Benjamín Salinas tiene nueve años, él nació con una malformación en su mano izquierda producto del síndrome de brida amniótica, una hebra del útero se enredó en su extremidad provocando que se cortara la circulación y con ello el crecimiento de su mano. En septiembre de este año, surgió la posibilidad que alumnos de quinto año de Ingeniería Civil Biomédica de la Universidad de Concepción pudieran fabricarle una prótesis impresa en 3D.

Así fue como Stephanía Yáñez, Claudio Huaiqueo y Marcos Burgos, fueron los encargados de cambiar la vida del pequeño. Hace un año participan de un proyecto inserto en líneas investigativas de la carrera, comandado por el profesor Pablo Aqueveque, en el que estudian distintos modelos de prótesis para su confección. Dentro de este proyecto surgió la idea de desarrollar una mano gratuita para Benjamín, siguiendo la idea del chileno Jorge Zúñiga, quien fue el primero en crear una prótesis impresa en 3D de bajo costo para entregarlas a niños discapacitados.

Según comenta el profesor guía, los estudiantes elaboraron alrededor de veinte prótesis de distintos modelos en un año, antes de aceptar el desafío de crear una manito para Benjamín.

Marcos Burgos, uno de los creadores comenta cómo fue el proceso de construcción: “Lo que nosotros hicimos fue tomar las medidas del brazito de Benja y de acuerdo a esto adaptar el modelo de prótesis Flexy-Hand 2, que fue el que se utilizó”. Este modelo tiene articulaciones flexibles y como Benjamín tiene poco movimiento en su muñeca es más fácil para él moverlas. “Se adecuan todas las partes del modelo de prótesis a sus medidas anatómicas, eso lo hicimos precisamente con el scaner 3D, lo que nos permite evitar que el paciente venga siempre y, además, tener el modelo para referencias futuras”, señala Burgos. Próximamente los alumnos esperan trabajar en un soporte de bicicleta para el menor.

Benjamín Salinas, el protagonista de esta historia, cursa cuarto año básico en el Liceo La Asunción. Hace una semana está utilizando su nueva prótesis, nunca antes había usado una. Sólo la ha podido llevar una vez al colegio, porque, como él mismo reconoce “es muy delicada, pero mis compañeros estaban muy impresionados”. Él escogió los colores que lleva su nueva mano, azul con negro.  Esta semana de prueba Benjamín ha podido agarrar cosas con facilidad que antes no podía, “como una pelota chiquita”, afirma. Su padre, señala que ha sido un cambio radical “el Benja está muy contento, se está adaptando súper bien”.