Dragon Ball Z La Saga de Buu y la redención de Vegeta

Una de las animaciones provenientes de Japón que marcaron infancias en occidente es sin duda Dragon Ball Z, que emitía el mensaje propio de su género Shonen que se basa en el camino del héroe puesto a salvar el mundo representando consigo el orden, la paz y la imposición del bien sobre el mal. Sin embargo, la obra de Akira Toriyama alude al recorrido del protagonista como una escalada de poder solo proveniente del esfuerzo y sacrificio del entrenamiento tortuoso sólo motivado por la competencia por el título del más fuerte, mas todo cambia en la saga de Buu.

Hoy resulta difícil encontrar a alguien a quién le sea ajena la saga Dragon Ball Z, sin embargo el rápido resumen en el imaginario colectivo es que son personajes hechos para pelear y definir el destino de la humanidad con el cuantificable poder de pelea que cada personaje ha obtenido de distintas maneras. Sin embargo en la saga final de la entrega se explora la psicología de aquellos hombres indestructibles, ofreciendo una mayor profundidad en los valores del manga de Toriyama, dando como resultado una narrativa en la que dejó de importar el ego y primó la protección hacia el indefenso.

En dicha saga el villano que amenaza al universo es el temido Majin Buu, uno que no tiene malvados propósitos pero por su naturaleza demoníaca, fue hecho para destruir y disfrutar de ello, es un enemigo con el que no se puede razonar ni va a respetar la solemnidad de la batalla como ha pasado anteriormente por lo que las situaciones son irrepetibles. Esta vez vencer no es opcional y esa necesidad no proviene del frágil ego sayayin, sino por salvaguardar la integridad del planeta y todo lo que les ha ofrecido.

Finalizada la batalla, se deseó al gran dragón Sheng Long resucitar a todas las personas buenas de corazón, resucitando también a Vegeta en el proceso.
Fotografía: Shonen Jump.

Si bien se han visto sacrificios anteriormente en la serie, ninguno similar al clímax del príncipe Vegeta que encontró su redención al darse cuenta que no sería capaz de vencer al monstruo Buu y que jugó como última carta su autodestrucción con la esperanza de acabar con la amenaza incluso si eso conlleva abandonar a su familia pero garantiza su seguridad.

Pese a que lo último que esperaba Vegeta era su ascenso al cielo, también lo fue el resultado en vano de su sacrificio al ver que Majin Buu aún era una amenaza para la tierra y el universo. Pues ya en la pelea final y contando pocos sobrevivientes, el príncipe sayayin entiende y asume a su rival de por vida, Gokú, como el único capaz de derrotarlo, cerrando así el ciclo de odio y rencor que le guardó durante toda la historia finalmente llamándolo por su nombre y, enfatizando que entrenar para superarlo era justamente la traba que le impedía alcanzarlo, esto porque entendió que el poder no es tal si no es para proteger, justo de la manera en la que lo hace Kakaroto.

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