Hoy no se fía, mañana sí

Las tiendas de barrio son un infaltable en los lugares residenciales. Son sitio de reunión para los vecinos y ya parte de nuestra cultura. La alternativa a las grandes empresas de retail, el lugar donde el niño mandado por sus padres va a comprar la bebida para el almuerzo o el ingrediente faltante para la once.

Almacén de barrio "Sta. Ines"

 El sitio donde la señora que atiende te guarda el pan para tomar once, el único lugar abierto para comprar la colación a los niños antes de que vayan al colegio, una terminal de abastecimiento doméstico y buena conversación, la segunda gratis, son el punto de referencia de cada sector residencial, son los negocios de barrio. En una sociedad en la que por cada tres cuadras se instala un supermercado con las últimas ofertas y facilidades de pago cancelando con el dinero plástico, ahí se mantienen firmes “el negocio de la señora Juanita” o el de “don Lucho”, en donde solo la palabra es garantía para el crédito o el “fiar” y es un rostro familiar el que atiende, en donde el vuelto se puede dar en dulces.

Almacén Sta. Ines, ubicado en el sector Pedro de Valdivia Bajo.

En el sector de Pedro de Valdivia bajo hace más de 60 años se encuentra el almacén de abarrotes y verduras “Santa Inés”, donde se comienza a atender a las 6:30 de la mañana, hora en que llega el pan y cierra a diez de la noche. El establecimiento lo abrió la señora Inés Vera como un puesto de venta de frutas y verduras, allí atendía junto a sus cinco hijos. Pasando los años el local fue creciendo y los niños junto a él. La Señora Inés murió, pero el negocio sigue uniendo a los hermanos, incluso siendo todos jubilados.

Tan solo a una cuadra del negocio abrieron dos supermercados, uno mayorista y un supermercado del retail, lo que se veía complicado en un principio según señaló María Cristina Vera, hermana mayor y responsable legal de Santa Inés: “Nosotros los hermanos estuvimos bien preocupados cuando supimos que se colocarían los supermercados, pero mi mamá nos daba ánimo, decía que nosotros teníamos nuestro negocio que no debía importarnos el resto, y gracias a dios no nos ha faltado nunca.” Además María Cristina terminó apuntando que mucha gente va al almacén a comprar le dicen señora Inés, creyendo que el nombre del local es por ella.

La conversación va incluida en la atención del negocio de barrio

María Cristina Vera atendiendo a su fiel clientela.

‘El negocio ha ayudado a mantenernos unidos como hermano, ya que todos colaboramos atendiéndolo’

María Cristina Vera

Farmacia de barrio ubicada ene l sector Lorenzo Arenas

En tema de seguridad no lo han tenido grandes sobresaltos, pese a ello han puesto cámaras de seguridad y desde las ocho o nueve de la noche solo atienden desde una reja. Similar sistema que ocupa Ingrid Cartes-Maza, química farmacéutica que trabaja en una farmacia del sector Lorenzo Arenas en Concepción. El recinto comercial es uno de los más antiguos en su rubro en la ciudad, pues llevan más de 60 años abasteciendo de medicamentos, ella atiende el lugar hace 35 años y aclara que el escuchar a los vecinos, atender todos las dudas que estos tengan y preocuparse por la salud de la comunidad son las cosas que han mantenido el local abierto, pues la gente devuelve ese el cariño. Además, la farmacia se encuentra ubicada a escasos metros de un centro de salud.

 

Fachada de farmacia de barrio, ubicada en el sector Lorenzo Arenas.

El local comercial sobrevivió a la competencia que suponían las grandes cadenas de farmacia, que en su tiempo fueron un dolor de cabeza, llevando así a numerosas negocios farmacéuticos pequeños a cerrar. También se vieron salpicados indirectamente por lo acontecido en el caso de colusión de farmacias pues la gente de alguna forma dudó que los precios fuera tales, a lo que le hicieron frente con la paciencia y compresión que ya los caracteriza como establecimiento, incluso les sirvió para subir sus ventas. Cartes-Maza de acuerdo a las farmacias populares afirmó que “no han sido tan perjudiciales para el negocio como lo pensamos en un principio, esto debido a los poco conveniente que pueden ser, ya que a pesar del bajo precio en los medicamentos que tienen, el tiempo de espera en recibirlos es muy largo”.

La farmacia de barrio que se ha opuesto a las grandes cadenas de medicamentos

Ingrid Cartes-Maza, Química farmacéutica con una larga carrera apoyando a la comunidad.

Tanto es el cariño que los vecinos tienen por la señora Ingrid, como ya es conocida en el barrio, que se organizaron juntando firmas para que una calle del sector llevará su nombre. La solicitud no llegó a concretarse ya que la misma Ingrid lo desestimó, ya que creía que era mucho, pero se lograron juntar un gran número de firmas, las que aún conserva como una muestra de cariño de la comunidad.

De parte del gobierno han entendido el potencial que tienen este tipo de negocios, por lo que en agosto de 2016 la Presidenta Michelle Bachelet en conjunto con el Ministerio de economía, lanzaron el programa «Almacenes de barrio» que busca mejorar la competitividad de los negocios de barrio, a través de la entrega de capacitaciones, financiamiento e información. Los almacenes representan cerca del 11% del total de empresas activas del país y generan más de 400 mil puestos de trabajo, esto es, cerca del 20% del empleo generado por todas las microempresas.

Los negocios de barrio no están llenos de estantes de productos variados o quizás el precio más barato, pero aun así son el alma del vecindario, el punto neutro de la rutina y más que todo un testigo silencioso del crecer como sociedad.

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