Tocopilla: lealtad a pesar del olvido estatal y la contaminación

¿Qué piensas cuando escuchas el nombre Tocopilla? Probablemente recuerdes algo relacionado con Alexis Sánchez o con el fútbol, pero ¿qué es esta ciudad fuera de la fama que un tocopillano consiguió para sí mismo?

Las apreciaciones sobre esta ciudad distan mucho unas de otras. Para algunos, Tocopilla es un refugio, una constante en medio del desierto. Para las generaciones más jóvenes es algo que se está quedando atrás, algo que siempre será tu casa pero que debes dejar si quieres prosperar, si quieres realizar un verdadero avance personal.

Tocopilla es una ciudad ubicada al norte de Antofagasta, la capital minera del país. Un poco perdida en el mapa tal vez. Cuenta con un hospital, dos supermercados y tan sólo dos bencineras. Muchos la catalogan como ciudad de paso, pero esto no es tan cierto. Según la Gobernación Provincial de la ciudad, en Tocopilla viven cerca de 32 000 personas y si se les pregunta a ellas, las condiciones de vida podrían ser mucho mejores.

Explotada desde el comienzo

Desde siempre, Tocopilla ha sido explotada por conveniencia. En esta larga lista podemos encontrarnos desde pesqueras que arrasaron con toda la fauna marina hasta termoeléctricas que cargan de carbón el aire que los pobladores de la ciudad respiran. Tanto así, que el año 2006 fue declarada zona saturada por contaminación atmosférica.

Actualmente, Engie es una termoeléctricas que trabaja -y contamina- en la zona.  Aunque con el proyecto de descarbonización este año la empresa deberá cerrar dos de sus unidades, el cambio no resulta en un verdadero avance para los tocopillanos. Según un estudio realizado por KAS Ingeniería y Chile Sustentable, las normas de emisiones vigentes en Chile superan entre un 100% y un 300% los límites recomendados por la OMS a nivel mundial. Así que, dicho de otra forma, que todo parezca correcto, no lo hace correcto y que se cumplan las normas nacionales no mejoran ni mantienen a raya la contaminación ya existente en Tocopilla.

Un estudio realizado por la Experta en Salud Pública de la Universidad Católica de Chile, Sandra Cortés, determinó que, en esta ciudad, pese a los cambios y normativas que se aplican, existe 2,7 veces más probabilidades de que las personas que viven allí puedan desarrollar tumores asociados al sistema respiratorio, es decir, tumores de pulmón. Cifras muy altas si se comparan con los valores del resto de las ciudades de Chile.

La fachada del desarrollo

Es fácil para un tocopillano pensar “bueno, si tanto dinero y aporte generamos aquí, la misma inversión deberíamos recibir”, pero la realidad es otra. Como se mencionaba al principio, Tocopilla es una ciudad muy limitada, no hay muchas oportunidades de crecimiento educacional si tomamos en cuenta que ni siquiera existen universidades disponibles. Tampoco hay mucha innovación en el área laboral, fuera de negocios iniciados por extranjeros y en salud la cosa no es distinta.

A pesar de que la construcción del hospital de Tocopilla requirió una inversión de más de 14 mil millones de pesos y que fue inaugurado el año 2010, esto no ha traído respuesta para la principal necesidad que tienen los tocopillanos, la salud. De hecho, según declaraciones de la actual alcaldesa de la ciudad, Ljubica Kurtovic, para un reportaje del matinal Buenos Días a Todos, “todos tienen que viajar a Antofagasta para ver especialistas. La condición del hospital local es de posta, lo que impide generar el espacio para que vengan especialistas a la ciudad”.

Incomprensible lealtad

Debido a todo lo expuesto anteriormente es que resulta extraño que aún así muchas personas decidan mantenerse en Tocopilla. Las razones radican en lo emocional. Luis Quezada, lleva más de 50 años viviendo en la comuna y destaca su amor a la zona al decir “yo jamás me iría de Tocopilla. Tenemos todo cerca, la delincuencia es mucho menor si la comparamos a las ciudades grandes, toda mi familia está aquí y para ser sincero, me enamoré de su paisaje. No hay nada como estas playas y cerros”.

Es extraño que se les haya apodado de “zonas de sacrificio” a las ciudades que más le aportan a la economía nacional. Es difícil de procesar también, el hecho de que una vez que una ciudad entra en esta categoría, es muy complicada y casi imposible su salida.

Actualmente, lo único que podría ayudar a las zonas de sacrificio y a las personas que en ellas viven es el cambio de mentalidad, pero no el de sus pobladores. Este cambio en la forma de pensar, ver y tratar a las zonas de sacrificio debe ser por parte del Estado. Mientras esto no ocurra, la contaminación y la muerte seguirán en aumento.

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