La particular Navidad de los abuelos en los hogares de ancianos

Pese a que las fiestas de fin de año debiesen ser sinónimo de alegría y unión familiar, para muchos ancianos que pasan sus días en hogares vienen a ser fechas que ahondan la soledad en la que viven. Sin embargo, existen esfuerzos particulares de los mismos funcionarios de estos organismos y de grupos caritativos, que atenúan algunos jirones de ese abandono.

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“La gente luce estar de acuerdo, maravillosamente todo parece afín a celebrar. Unos festejan sus millones, otros la camisita limpia, y hay quien no sabe qué es brindar”. Así manifiesta el trovador cubano Silvio Rodríguez en su composición ‘Canción de Navidad’ el olor que expele la segunda mitad de diciembre.

Y ese contraste es el que se perpetúa cada año en las diversas realidades de nuestro país. Precisamente, en los hogares de anciano es en donde se extrapolan con mayor ahínco los vicios de una sociedad que aún no sabe atender la dignidad de las personas de la tercera edad.

Motivos para que un abuelo vaya a una casa de este tipo hay muchos. Isidora Paz, Enfermera Universitaria y con conocimientos sobre esta materia, aclara que “la demencia senil es de las principales causas por las cuales una persona mayor está en un hogar de anciano” y precisa que “el alzhéimer está clasificada como un tipo de demencia senil, no es una enfermedad distinta a ella”.

El Hogar Santa Mariana, ubicado en pleno centro de Concepción surte diferentes panoramas de cara a la Navidad. Con casi 40 abuelos, el hogar que está a cargo de Norma Cifuentes, siempre está disponible para que grupos caritativos como comunidades religiosas o laicas presenten sus actividades a los ancianos y les entreguen regalos ad hoc a la fecha.

Nicole Bravo es coordinadora de la Pastoral de la Universidad de Concepción, comunidad que visita con frecuencia el Hogar Santa Mariana. Ella recalca el valor de los encuentros con los abuelitos son muy fructíferos tanto para ellos como para los jóvenes que visitan.

Los ancianos del Hogar Santa Mariana superan el promedio de los 80 años y se caracterizan por tener alguna demencia senil o enfermedad a la visión, auditivas. Paradójicamente quien tiene una mayor lucidez y destreza es una mujer de 81 años, quien llegó al asilo porque se quedó sola luego de dejar de trabajar y no tener familia próxima que la cobije.

La herencia de los hijos parece ser una de las mayores garantías para las personas. Sin embargo, la ingratitud juega un papel preponderante. Quienes tienen se eximen de la regla son aquellos ancianos que cada 25 de diciembre reciben la visita de su familia. Ellos no pueden cuidarles en casa pero los van a ver con frecuencia y le dan el tinte especial a la festividad.

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Quienes no viven esa realidad, disfrutan de aquellos destellos de donación, alegría y escucha que los grupos sociales les van a entregar o que los mismos funcionarios del hogar les entregan es estas fechas especiales.

De todas maneras, en muchos casos no parece posible dar la suficiente cobertura a esos huecos del corazón que sólo pueden ser llenados por esas personas que marcaron la vida de esos abuelos que hoy están olvidados.

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