Por Renata Jara Manríquez

El pasado lunes 28 septiembre, ilustraciones sobre el aborto legal inundaron las redes sociales. “Justicia social”, “las mujeres primero”, “compañera será legal y para todas” eran algunas de las consignas más utilizadas. 

Se trata del Día de Acción Global por el Aborto Legal que inició en 1990 en el 5to Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe donde se decidió dejar ese día conmemorativo por la lucha hacia el aborto como un derecho humano. 

El movimiento en Latinoamérica continúa y las feministas en Chile no están ajenas a ello. Fueron las protestas feministas que instalaron la demanda del aborto que además afronta a las autoridades gubernamentales y eclesiásticas, dotando a la cultura de una nueva visión sobre los derechos de la mujer.

Si bien en Chile existe una ley que despenaliza el aborto, ésta sólo responde para tres causales que son en casos de violación, peligro para la vida de la mujer o si el embarazo padece de patología incompatible con la vida fuera del útero; dejando fuera todas las demás razones. 

¿Respeto por la vida?

Dentro de los argumentos por el grupo pro-vida, quienes están contra el aborto, se encuentra el que es una falta a la vida por dictarle la muerte al ser; pero en ninguno de los casos se hace mención a la vida de la mujer que va a parir, se opina de su cuerpo con tal facilidad que se olvida de que detrás de ello hay una historia, una vida, una persona con voz y poder de decisión. 

La moral se ve cuestionada porque se sustenta a base de creencias y bajo un sistema donde ve a la mujer como sinónimo de madre sobre el ser persona, se trata de patriarcado. En nuestro país se ve la potestad de elegir pasando a llevar el cuerpo de la mitad de la población, bajo argumentos como que el embrión o feto también tiene derechos; sin embargo, los derechos son para las personas y la rae la define como: “Individuo de la especie humana”, pero ¿cuándo se es ser humano? y es donde ahí se confrontan las interpretaciones y teorías biológicas en las que influyen las creencias culturales e incluso experienciales, que se visualizan en las opiniones sobre el tema. No obstante, esto se convierte en un grave problema cuando pasa a ser una política pública, el cuerpo pasa a ser público. Las mujeres de cuerpos públicos, en donde se opina, decide y legisla. 

Obligan a tener niñas y niños que terminan abandonados o crecen en ambientes violentos, carentes de amor y cuidados. En Chile la desigualdad existe y golpea brutalmente áreas como vivienda, educación, salud que son fundamentales para la integridad de todo ser humano y aun así el Estado y gobierno garantiza la vida de todo embarazo, sin hacerse cargo de lo que viene después, la crianza y sus necesidades. 

Esto queda demostrado en los centros del Sename que además de ser parte de una institución bastante irregular y desacreditada, deja en situación de desamparo a una alta cifra de niñas y niños. 

Además, otro problema que no se nombra es la muerte de mujeres por realizar abortos clandestinos, desangradas y desentendidas, porque no hay protección para ellas en los centros médicos.

La desgarradora realidad actualmente se instala como las demandas más importantes y urgentes de parte del feminismo, que el aborto sea visto como un derecho humano sin limitantes por la vida de las mujeres.