Si no puedes con ellos, cómpralos

Elon Musk amasa una fortuna superior a los 219.000 millones de dólares, lo que lo convierte en el hombre más rico del mundo, sin embargo, su actitud es distinta a la que poseen otros millonarios que han tenido esa misma posición.

A principios de abril, Elon Musk se convirtió en el accionista mayoritario de Twitter al comprar el 9% de las acciones de la compañía por un valor 2.890 millones de dólares, y actualmente ofrece la increíble suma de 46.500 millones de la moneda estadounidense para hacerse con el total de la compañía y quitarla de Wall Street.

El acaudalado de origen sudafricano es extremadamente popular en la plataforma del ave azul, siendo capaz de aumentar estratosféricamente el precio de una criptomoneda o hacerla colapsar simplemente al colocar un tweet de menos de veinte palabras. Es probablemente esto el factor que lo hace estar interesado en adquirir la red social, pues supone una capacidad para llegar a las masas que nunca otro millonario había tenido, incluso superando a gente que amasó su fortuna con las redes sociales como Mark Zuckerberg.

Elon Musk fue clave para el alza de precio de Ethereum y Dogecoin. Créditos: Elceo.com.

Este multimillonario no deja indiferente a nadie y ha formado un séquito que lo alaba como el hombre más importante de nuestra era y como quien nos llevará más allá de la atmósfera terrestre. Sin embargo, Musk también tiene bastantes detractores, quienes lo ven como un charlatán más que llegó a ser millonario con el apoyo de una familia adinerada, pero si hay algo que concederle es que nadie se convierte en el hombre más rico del mundo sin saber hacer negocios y él conoce perfectamente el alcance de su dinero y de su figura.

Con la libertad de expresión como estandarte, Elon planea convertir Twitter en un campo de batalla ideológico donde todo vale, no es coincidencia que la bancada republicana de Estados Unidos ha manifestado que esperan que el expresidente Donald Trump pueda volver a usar su cuenta después de la compra.

Una de las cosas que quedó claro con el ataque al capitolio del 6 de enero es que las redes sociales tienen un potencial enorme para desinformar y causar estragos en la mente de los más fanáticos. Siempre se ha dicho que la línea de la libertad de expresión es cuando se hace un llamado a la violencia y con Twitter es exactamente eso lo que puedes conseguir, por lo que esta visión de la red social donde todo vale puede tener consecuencias muy graves fuera del mundo de la pantalla.

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