VARIAS ARISTAS LOS CONFIRMAN: EL CHILENO HABLA MAL

En el día a día, la forma que tiene para hablar el común de los chilenos se reduce a modismos, muletillas, reiteraciones y extranjerismos mal aplicados, sin contar algunas invenciones muy originales. El «cachai», el «po» al final de cada frase, el hambre que insiste en comerse las «eses» de algunas palabras, el intercambio de consonantes, y la simple ignorancia tanto de significantes como de significados, abundan en un lenguaje pobre de vocabulario al que recurre el habitante promedio en Chile. Ahora bien, descubrir porqué se habla tan mal en el país, sólo es posible si el problema se aborda desde varias disciplinas.

En un estudio realizado por Darío Rojas, académico de Lingüistica de la Universidad de Chile, delegado de la Fundéu BBVA en el país,  reveló que el 29,3 % de los chilenos cree que Chile es el país de habla hispana donde se evidencia la peor de las variaciones en la lengua castellana.

 

La visión de un escritor

https://www.youtube.com/watch?v=Jt2Jcv6k7Nc

Tito Matamala Aburto, es periodista y escritor. Dentro de sus muchas obras, se encuentra “Chile Garabato», un libro que refiere al uso de las malas palabras en la política, en los medios de comunicación y el diario vivir.

Matamala, actualmente profesor de la Carrera de Periodismo de la Universidad de Concepción, afirmó que todos los chilenos hablan mal, al contrario de peruanos y bolivianos que, a su juicio, son los que mejor hablan el castellano.

En el siguiente vídeo, el docente comenta el mal hablar de los chilenos, a qué se debe este fenómeno  y cómo se han aceptado en el tiempo algunas palabras erróneas en el diccionario de la Real Academia Española.

Según el docente, sólo basta escuchar a la Presidenta de la República, Michelle Bachelet, para evidenciar que se trata de un reflejo público del mal hablar. Y sin embargo, Tito Matamala considera que los argentinos se acuñan el peor castellano hablado.

 

El cambio del habla parte por casa

Normalmente, según los expertos, el lenguaje se desarrolla desde el vientre materno en adelante. Desde la primera infancia, el chileno genera vicios a partir de la imitación, de copiar modismos y extranjerismos. Además, desde jóvenes se aprende a utilizar simplificaciones constantemente, en pos de no caer fuera de la temática o del cómo expresarse en determinado grupo social.

Claudia Osses, fonoaudióloga del Hospital Guillermo Grant Benavente, destacó que la simplificación afecta a la base más importante para el aprendizaje del lenguaje: el hogar. A modo de ejemplo, demostró que “decir ‘Trae eso aquí, anda a buscarlo allá y déjalo por acá’ en vez de decir ‘Trae la taza que está arriba del televisor y déjala encima de la mesa del comedor’ es sólo uno de los malos hábitos que a diario replicamos”. Este tipo de prácticas según la experta en salud, es todavía peor en lo cotidiano-social, donde muchas veces el habla se reduce a gestos y modismos.

Vicios del lenguaje
Infografía: vicios del lenguaje

Los trastornos del habla no producen fiebre ni malestares que se expresen en un dolor físico. “Por eso, la mayoría de los padres no recurren a un fonoaudiólogo cuando su hijo se come las ‘S’, cuando habla raro o cuando su vocabulario es marginalmente reducido. Sólo es motivo de alerta cuando el niño no pronuncia una determinada vocal”, declaró Osses. La experta en la salud además, agregó que incluso “el retraso en el desarrollo del lenguaje, tampoco es considerado ni derivado como un trastorno por algunos fonoaudiólogos, bajo la excusa de que es algo que con el tiempo va a cambiar para mejor”.

En el caso de un niño pequeño, la falta de preocupación por parte de los adultos responsables, es un error que se comete tanto en el colegio como en el círculo familiar. “Padres que  ven cómo su hijo de tres o cuatro años, se manejan mejor que ellos en el uso de las tablets o del celular y, por lo tanto, cree que se va a desarrollar igual de bien en otros aspectos de la interacción y del lenguaje. Esto no es así”, destacó la experta en la salud, quien recalcó en que la clave de lograr cambios es que en el hogar se supervise cada paso del aprendizaje.

“Se trata de leer con él, acompañarlo y ayudarlo de vez en cuando a terminar con los deberes, ingeniárselas para que tenga interés de aprender por sí mismo. Es lo mismo que en todo ámbito de la vida, a darse el tiempo de que aprenda a tomar de una taza, a lavarse los dientes, a expresarse por medio de un cuento escrito”, concluyó Claudia Osses.

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El enfoque del modelo educativo está errado

Como profesora de español y magíster en lingüística aplicada, Stefannie Kloss, no solamente reconoce que el chileno habla mal, sino que distingue razones: cómos y porqués. Tanto a nivel curricular como cultural, encuentra falencias naturales que no han cambiado en mucho tiempo y que, a imitación de otros países más desarrollados, han ido afectando seriamente la forma de hablar en Chile.

A nivel curricular, nosotros estamos enfocados en un tipo de educación que es extremadamente formal, donde se nos prepara para encerrar círculos en pruebas estandarizadas”, enfatizó preocupada Kloss, quien además, recalcó que la a nivel cultural e intelectual somos un país sumamente pobre. Es de esa forma como “la gente distingue quién tiene dinero y quién”, pero según la docente, el interés de las personas desaparece cuando se habla de lectura, obras teatrales, conciertos, etc. “Tampoco se ha desarrollado un hábito fruitivo de la lectura, de nutrir el currículum, de aprender por nuestra cuenta”, declaró.

Existe, lo que llamó la profesora Kloss, un “patrón limitativo que aparece en torno al contexto más próximo”, que demuestra que al analizar el nivel de lenguaje en los padres, se evidencia que incluso la gente con muchos recursos posee muchos déficits y que, a pesar de tener un conocimiento aplicado de tecnicismos, no se maneja precisamente con otras dimensiones del habla. “Lo que se enseña en los colegios entra en disonancia con cómo me expreso en la vida cotidiana. En el fondo ¿Qué saco con estudiar todas estas dimensiones formales cuando en mi casa mis padres hablan a garabatos de forma coloquial?”, inquirió la docente.

Steffanie Kloss, a pesar de todo, rescató varios puntos positivos que tiene hoy día el sistema educacional chileno. “Los colegios se esfuerzan por integrar e las lenguas indígenas, se preocupan por tener buenos textos de estudios e incentivan las visitas a museos itinerantes en vez de una excursión por el mall”. Igualmente, mencionó “que la Universidad de Concepción, ha tenido un papel muy importante” con la participación de programas que permiten a los alumnos provenientes de liceos vulnerables, entrar a la universidad a través de cursos internos sin cursar por la PSU.

En el fondo, enfatizó la profesora de español, que algunas de las instituciones educacionales “se dieron cuenta que el problema de la educación estaba en la base”.

Otro gran problema es el hecho de tener parámetros sumamente dispares en relación al resto de los países desarrollados. Como parte de la OCDE, en Chile se escolariza por obligación a menores de cuatro años. Aquí es donde evidencia según la docente, parte del forcejeo que se aplica para mantener a los estudiantes desde temprano en un “círculo vicioso, que detiene en parte, el aprendizaje de un niño que está todavía en la etapa del juego y del descubrimiento del lenguaje”.

El modelo educativo sólo está adaptado para trabajar la competencia, en preparar a los alumnos, pero no para la vida. Mientras, tanto, cada vez se fortalecen más en el chileno los problemas de identidad, la imitación de malos ejemplos, la evidente reproducción de los medios sociales, la poca autocrítica que tienen las personas y por último, el énfasis que le ha dado la Rae en simplificar la comunicación, que lamentablemente y para efectos prácticos, va en desmedro del desarrollo de un buen lenguaje.

Diversidad del lenguaje en los chilenos 

Los usos de ciertas palabras parecen responder más que a deformaciones del lenguaje, a la riqueza tradicional y cultural que se suscita en los menesteres, situaciones e incluso juegos de determinadas zonas. Chile, es ejemplo claro de esta realidad, donde una de las causas más probables, sea un gran extensión territorial.

Cuando pequeños de seguro, muchos jugaron a andar ‘a tota’. Sí, y es que este término se refiere a cargar en los hombros a alguien, con la salvedad de que es común escucharlo en el norte del país. «A lapa», «en hacha», «a pique» son igual de legítimos que el anterior. Ninguna expresión subordina a la otra dado que sólo refleja una identidad zonal.

Hernán Piñera - Flickr
Hernán Piñera – Flickr

Las conocidas denominaciones que se les hace al pan, también son fruto de estas «discrepancias zonales». Por más que mastique esa esponjosa masa creyendo que es un ‘pan francés’, además está engulléndose un «pan batido» y por qué no, una «marraqueta».

Germán Poo-Caamaño - Flickr
Germán Poo-Caamaño – Flickr

El lingüista Claudio Wagner, realizó una exhaustiva investigación en los años 70’, en su llamado ‘Atlas Lingüístico y Etnográfico de Chile’. Allí, dividió al país en cuatro partes de acuerdo al uso coincidente del lenguaje.

Frente a esta diversidad, Daniel Pereira, profesor de Español de la Universidad de Concepción y Doctor en Lingüística, junto a otros especialistas, concentró sus estudios en la investigación del lenguaje culto formal en los chilenos. La orientación de este trabajo, apuntó en revelar si existía alguna diferenciación de este registro en el público a lo largo del país.

Pereira, estimuló sus ansias por estudiar esta materia luego de participar en una conferencia en España, y notar que una de las académicas expositoras no tuviese tapujos para expresarse a la usanza de la localidad donde vivía.

El resultado más significativo de la investigación a nivel nacional, que consideró 8 emblemáticas comunas del país, reveló que fonéticamente “todos los profesionales chilenos hablan igual”, sin un factor que los diferencie.

El trabajo, oriundo de Concepción, fue galardonado en el 2015 por la Academia Chilena de la Lengua, y espera realizar el mismo análisis a futuro, pero en personas sin estudios profesionales.

¿La sacra Real Academia Española?

¿Sacraliza el chileno, de cierto modo, a la RAE al momento de expresarse por algún medio o a la hora de corregir el lenguaje del prójimo?

Daniel Pereira, aseguró que «los chilenos estamos llenos de prejuicios frente a nuestra propia manera de hablar». Lo llamativo, es que detectó una contradicción.

De cierto modo, existe una realidad ineludible en cuanto a nuestros vicios y modismos, sin embargo, es posible relevar que existe una escasa valoración de esa identidad que nos define e incluso nos diferencia de otras regiones o países. Quizás, esa falta de aprecio hacia «qué significa ser chileno» y a no rescatar los modismos criollos se deba, en parte, a la sobrevaloración que se le atribuye a lo institucionalista: en este caso, la Real Academia Española.

Es revelador que idiomas como el inglés no tengan organismos que controlen el lenguaje. Pereira, aseguró que la rigurosidad y veneración que muchos le ofrecen a la RAE ,es negativa en la medida que coarta la libertad de la proliferación de palabras, producto de la identidad o de la tradición.

Es más, la RAE se ha ido flexibilizando a los usos que los propios chilenos le dan a determinados términos: espagueti, hubieron.

Lo que es importante, es culturizarse con ciertas normas lingüísticas y adaptarse a las situaciones comunicativas (formal o informal) en que uno se encuentre.

Saludable es considerar a la RAE como un referente; no como una ley:

“Una alumna preguntó si la palabra soponcio existía. Yo consulté esto con todos los estudiantes a ver si ellos conocían esa palabra y si podían describirla. Ellos coincidieron en la descripción. Luego, buscamos la palabra en la RAE, pero no salía una definición de ella”. (Daniel Pereira).

¿Existe o no existe el término? Existe y en Chile se usa, mas no porque esté ausente en la RAE significa que no es legítima.

Pero ¿consideran los penquistas que, en general, se habla mal en Chile? El vídeo a continuación, corroboró en plena calle cuál era la opinión de los transeúntes en Concepción, respecto a esto. Sus respuestas fueron las siguientes:

En siguiente mapa ilustra un estudio de la Universidad de Chile realizado el 2004, el cual indica los 10 países que mejor hablan el español, siendo el primer lugar España y el último Chile.

 

 

 

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