Salvemos al arte y el entretenimiento del covid-19

Durante la última década, el arte y la cultura nacional ha vivido una época agridulce, más dulce que agria, con nominaciones, premios y reconocimientos a los creadores, que dejan en lo más alto el nombre de nuestro país. Hoy, golpeados por la cancelación de eventos masivos, el mundo del espectáculo ha sabido ingeniárselas para ganar una carrera que parece imposible, y es parte de nosotros y nosotras, la audiencia, dar el empujoncito final.

Era sábado por la noche, las fiestas ya formaban parte de un mundo mítico, la distancia era -y es- más real que nunca y la atención de este servidor recaía en el televisor, ya que se celebraba el estreno de la cinta “Tengo miedo torero”, dirigida por Rodrigo Sepúlveda y protagonizada por Alfredo Castro. La sensación que me dejó aquella experiencia fue increíble, si bien la magia de estar en una sala de cine no existió, disfrutar de aquella cinta fue totalmente satisfactorio, y atrás quedó el pequeño remordimiento de consumidor de cultura chilena, el que trae consigo la disputa entrañable entre el valor que le damos a nuestros propios artistas y creadores.

Está demás dar una explicación sobre los efectos de la crisis sanitaria debido al coronavirus, mas no dar un espacio para hablar sobre un círculo que ha recibido porrazos desde hace mucho tiempo, y aunque ha levantado premios y ha sido ovacionado hasta por grandes estrellas de Hollywood, hoy tiene nuevamente una pelea frente a frente contra la extinción, se trata de los artistas, actores, actrices, músicos, escritores y todas las personas que usan el alma y el corazón para traer alegría y magia.

¿Por qué dejar que se apagan las luces de los escenarios? Reímos, lloramos, cantamos, leemos, nos emocionamos, porque sentimos esa cercanía, compartimos modismos y esa peculiar manera de ver la vida con los creadores y creadores de Chile, y que aun no reciben el apoyo que merecen por parte del gobierno y que luchan contra los recortes año a año. Ordenemos nuestras prioridades, devolvamos la mano, porque recordemos que cuando comenzaron las manifestaciones sociales, fueron los primeros del mundo del espectáculo en general, en estar mano a mano en las marchas, en realizar conciertos gratuitos, en plasmar el sentir del pueblo en la pantalla, la hoja y en la onda sonora de sus canciones. Probablemente será muy difícil asistir a cada estreno que queramos, comprar cada libro que nos interese o incluso ir a algún concierto, aunque este sea gratuito, pero si es factible aportar de vez en cuando, ya sea con la difusión, compra inclusive con el solo hecho de comentar nuestras experiencias con otras personas.

Quizá mañana, cuando se abran las grandes alamedas, apreciemos la importancia e influencia que ha tenido durante nuestra historia el arte y el entretenimiento.

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