falta de criterios y conocimientos para abarcar problemas de este calibre: “Esta lógica en la que entendemos que los tribunales y demás órganos institucionales son la vía legítima para resolver conflictos y hacer justicia por mano propia es una excepción, debe abordarse con perspectiva de género, sobre todo teniendo en consideración las escasas herramientas que ofrece el sistema judicial frente a la violencia contra la mujer”, señala. 

En el caso de Cinthya y el de muchas otras mujeres que a diario son víctimas el Estado no proporciona herramientas para evitar, sancionar y reparar cada una de las violencias. Concretamente, esta lucha requiere de esfuerzos no sólo institucionales, sino también a nivel sociocultural y educacional para que se produzcan cambios sustanciales, puesto que, “dentro de los procesos judiciales se puede evidenciar el machismo estructural dentro del sistema, donde la revictimización constante para castigar a las mujeres”, agrega Kilman.

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