“Crónica del Asesino de Reyes”: una trilogía inconclusa y el héroe justificadamente perfecto en su imperfección

Uno de los muchos detalles que atraparon mi atención sobre estos libros, fue la cantidad de veces que me equivoqué al pronunciar su nombre: nueve de cada diez, en lugar de decir “crónica”, dije “crónicas”. Confusión que ahora me parece natural, considerando que no se trata de uno, sino tres libros: dos publicados y uno en espera por más de una década. Básicamente, la historia de una vida que se divide en tres, pero te deja sintiendo que leíste diez.

“Crónica del Asesino de Reyes”, por Patrick Rothfuss, abre el telón presentando a un personaje llamado Cronista, quien viajó exhaustivamente en busca de una leyenda viviente: Kvothe, nuestro protagonista, además de un hombre famoso por sus aventuras, desventuras y hazañas, que eventualmente dieron por muerto. Como patrón de una posada humilde en un pueblo minúsculo y bajo el nuevo nombre de Kote… este no accede fácilmente a contarle su historia a Cronista cuando se lo pide, poniendo como condición que lo escuche durante tres días. Ni uno más, ni uno menos. 

Cada libro de “Crónica del Asesino de Reyes” comprende uno de esos días.

Gracias a esta construcción de escenario, la narración en primera persona que domina la obra se siente completamente natural: cuando Kvothe narra, ya sabemos perfectamente a quién le habla, dónde y porqué. Patrick Rothfuss logró tomar un recurso narrativo nada novedoso y convertirlo en una experiencia intrigante para el lector. Si a eso le agregamos su prosa exquisita, no resulta extraño que los seguidores de la historia esperen fielmente su última parte desde hace once años. La primera, “El nombre del viento”, se publicó el 2007, seguida en 2011 por la segunda: “El temor de un hombre sabio”. La tercera parte fue anunciada como “Las Puertas de Piedra”, sin fecha de lanzamiento hasta hoy.

Rothfuss hablando en PAX West 2018, Benaroya Hall, Seattle. Créditos a Gage Skidmore.

Dicho eso, aunque inconclusa, esta es una historia que me recordó a la literatura fantástica de antaño, pero con mucha más agilidad. Realmente da la sensación de estar escuchando a un muy buen cuentacuentos. Lo cual tiene sentido, porque si bien Kvothe recibió nombres como Asesino de Reyes, antes que todo, es un bardo. Nacido en una troupe de artistas itinerantes y huérfano de forma brutal a los doce años. Admitido a los quince en la Universidad y viajero temerario a partir de los dieciséis.

Me atrevo a decir que Crónica del Asesino de Reyes atrae por su descripción detallada de memorias, aciertos y desaciertos en una forma que permite aceptar -dicha sea la verdad- la ridícula carga de talentos de Kvothe. ¿Por qué? Porque para cuando los luce, sabes exactamente cómo se desarrolló cada uno de ellos. Lo que resulta gracioso, porque mientras más lees sus proezas, más notas que Kvothe es un genio extremadamente propenso a las decisiones absurdas, impulsivas e incluso autodestructivas.

En fin.

El tipo de protagonista por el que puedes gritar de frustración y felicidad.

Imagen destacada por Marc Simonnetti

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