Ven y mira: una visita al infierno de la guerra

Galardonada y aclamada por la crítica en general, Ven y mira se ha transformado con el tiempo en una de las cintas que es considerada por muchos como una de las obras maestras más importantes del cine.

Corría el año 1985 cuando, en el contexto del cuadragésimo aniversario de la victoria soviética por sobre el Tercer Reich, se estrenó un filme que provocó reacciones positivas tanto para la crítica especializada como para el público general, hablamos de Ven y mira, dirigida por Elem Klímov.

Esta película escapa de forma magistral de lo que se podía esperar para una película conmemorativa, no muestra en ningún punto (más que al comienzo) la felicidad y expectativa del protagonista por lo que podría encontrarse en un escenario bélico.

El desgaste emocional y físico, el descenso hacia la locura perfectamente transmitida hacia el espectador a través de un increíble uso del sonido y la fotografía, son algunas de las razones por las que Ven y mira es una mirada madura y depresiva de lo que es la guerra.

La cinta, para lograr su efecto desgastante y caótico, trabaja con un ritmo lento en el que los pequeños detalles son los que construyen el terror que causa esta misma. No hablamos de una propaganda de dos horas, o una película con explosiones descomunales a las que el cine occidental nos tiene acostumbrados, si no de un amargo trago de whisky sin hielo al que nuestro cuerpo se resistirá durante algunos momentos a beber.

La actuación, y en específico los rostros de Alekséi Yevgenyevich Krávchenko, son recordados por su increíble performance en la cinta. Créditos: Mosfilm, Belarusfilm, 1985.

Es menester remarcar cómo es que el equipo detrás del filme logró recrear el pánico, las crisis y la angustia del protagonista y del pueblo bielorruso ante las desalmadas atrocidades nazis. La cinta posee momentos en que se juega con la mente del espectador de una manera que pocas veces se había hecho antes en el cine, con movimientos de cámara, angulaciones y sonidos profundamente desgarradores.

De hecho, es en el sonido donde podría decir que esta película destaca de manera increíble. La ambientación y las escenas grotescas siempre van acompañadas ya sea de sonidos escabrosos muy bien compuestos o de música orquestada (incluyendo la Lacrimosa del Réquiem de Mozart).

Son estos hilos tan bien tejidos los que construyen una experiencia que no se puede ver fácilmente, y es que Ven y mira es una película para disfrutar con la mente despejada y sin esperar un largometraje de acción bélica común, sino más bien, una especie de representación cruenta de la guerra. Es por esto que se acerca más al terror y al drama que a una película clásica de la Segunda Guerra Mundial.

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