«Usted no entiende…»

Imagen Gentileza: @govarpf

El ministro de Educación, Raúl Figueroa, al parecer está ganando el “gallito”, con su idea de volver a reabrir los colegios, progresivamente. Y es que la semana pasada, la Superintendencia de Educación subió a su plataforma web la Circular Nº559, que contenía instrucciones especiales relacionadas con la seguridad y protección en los recintos educacionales, frente a una eventual reanudación de actividades educativas de forma presencial. 

Dicho metafóricamente, imaginemos que estamos frente a una gran tabla de ajedrez, donde el ministro tiene presionado por ambos lados a nuestro rey, los peones brillan por su ausencia y nuestra única forma de subsistir es volteando el artefacto de madera en una forma casi desesperada por evitar el jaque mate. Ese mismo sentimiento se está generando, tanto entre el profesorado -que se niega rotundamente a volver a las clases por seguridad- como en los apoderados -que temen que sus hijos se contagien de COVID-19- durante los últimos días. 

Nadie adivinó que un estudio publicado por El Mercurio que mencionaba que un 56% de los escolares “deseaba” volver a clases presenciales -cifra, curiosamente apoyada por diversos actores políticos de la derecha- sería una de las maquinarias tácitas del manejo psicológico y comunicacional de la “cruzada” comenzada por Figueroa. 

Esta obsesiva idea de reabrir los establecimientos, sumado al lineamiento de la ONU que pone énfasis en evitar una “catástrofe generacional”, ha potenciado el discurso del personero de Educación, ganándose el odio de gran parte de los ciudadanos y expertos en salud. Sin embargo, más allá de eso, la interrogante que debemos descifrar es, ¿estamos preparados para volver a clases?

A medida que el ministro avanza con toda su artillería, el resto del mundo vuelve a confinarse, debido a los brutales rebrotes que, alcanzan por estos días, cifras potencialmente altas. Corea del Sur, Estados Unidos, Francia y España fueron los más optimistas en regresar a la normalidad escolar para hacer frente al gran problema educacional que representa la enseñanza telemática. Sin embargo, fracasaron y con la cola entre las piernas debieron desistir de su idea, al ver los índices de contagio durante la primera semana de reapertura. 

Frente a la experiencia extranjera y el conocimiento previo sobre el virus, este puede estar controlado, pero aún continúa circulando  y acechando a la población de forma latente, condicionando la realidad nacional. ¿Volver o no volver? Ese es el dilema. Una posición frente a la otra, luchando codo a codo para vencer sin ninguna medida de seguridad. Y usted, ¿enviaría a sus hijos nuevamente a clases presenciales?

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