Tremofobia: la peor consecuencia emocional de los movimientos telúricos

La tremofobia hace alusión al pavor a los temblores y, en mayor escala, a los terremotos. Un temor irracional e incontrolable hacia lo referente a la percepción de éstos. ¿Cómo detectarla y poder vivir con ella en Chile, el país más sísmico del mundo?

Chile es el país más sísmico del mundo y registra el mayor terremoto de la historia: Valdivia, en 1960. Este fue percibido en todo el cono sur de América y las cifras consecuentes fueron lapidarias: más de dos mil muertos, tres mil heridos y una magnitud de 9,5 grados. Muy de cerca le siguió el desastre natural ocurrido el 27 de febrero de 2010, con epicentro en Concepción, con un saldo de más de 500 víctimas vitales y 8,8 grados de magnitud.

De acuerdo al Análisis de Riesgos de Desastres en Chile 2012, realizado por la Dirección General de Ayuda Humanitaria y Protección Civil de la Comisión Europea, junto a la ONEMI, UNESCO y la Cruz Roja, los terremotos y tsunamis asociados han sido los desastres de mayor impacto en Chile, por el número de afectados y pérdidas económicas.

Desde el terremoto , ocurrido en 2010, muchas personas sufrieron consecuencias psicológicas de miedo e inseguridad en Concepción. La tremofobia o miedo a los sismos se caracteriza por un temor persistente, excesivo e irracional a los movimientos telúricos. La exposición a este estímulo puede causar crisis de angustia o estrés. Se manifiesta usualmente a través de síntomas como pensamientos recurrentes desagradables, reacciones fisiológicas como sudoración de manos, taquicardia, opresión en pecho o mareos; y conductuales, como limitaciones para el trabajo, estudio o realizar cualquier actividad en general, son usuales en este padecimiento.

Consecuencias a nivel colectivo…

Pablo Fuentealba, sociólogo y profesor asistente del Departamento de Sociología de la Universidad de Concepción, se refiere a las consecuencias que traen los eventos telúricos a nivel psicólogico, para muchas personas, cuando se vive en comunidad.

“Evidentemente va a generar algún tipo de cambio. En su momento, generó miedo y temor, pero posteriormente, produjo algunos cambios y modificaciones en el hábito del comportamiento de las personas. Es decir, por una parte hay muchas personas que hoy, por ejemplo, temen vivir en altura, es decir, prefieren una casa o no se atreven a vivir en departamento. O, si tienen que vivir en departamento, no se atreven a comprar en pisos muy altos, precisamente por el temor a los terremotos”.

Paulina Rincón González, doctora en psicología. Fotografía original.

Desde el Laboratorio de Neurociencias Cognitivas y Sociocognición de la Universidad Diego Portales señalan que el miedo, en sí, se define como una respuesta biológica, adaptativa del sistema nervioso y de tipo evolutiva, porque a lo largo de la evolución de los mamíferos, los miedos han tenido, fundamentalmente, la función de prevenir frente a sucesos que pueden dañar o herir.

Aumento de la frecuencia cardíaca, la presión arterial, la glucosa, son algunos de los síntomas físicos, que acaban como efectos secundarios de una descompensación. Además, en quienes sufren de tremofobia se dispara la adrenalina y la sangre tiende a movilizarse hacia los músculos. Paradójicamente, son estos lo que, en caso de extremo riesgo frente al desastre natural, son capaces de permitir al afectado huir del lugar en caso de un sismo, al igual que las extremidades inferiores.

El proceso se desarrolla en el cerebro y la parte que se relaciona con el miedo está en el sistema límbico. Éste es un conjunto de estructuras cerebrales que regulan las emociones, las conductas de alimentación, de escape y el miedo.

Paulina Rincón González, psicóloga clínica con doctorado en psicología y especialista en psicoterapia, que actualmente cumple labores en la Universidad de Concepción, explica que, en el caso de los afectados penquistas o que vivieron el 27F en sectores cercanos al epicentro, un terremoto es un suceso potencialmente traumático, queriendo aquello decir que puede producir reacciones traumáticas o de estrés postraumático.

«Una de las reacciones, la más conocida, que no significa que sea la más habitual, es el trastorno por estrés postraumático. Pero también hay otras salidas a los sucesos potencialmente traumáticos, como la disminución en el estado de ánimo y como otros trastornos de ansiedad, presentes en cerca de un tercio de los afectados. Dentro de esos últimos, podría desarrollarse una fobia, aunque no es muy frecuente», afirma la experta.

Pero, ¿cuáles son los síntomas exactos?

“Me di cuenta que tenía tremofobia una vez que empecé a ir a la psicológa. Antes de ir, yo no podía sentir ruidos que me recordaran el terremoto. Por ejemplo, loza cayéndose, quebrada, o vidrio, porque yo entraba en pánico», cuenta Ximena Ortega, estudiante de sociología de la Universidad Católica del Maule, respecto cómo se dio cuenta que sufría el trauma y el proceso psicológico que debió llevar a cabo para poder lidiar con ella. «Me daba taquicardia, me sudaban las manos, empezaba a temblar y era horrible. Y una vez que pude empezar a verbalizar todo lo que sentía, además de ayudarme con otro tipo de terapias, como reiki o electromagnetismo, pude liberarme, de algún modo, de ese miedo que sentía. Ahora, no sé bien cómo reaccionaría a otro terremoto, porque, francamente, no he estado en esa situación nuevamente”, expresa.

De acuerdo a Sismología Chile, organización sin fines de lucro, creada en 2010, con la finalidad de realizar estudios de suelo,  la mayoría de estos casos se da en gente que ha vivido una experiencia traumática de un evento, ya sea cuando era pequeña o más adulta. Generalmente es la causa directa o el inicio de este miedo. Existen varios tipos de respuesta luego de un sismo: estrés, estrés agudo, estrés postraumático, estrés postraumático agudo y estrés postraumático crónico.

En el estrés agudo, la atención disminuye y aumenta la desorientación. Se puede mantener por minutos, horas, o incluso días. Si después del primer mes del sismo persisten los síntomas y se añaden otros, la persona padece estrés postraumático; éste forma parte de los trastornos de ansiedad y lo puede experimentar cualquier persona, sin importar su condición mental. El estrés postraumático agudo es donde los síntomas se van intensificando hasta hacerse mayor. Si no se supera esta situación durante los siguientes seis meses, se presenta estrés postraumático crónico, que debe ser tratado de un modo distinto para llegar a la raíz de la aprensión.

 

Video informativo respecto al proceder adecuado frente a un terremoto. Gentileza del canal de YouTube de Julio Parra.

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