Sobre ruedas, una historia de crecimiento artístico

A falta de gradería, alta calidad deportiva. Bajo este lema se podría definir la Academia Jorge Torres de Chiguayante, ubicada en el Estadio Árabe. Sus patinadores, con una mayoría manifiesta de mujeres, no temen competir. Menos aún los desafíos. El 23 de julio de este mismo año, en Buenos Aires, entre 70 clubes procedentes de Uruguay, Brasil, Vezeke-10nezuela o Ecuador, la Academia se alzó vencedora de la Copa América y sus patinadores cubiertos de oro, plata y bronce. Representando a Chile, este club de Chiguayante, consiguió posicionarse dentro de la modalidad libre en el escenario sudamericano de patinaje artístico.

Pese a que este deporte se lleva considerando según los cánones sociales, exclusivo de las mujeres, el caso de Jorge Torres es paradigmático. Además de patinador profesional y profesor de patinaje, imparte clases de zumba y otras ocupaciones que lo convierten en un hombre polifacético. Jorge Torres fundó la Academia en el 2014. Fue campeón nacional durante más de 14 años en Chile. Su larga trayectoria demuestra la eficacia y calidad que hasta ahora ha vertido sobre el club. Al preguntarle sobre sus comienzos, una media sonrisa se dibuja en su cara y añade: “empecé a los cuatro años… cada vez que pasaba delante del polideportivo, observaba a una niña hermosa que patinaba”. En eso encontró Jorge un motivo y, después de tantos años, sigue manteniendo incandescente su pasión por el deporte.

La existencia de espacios acondicionados para la práctica del patinaje artístico es, en Concepción, una pugna pendiente de resolver. Así lo admite Jorge Torres, que se ve en la necesidad de arrendar canchas para las exhibiciones de sus alumnas. Y además, fueron varias las veces que le han denegado el acceso a gimnasios con suelo de madera. Aunque el Estadio Árabe, dónde a día de hoy se ubican, tiene una pista adecuada para patinar, no dispone de gradería, con las dificultades añadidas que esto supone para la celebración de galas y campeonatos.

Otro de los impedimentos que encuentra el patinaje artístico en la octava región y en Chile es la falta de entrenadores o técnicos que manejen esta área. El mismo Jorge Torres así lo aclara.

La diversidad de edad define a la Academia. Pese a que todavía no está federada, pues para ello se precisa de más tiempo y mayor nivel, el club ha seguido una evolución in crecendo; de hecho, han pasado de 25 patinadoras al comienzo a 60 en la actualidad.

 

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—Historias sobre ruedas—

Loreto Cárdenas encontró su pasión a los 6 años de edad, cuando le regalaron unos patines de juguete. De forma casi instantánea y autónoma aprendió a patinar . El Club de Huachipato era, por aquel entonces, el único en Concepción que dedicaba sus pistas a la práctica del patinaje artístico.

zeke7Para Loreto significó sus inicios que, después, se convertirían en importantes logros. La precisión y el sentido de la disciplina, han hecho de Loreto un soporte fundamental en el progreso de la Academia. Ganadora de varios nacionales y ahora coreógrafa de las principiantes, Loreto Cárdenas admite que el patinaje artístico ha crecido mucho en Chile. “Unos años atrás era impensable ver este deporte en colegios o que existieran varios clubes. Jamás lo hubiese imaginado… De a poco se ha ido expandiendo. El año pasado ya televisaron un campeonato nacional -poco tiempo- pero lo mostraron.”

 

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A Simona Vera se le da mejor la coreografía que los saltos. Antes jugaba al hockey sobre patines, pero le convenció más la disciplina artística. Tras las caídas se fue superando a cada rato. A sus ocho años, acumula cuatro bailes en la categoría individual y no descarta dedicarse a esto de forma profesional en un futuro. Su primer campeonato internacional, en Argentina, fue también su primer gran logro. Se llevó la primera posición en su categoría y, con ella, la Copa América de Patinaje Artístico Independiente. “Justo después, hice otro campeonato y ese día era mi cumpleaños.”

La belleza y finura de los movimientos, la cuidadosa técnica, el deslizamiento entre suave y abrupto, son solo algunos aportes que convierten al patinaje artístico en devoción. Este sentimiento es compartido por cada uno de los miembros de la academia: desde madres de 40 años a hijas de 4. Todo esfuerzo es poco si se quiere mejorar en calidad competitiva. Pese a que no es fácil entrenar seis horas a la semana y compaginar esta pasión con otras responsabilidades, para estos jóvenes merece la pena atarse los patines y comenzar una historia de crecimiento artístico-personal.

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