El duro espejo de la realidad que es Banana Fish

La animación japonesa, o anime, se ha expandido fuertemente durante los últimos años, teniendo mayor público a nivel global. Sus temas son comunes: romance, acción y fantasía, entre muchos otros, y que con el carisma de sus personajes, han logrado encantar a la audiencia fuera de Asia.

Algo que influye mucho sobre la popularidad de los anime, es que las historias suelen provenir de un manga, dándole al público la opción de leer o ver la historia, haciendo la relación con una serie adaptada de un libro.

Un anime que resalta de entre los demás es Banana Fish. Esta historia, escrita e ilustrada por Akimi Yoshida, comenzó como un manga en 1985 con 19 tomos, y fue adaptada a la televisión por el gigante de la animación MAPPA en 2018, dejándola como una serie de 24 capítulos.

Banana Fish transcurre al inicio de los años ochenta, y tiene como protagonista a Ash Linx, líder de una pandilla de Nueva York. Apenas iniciado el primer capítulo, se muestra que el personaje principal se ve involucrado en redes de tráfico de drogas y violencia, situación principal en la cual se desarrolla la trama.

Primer tomo del manga Banana Fish. Créditos: Manga México en YouTube.

La forma en que se retrata la vida criminal en los Estados Unidos, sin necesariamente mostrar escenas explícitas, es lo que encanta en este anime. Todos los personajes hablan japonés, haciendo sentir en ciertos momentos que la historia transcurre en Japón, pero la confusión hace preguntarnos, ¿será así en todos lados?

¿Habrá bandas criminales en todos lados? ¿Existirán menores de edad que crezcan rodeados de violencia? En el lugar donde vivo, ¿podría encontrar redes de tráfico de drogas duras? Lo más probable es que, aunque estén ocultas o se quieran ignorar, la respuesta a estas preguntas sea “sí”. Prueba de esto es que el contexto en el que crece Ash y sus amigos no está tan alejado de la realidad, así como tampoco lo está las demás historias que conforman la trama.

Así, Banana Fish y la historia que cuenta, se transforma en un reflejo de lo que realmente sucede, a pesar de tratarse de una historia ficticia considerada por muchos como poco probable que ocurra. Sea en Japón, en España o en Estados Unidos, la criminalidad existe, y es llamativo que una historia animada quisiera visibilizar esto.

La historia tiene una cuota de comedia y romance, que funcionan como relajantes entre la densidad de la trama, pero aún así logra ser una historia inolvidable, que marca a cualquiera que la vea. Y si queda duda de por qué esta montaña rusa emocional lleva el nombre de “Banana Fish”, no queda más que verla.

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