El difícil escenario que atravesó el rubro cultural en el Biobío durante el confinamiento dejó entrever las falencias del sistema que concentra los recursos para el área en la metrópolis. Teatros, bares, cines y todo escenario artístico entró en una pausa incierta derivada de la crisis sanitaria, situación que obligó a artistas a migrar de lo cultural para encontrar un sustento económico.

La llegada del virus a Chile afectó al mundo de las artes en sus diversas formas. Fue la entrada a una crisis que comprometió de gran forma al rubro y lo obligó a mutar, dentro de lo posible, de lo presencial a lo telemático. Esto significó también una gran ayuda para todos quienes, en medio del encierro, encontraron en estas nuevas plataformas artísticas una escapada de la realidad.

Sin embargo, para los artistas del Biobío, no sólo la pandemia les trajo pesares, estaban un poco acostumbrados a vivir en un cierto desdén desde antes, siendo esto, un tanto recurrente en el escenario cultural del Biobío en un país donde todo acontece en la capital. La carencia de apoyo al área quedó más en evidencia con la pandemia en la que los y las artistas, no sólo penquistas, debieron rascarse con sus propias uñas.

El joven gobierno del presidente Gabriel Boric pretende en su programa destinar un 1 % del presupuesto nacional a la cultura, artes y patrimonio, reestructurando los fondos como único financiamiento. Esto mucho significa en el mundo artístico, e incluso, el nuevo paquete de medidas aglomerado en el Plan Chile Apoya que destina un bono para trabajadores y trabajadoras de la cultura, es muy bien acogido por ellos mismos. Sin embargo, siempre está el temor de no encajar en ninguna casilla, de no cumplir los rebuscados requisitos. Este fantasma de desamparo será difícil que se marche.

Ya lo advirtió hace más de 12 años Koichiro Matsuura, ex director general de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), cuando declaró que esta área es la gran olvidada de muchos objetivos de desarrollo y que invertir en ella, es invertir en diversidad y diálogo. Cuestión que hasta hoy hace ruido en los artistas del escenario cultural del Biobío, que las autoridades puedan comprender la cultura como el motor del desarrollo, sobre todo en las provincias.

Concepción se conoce internacionalmente como la cuna del rock chileno. Sin duda es más que eso. Arte, danza, teatro y mucho del séptimo arte nace en las mentes de los penquistas. Lamentablemente queda ahí, Concepción es sólo la cuna, hay que marchar para surgir e impulsar estor proyectos, porque al penquista no le interesa apoyar al artista coterráneo, porque los recursos no están en el Biobío. Por eso Los Bunkers, Los Tres y Emociones Clandestinas dejaron la ciudad. Por eso, lamentablemente, todos trasladan su arte a otro lugar.