Concepción y las iniciativas frente a la inclusión laboral

Se estima que en Chile uno de cada 700 niños nacidos tiene síndrome de Down de los cuales el 70% no logra encontrar trabajo una vez que se encuentran capacitados para hacerlo.

Según la Organización de Naciones Unidas (ONU), el síndrome de Down “es una ocurrencia genética causada por la existencia de material genético extra en el cromosoma 21 que se traduce en discapacidad intelectual”. Según cifras entregadas por el Instituto Nacional de Estadísticas, en Chile el 12,9% de la población presenta algún tipo de imposibilidad física o psicológica, de las cuales sólo una  cada tres personas tiene un empleo remunerado, según lo indicado por el Servicio Nacional de Discapacidad.

Por lo tanto, estos datos reflejan la realidad en la que vive el país y evidencian lo poco efectivo de las políticas que existen en esta materia. Si bien, desde el año 2010 existe una ley para promover la inclusión laboral, las cifras demuestran que la situación no mejora, ya que las oportunidades laborales para estas personas son escasas.

 

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En Concepción, con el fin de fomentar la inclusión laboral en jóvenes con síndrome de Down, surge Lavandería Industrial 21, una fundación sin fines de lucro que nace como iniciativa del Arzobispado de Concepción. Comenzó a funcionar en septiembre del año 2014 siendo un proyecto sin precedentes dentro del país.

Actualmente son 15 los jóvenes contratados que trabajan en la lavandería, cada uno de ellos lo hace mediante turnos de media jornada y realizan todas las labores necesarias para el funcionamiento de este local. Pamela Cánovas, encargada del Arzobispado de Concepción, comenta un poco más acerca de este proyecto y de las condiciones en las que debe trabajar una personas con estas características.

Un beneficio que ha surgido de forma inesperada, paralelo a este proyecto, es que empresas relacionadas con la lavandería, ya sean clientes o empresas externas, se han interesado por incluir en sus equipos de trabajo a jóvenes con síndrome de Down. Son varios los casos en los cuales ha resultado con éxito, por lo que Lavandería Industrial 21, aparte de ser una fuente laboral, es también una vitrina para estos trabajadores, mediante la cual pueden desarrollar aún más sus capacidades en otras áreas.

dsc_1016Maite Otondo, docente de la Universidad Católica de la Santísima Concepción y miembro del directorio de la fundación, comentó que “los jóvenes que trabajan en la lavandería y aquellos que migran a otras empresas, reciben una capacitación realizada por los profesionales de la carrera de Educación Diferencial y por una empresa de capacitación externa, los cuales se encargaron de entregar todas las herramientas necesarias para que los chicos se puedan desenvolver dentro de un ambiente laboral de manera autónoma”.

 

Son 6 los casos de jóvenes que han llegado a nuevos lugares de trabajo. Paula Abarzúa, educadora diferencial de Lavandería Industrial 21, comenta que “el proceso ha resultado bien y actualmente hay jóvenes trabajando en las oficinas del arzobispado, Casa Betania, Universidad Católica de la Santísima Concepción y la empresa Mi Plaga”. Uno de los casos que ha tenido éxito, es el de Patricio, quien fue el primero en trasladarse a las oficinas del Arzobispado de Concepción y asegura que está feliz con este nuevo desafío.

dsc_0873Otra de las iniciativas que ha llamado la atención de los penquistas, es Coffeecleta, una cafetería móvil ubicada en la vía pública, a pocas cuadras de la plaza de la Independencia,  la cual ofrece distintos tipos de infusiones y acompañamientos.

Lo innovador de la idea, es que el negocio fue creado como una opción para que personas con discapacidades intelectuales puedan tener un empleo. Una de sus ventajas es que es fácil de manejar y ofrece autonomía al trabajador para usar la cafetería móvil.

 

Actualmente solo existe un carro, pero su dueño, Pablo Serrano, señala estar feliz debido a que » ha tenido muy buena aceptación, era lo que quería lograr. La idea es darle una alternativa a estos chicos, que se sientan autónomos al trabajar y eso se los entrega este proyecto”, tambien mencionó que espera para el futuro de Coffeecleta.

 La idea surgió del extranjero, ya que su creador vivió muchos años fuera del país, y al volver se percató de la falencia que hay de inclusión laboral. Si bien, su proyecto es independiente, comenta que se contactó con la Universidad Andrés Bello para encontrar trabajadores, “ ellos tienen un programa en donde capacitan a los chicos  para que ellos puedan incorporarse al mundo laboral. Fue de ahí donde establecí contactos para iniciar”, indica.

foto-3María Florencia Iriarte, directora del Diploma en Habilidades Laborales de la Universidad Andrés Bello, se refiere al tipo de aprendizaje que obtienen los alumnos del programa, el cual lleva 10 años vigente, “la malla está adaptada a sus necesidades, va desde la formación personal, hasta la capacitación laboral como ayudantes de un área determinada”, dice la directora.

Uno de los trabajadores de la cafetería móvil, Matías Mendoza, asegura que está muy feliz de trabajar ahí. El motivo de su alegría es por algo tan básico como una conversación sin prejuicios, “lo que más me gusta, es poder interactuar con toda la gente”, comenta Matías.

Es de esperar que este tipo de iniciativas puedan ser replicadas, puesto que además de entregar un servicio de calidad a la ciudad, este tipo de proyectos han demostrado que junto con la capacitación necesaria, las personas con síndrome de Down u otro tipo de discapacidad, pueden trabajar en lo que se propongan, con la ayuda y capacitación necesaria y que las limitaciones de su condición, no las tienen ellos, sino su entorno. La fundación Lavandería Industrial 21 y Coffeecleta,  llegaron a derribar las barreras y prejuicios, cambiandolos por nuevas oportunidades para estos jóvenes.

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