¿La industria cultural cuenta realmente con la participación de mujeres y disidencias?

En medio de un cambio generacional y de políticas, el debate en torno a la presencia e inclusión de mujeres y disidencias dentro de la industria cultural está más que vigente considerando la amplia brecha de género en la sociedad.

Históricamente, las culturas y las artes siempre se les ha relacionado con ser un espacio de resistencia y de expresión libre, donde diversos movimientos sociales e incluso el malestar ciudadano han encontrado un lugar seguro. Sin embargo, no se trata de un sitio exento de las desigualdades y discriminaciones, manteniendo notorias brechas de acceso y de desarrollo profesional para ciertas personas.

Precisamente, son las mujeres y disidencias las que continúan enfrentando complejos caminos para forjar sus carreras dentro de las diferentes dimensiones de la industria, con desafíos que involucran cambios en el sistema sociocultural. En el caso de la representante de artistas Javiera Weldt, en su área ella nota “que se ven pocas mujeres. A veces no creen que soy mánager por solo ser mujer y más joven”.

Sentir las barreras

La participación femenina y de personas pertenecientes a la comunidad LGBTIQ+ ha sido un tema de interés en muchos sectores. En realidad, de acuerdo con la encuesta nacional de empleo, para igualar la presencia laboral entre hombres y mujeres se requiere que aumente en al menos 21,3 puntos porcentuales la cuota de las últimas mencionadas. 

De acuerdo con la impresión en redes sociales, las mujeres fueron las protagonistas de la reciente edición del Primavera Sound en Chile. CC: Getty Images.

En lo que respecta a los sectores culturales, las cifras indican que el estado de la igualdad de género se encuentra en estándares no ideales. Según el informe especial 2021 de la UNESCO, las mujeres siguen representando una minoría en los puestos creativos de toma de decisión, ya que solo ocupan el 31% de los puestos de dirección ejecutiva. Asimismo, en relación con los ingresos, de acuerdo con un estudio de la Fundación SGAE, la brecha salarial entre varones y féminas se sitúa en un 19,6%.

Acerca de aquellos categorizados como disidentes, según la investigación Chile no sabe: Primer estudio sobre diversidad sexual y trabajo dependiente, un 50,4% de las personas encuestadas señaló que era difícil encontrar empleo. En cuanto a la presencia en la industria cultural, en el mismo trabajo se indican los rubros más recurrentes entre los participantes, dentro de ellas no se ubica el sector de las artes y entretenimiento.

En la práctica, no solo se trata de dificultades en relación a la participación, sino también a lidiar con limitantes relacionadas al género. La directora audiovisual Sofía Martínez comenta que existen bastantes barreras y que, en lo personal, ha tenido que romper aquellos ligados a “sesgos androcentricos, falta de reconocimiento, la familia y maternidad y la violencia y acoso sexual, por mencionar algunos”. Asimismo, el nexo que tiene la industria con los estereotipos ha hecho que se restrinja a las personas a ellos. “El acceso a las carreras vinculadas al cine o al audiovisual es un hito fundamental para las mujeres y disidencias, sin embargo se crea una contradicción, ya que se termina encasillándolas en roles que se perciben como una proyección de su feminidad, como lo podría ser el vestuario, maquillaje y arte”, dice Martínez.

En este sentido, tanto personas disidentes como mujeres enfrentan la cuestión de encasillar cada aspecto de sí mismos. “Creo que la etiquetación es un problema, me pasa con mi identidad de género. Aunque sean temas que se están exponiendo más, aún existe cierta resistencia e ignorancia sobre cómo tratarnos con respeto, independiente de nuestros genitales y filiación”, afirma la música y poeta Silvana Luna.

En concreto, se trata de que “la participación femenina y de disidencias siempre va a estar sujeta a una mochila que se tiene más peso, en donde siempre se debe de estar demostrando cosas y nunca es suficiente”, menciona Sofía. Al respecto, Javiera Weldt sostiene que “es difícil estar todo el tiempo reinventándose para que nuestros trabajos sean juzgados solo por ser mujeres, las que tienen que actuar, cantar, vestirse y verse perfectas. En cambio, a los hombres no se les exige tanto y obtienen el mismo o más reconocimiento”.

De igual forma, cabe mencionar que las dificultades de ser parte de la industria también surgen por la propia naturaleza del sector cultural, ya que “es un espacio bastante sectorizado, en donde igual es complejo acceder si no tienes contactos o conocidos en el ambiente”, asegura Sofía Martínez.

Participación en nuevos espacios

Las féminas y personas pertenecientes a la comunidad LGBTIQ+ dentro del sector han debido enfrentar una seguidilla de acciones discriminatorias, pese a ello, tal como indica Sofía Martínez, destaca la fuerza que distintas entidades han puesto “exigiendo políticas públicas, reformas, y cambios dentro de la industria para generar espacios seguros, de aprendizaje y principalmente para que mujeres y disidencias puedan tener acceso a herramientas, información y formación”, destacando a Nosotras Audiovisuales, Cabras Audiovisuales, Lumbre Colectiva y otras agrupaciones “que se han estado moviendo por fuera de los márgenes”.

Compromiso Morado, programa impulsado por ROMMDA Chile, integra las principales organizaciones de mujeres y disidencias sexuales de la industria musical nacional. CC: Ministerio de Cultura.

Para la fotógrafa penquista Mariana Soledad, el cambio se ha generado gracias al movimiento feminista y su influencia en distintas aristas del entorno, evidenciándose, por ejemplo, en el requerimiento de un mínimo de mujeres dentro de los equipos para postular a fondos de cultura para ser proyectos válidos. Ejecutado en el marco de un proceso de reactivación del sector desde la descentralización y paridad, la reducción de brechas de género ha sido uno de los principales focos de trabajo respecto al financiamiento que el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio de Chile entregan a la comunidad.

De acuerdo con el sitio web oficial de Cultura Chile, durante 2021 los resultados de la selección expresaron notables cambios en cuanto a los integrantes de proyectos ganadores. Anteriormente, al no existir la condición de integrar a mujeres en los equipos, gran parte de las postulaciones no las consideraban, por lo que, la inclusión de paridad como una arista en el comité de evaluación, sumado a las iniciativas y protocolos en contra del acoso laboral para las mujeres postulantes, redujeron la brecha de marginalidad equiparando el espacio cultural del país, demostrándose en el 54,1% de representatividad en los grupos escogidos.

Aún así, el camino sigue siendo complejo. Las oportunidades dentro de la industria cultural siempre han estado limitadas para mujeres y disidencias, demostrándose en cada uno de los eventos realizados a nivel nacional, siendo, un gran ejemplo de ello, lo ocurrido por años en uno de los festivales más grande de la zona sur del país, “Rock en Conce”. No fue hasta la última edición, de las siete versiones realizadas en Concepción, que se intentó cumplir con las normas de paridad en el evento, buscando alcanzar a lo menos un 50% de integración binaria equivalente en general.

Al realizar la comparación con las carteleras de los años anteriores, se evidencia un aumento en cuanto a la inclusión de proyectos que presentan participación femenina y de personas pertenecientes a la comunidad LGBTIQ+. Sin embargo, en el aspecto técnico sigue existiendo un déficit. Condicionado por el sesgo desproporcionado en cuanto a la formación y reconocimiento de mujeres y/o disidencias en el área tecnológica, del sonido, audiovisual, entre otras. Según Mariana, el entorno cultural destaca por ser “un conjunto de espacios patriarcales en los que hay que profesionalizarse el doble para que te consideren en las oportunidades”.

Con años de trayectoria en la fotografía de artistas distinguidos en el territorio nacional, Mariana se siente orgullosa de haber sido la primera fotógrafa oficial del REC dentro de un equipo que por años ha sido de hombres, debido a que en tiempos anteriores la posibilidad hubiera sido imposible. Desde su rol de fotógrafa, enfatiza en que su no participación de forma oficial en el pasado no era por falta de profesionalismo o talento, sino más bien “por la diferencia de realidad donde a los hombres socialmente se les entregan más oportunidades”, haciendo hincapié en que “el machismo está presente en todos lados y la mayoría del tiempo se trata a la mujer con una actitud paternalista”. Así como en distintas industrias, a las mujeres y cuerpos gestantes se les limita a trabajar en ciertos sectores por encontrarse en edad de gestar, en el mundo de la fotografía se le asocia debilidad, categorizando la participación como un modelo-objeto y no como un sujeto activo de documentación, producción y/o creación.

¿Inclusión forzada o necesaria?

En la ruta de los cambios, conceptos como “inclusión forzada” o “discriminación positiva” se encuentran directamente enlazados con la paridad. Pese a que se desliguen de buenas medidas, de acuerdo con Martínez, se recae en una mirada masculina para la cultura de mujeres y disidencias.

La inclusión, vista como una medida que aporta, puede llegar a otorgar representación, puestos de trabajo e incluso reconocimiento, no obstante, es complicado deslizarse por ese lenguaje sin caer en errores, especialmente “cuando aún se ve a las mujeres como musas y se evidencia la falta de consideración para las personas transgénero y no binarias”, indica Diego Gallardo, quien realiza contenido audiovisual enfocado, actualmente, en vídeo-ensayo y ficción de género.

Registro de jornada artística en Anfiteatro de San Pedro de la Paz. CC: Mariana Soledad.

Según Gallardo, durante los últimos años se han abierto más posibilidades de expresiones influenciadas por la tolerancia y “apertura mental”, principalmente ocasionadas por las nuevas generaciones que las pusieron sobre la mesa, estableciéndose como la base de la revolución en la industria cultural. No obstante, sin menospreciar el notable progreso en materias de género, al hablar de paridad siente que, como parte de las disidencias sexo-genéricas, existe un largo camino por recorrer porque “por ahora nos quedamos fuera de la repartija gracias a la idea de que la inclusión paritaria tiene que ver con pares, con una dupla de hombre y mujer, que se asume que van a funcionar bien en conjunto”.

Desde la perspectiva del consumidor, el giro en cuanto a participación de mujeres y disidencias ha sido notable. Para el melómano Mauricio Orellana, hablar de inclusión forzada no siempre debe verse como algo negativo, ya que “es un aporte a la industria en este caso, al final es como incentivar de forma obligatoria a que estas costumbres se hagan constantes, sin necesidad de esta presión. Entonces, si nadie motivaba obligatoriamente esta decisión de que tiene que haber un equilibrio entre los géneros nunca iba a pasar o iba a suceder en mucho más tiempo«. En suma, los sectores relacionados a las artes y el entretenimiento se encuentran en un cambio sociocultural importante, presentando avances notorios incluso para los consumidores. “Ahora mismo creo que va bien encaminada y sí se pueden disfrutar estos espacios de forma segura, tanto para las mujeres como para las disidencias. En resumen, en el último tiempo sí he podido disfrutar del trabajo y también los espacios que se les han dado a las mujeres y a las disidencias”, sostiene Orellana.

Por Soraya Coñuecar e Isis Fuentealba

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