La industria forestal: un modelo de desarrollo que atenta contra la naturaleza y las comunidades

Desde la región del Maule hacia el sur, existe un cambio en el paisaje que se repite kilómetro tras kilómetro: alfombras eternas del mismo tono verdoso que cubren los montes del centro sur del país.

Las especies dominantes: Pinus Radiata y Eucaliptus Globulus. Estas plantas introducidas pertenecen en su mayoría a las empresas forestales ARAUCO S.A. (propiedad del grupo económico Angelini) y CMPC (propiedad de la familia Matte).

Enormes industrias al haber de estas compañías, tienen ubicación en la comuna de Laja, Constitución y Arauco, entre las más reconocidas y de mayor impacto. Sin embargo, además de los aserraderos, cuentan con plantas de celulosa, viveros y papeleras. Pero además de ello, incluso centros culturales y educacionales son parte de su patrimonio.

Según informa la Corporación Nacional Forestal (Conaf), en Chile existen 17,66 millones de hectáreas de bosques, lo que representa cerca de un 23 % de la superficie del territorio. Ahora bien, las plantaciones de monocultivo registran cerca de 3,11 millones de hectáreas, que equivale a más de un 17 % de los bosques catastrados en Chile.

La expansión del modelo forestal como negocio se remonta a la década del setenta, cuando por medio del decreto de ley 701, en el año 1974, el estado compromete la subvención a empresas de esta industria y además declaraba como terrenos de aptitud forestal a las zonas de interés para las empresas, sin resguardar los bosques y las tierras agrícolas.

En medio del régimen de Augusto Pinochet, cientos de hectáreas fueron arrebatadas a comunidades indígenas y campesinas, para ser entregadas a estas empresas. El historiador curanilahuino Sebastián Paredes señala al respecto: “la usurpación de las zonas campesinas y mapuche, ocurren en los inicios de la dictadura militar enmarcados en el proceso de contrarreforma agraria y responde a una de las formas de violación de los derechos humanos, pues responde al desplazamiento forzado de cientos y miles de familias campesinas y mapuche”.

En 1977 y 1979, Celulosa Arauco S.A. y Celulosa Constitución S.A., propiedad de la Corporación de Fomento de la Producción (Corfo), fueron privatizadas y pasaron a manos del grupo Angelini, propietario a su vez de la empresa Copec.

Todo esto ha propiciado la expansión de la industria y de las plantaciones forestales que la sostienen, actividad productiva que, en muchos casos, funciona en desmedro de las comunidades que habitan en las cercanías y de los ecosistemas naturales colindantes a las plantaciones.

En el periodo 2016 – 2021 las regiones más afectadas fueron: Maule y Biobío. (Imagen: Conaf).

No es un secreto que este modelo productivo saca ronchas en comunidades de todo tipo. Desde el despojo de tierras y su reclamación por parte de comunidades mapuche, o localidades como Santa Olga, que desapareció tras el megaincendio forestal del 2017. Para parte de la comunidad académica que estudia el tema, uno de los principales culpables de la escasez hídrica en la zona donde impera el monocultivo forestal por sobre el bosque nativo, son las empresas que plantan, sin escrúpulos, especies que consumen altas cantidades de agua. Asimismo, de otras consecuencias asociadas al consumo de aguas subterráneas, como los incendios, la extinción de lagunas y baja de avistamientos o desaparición de fauna nativa.

Incluso la industria turística se ha visto afectada por las gigantes y cuantiosas plantaciones, debido a que en rutas que podrían mostrar un diverso bosque nativo, tienen como paisaje un bucle de pinos y eucaliptus iguales. 

Cambio climático y escasez hídrica

La constante alza de las temperaturas a nivel global significan otro problema que no favorece la situación de los territorios que pertenecen a las forestales. Principalmente debido a que el tipo de árboles que explotan a la hora de trabajar tienen un alto consumo del recurso hídrico disponible en el lugar.

Esto no solo afecta a los suelos y la biodiversidad local, sino que, también genera problemas para aquellas personas que habitan los sectores en donde las plantaciones se ubican, puesto que en muchos casos se trata de comunas o sectores rurales, en las que se depende en gran medida del uso de pozos para obtener agua. Recurso que no solo usan para el riego, sino para el resto de la vida, en el cotidiano.

Estudios señalan que un pino adulto puede consumir hasta 200 litros por día. (Imagen: Resumen.cl).

De esta manera, la crisis climática es otro elemento que afecta directamente la situación que se vive respecto a la falta de agua en Chile y el mundo. Así, la carencia de agua y el notable aumento de la temperatura incrementan los riesgos de otros eventos negativos, como los incendios forestales.

Mauricio Hernández, capitán de la Quinta Compañía de bomberos de Punta Arenas, se refirió a la falta de fuentes fluviales señalando que “el planeta y nuestro país se encuentra atravesando por un calentamiento global que hace que algunos países estén en una crisis hídrica, a lo cual no estamos ajenos más aún las altas temperaturas dan origen a emergencias de tipo forestal”.

El voluntario, además, señaló que bajo esta condición el Cuerpo de Bomberos pone a disposición los vehículos e implementos como estanques móviles para apoyar en estas labores a Conaf.

Incendios forestales y masas de monocultivo que colindan con comunidades

Otro riesgo inminente a la hora de hablar de estas inmensas plantaciones de pino y eucaliptus son los incendios forestales, que año tras año arrasan con miles de hectáreas poniendo en riesgo la integridad de varias comunidades aledañas.

Un ejemplo de esto es el siniestro registrado en la localidad de Santa Olga durante 2017, donde las llamas llegaron desde las plantaciones al sector donde se situaban los habitantes del sector y afectaron alrededor de mil viviendas, además de aquellas personas que perdieron la vida en esta tragedia. Santa Olga fue reducido en su totalidad a cenizas, convirtiéndose en un ícono de la irresponsabilidad de las empresas que plantan en las proximidades de lugares habitados.

De esta manera surge la necesidad de anticipar estas catástrofes y en el peor de los casos saber cómo enfrentarse a ellas considerando todos los factores que pudiesen incidir en el desarrollo de este tipo de situaciones.

El incendio de Santa Olga dejó todas las casas de la localidad destruidas. (Imagen: Emol).

Ejemplo de esto es el estudio realizado por el Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia, el cual señala que las plantaciones de pino y eucalipto consumen una mayor cantidad de agua en relación al bosque nativo, disminuyendo el caudal de las cuencas del sector y por otra parte aumentando el riesgo de incendios forestales.

Adicional a eso se encuentra la participación del ser humano, el cual es responsable de más del 90 % de este tipo de incidentes. Referente a eso, Jaime Haro, prevencionista de riesgo de la brigada forestal de CONAF en Magallanes explica que “durante la temporada de verano se aumenta el patrullaje preventivo con la finalidad de entregar información respecto a los incendios a aquellos que ingresan a los bosques”.

En relación a aquello, también existen otras iniciativas que buscan evitar este tipo de siniestros y fomentar la mantención del bosque nativo como el acuerdo entre CONAF y la empresa ARAUCO, el cual contempla dentro de sus labores la plantación de 30 000 pinos para reforestación productiva.

A simple vista suena como una buena medida para poder repoblar el territorio que se ha visto afectado por los incendios forestales, sin embargo, el daño que ha recibido el suelo, el bosque nativo y la biodiversidad de este, tiene una magnitud mucho mayor a la medida reparatoria propuesta.

En ese sentido, la socióloga y habitante de la comuna de Antihuala, Viviana Mora, señala que la molestia con el modelo forestal no es injustificada y que además “el retroceso de las plantaciones forestales significa aumento de la vida nativa y un aumento significativo de la calidad de vida de las personas”. 

Proyecto MAPA

El Proyecto MAPA es la modernización y ampliación de la Planta Arauco, de ahí el origen del acrónimo. Y consta de la actualización de las instalaciones y tecnologías y del aumento de la capacidad de producción de la industria ubicada a un costado de la ruta 160, entre las localidades de Laraquete y Carampangue.

Las dimensiones donde se instala el ya casi terminado proyecto son enormes. Emplazado en casi 300 hectáreas, con enormes edificaciones semejantes a mil casas de 140 metros cuadrados cada una.

Este aumento de la producción de la empresa es de magnitudes simplemente impresionantes. Si la Planta Arauco actualmente produce casi 800 000 toneladas de celulosa al año, con la expansión aumentará la producción por sobre los 2 millones de toneladas por año. Considerando además que para procesar celulosa es necesario el uso de agua, duplicar o triplicar la cantidad de materia forestal procesada significa el uso de 2200 litros de agua por segundo, lo equivalente a 2,2 metros cúbicos y a la no menor cifra de 190 080 000 litros por día.

El proyecto MAPA es la inversión más grande realizada por la empresa. (Imagen: Canal 9).

En vista del cambio climático, de las cada vez más frecuentes alzas de temperaturas y olas de calor, de la escasez hídrica, del peligro que corren las especies nativas cada vez con menos ejemplares y bosques nativos donde habitar, ampliar un modelo productivo que genera conflictos y problemas socioambientales, no parece una buena idea.

“Existe una necesidad histórica de los territorios afectados por el modelo forestal neoliberal que tiene que ver con su ilegitimidad debido a la usurpación de tierras y la explotación laboral y medioambiental. Hay una incertidumbre hacia el futuro, pues no va a ser favorable para los territorios, la constante expansión de este modelo”.

Leonardo Vargas, integrante de la Red por la superación del modelo forestal.

¿Por qué darle rienda suelta al Proyecto MAPA entonces? El argumento que en general convence a la zona involucrada con la industria, es sin duda el trabajo. El desempleo en la provincia de Arauco es una gran preocupación para sus habitantes y la promesa de crear nuevos empleos para la zona resulta ser de mucha ayuda para una zona que se ha declarado de rezago.

La empresa ARAUCO propuso crear entre 4000 y 8000 empleos durante la construcción de la infraestructura. Sin embargo, al día de hoy se ha desvinculado a buena parte de los trabajadores, pues el proyecto está en su etapa final. Una vez MAPA comience a funcionar, se espera tener cerca de 1000 trabajadores asociados a la planta más grande de Sudamérica, en una provincia con más de 150 000 habitantes.  

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Nicolás Antileo y Cristian Cárcamo

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