Los desafíos de educar en contexto rural

Profesores y miembros de la comunidad educativa utilizan distintas alternativas para poder llegar de forma efectiva a sus estudiantes durante la pandemia.

El Covid-19 ha transformado todas las esferas de la vida, desde las más cotidianas hasta las más complejas y se han tenido que buscar estrategias para poder seguir avanzando en las actividades que antes eran rutinarias. Una de estas esferas ha sido la educación, desde los comienzos de la pandemia las clases presenciales se suspendieron y hubo que optar por la modalidad virtual/digital. Esto ha generado grandes complicaciones para quienes habitan las zonas rurales del país.

En la actualidad hay aproximadamente 3200 escuelas rurales y tienen particularidades específicas en comparación con las escuelas y colegios urbanos. En primer lugar, hay muchas zonas aisladas o muy lejanas las cuales no tienen acceso a Internet, lo que imposibilita poder conectarse a una red para asistir a clases. De igual manera, según cifras de la JUNAEB, las escuelas rurales del país tienen un índice de un 80% de vulnerabilidad, por lo que es difícil que se cuenten con las herramientas técnicas necesarias como un computador o un celular para unirse a una clase virtual.

Todo esto ha generado complicaciones en los docentes que desarrollan sus labores en este tipo de escuelas, por lo que han tenido que innovar y buscar estrategias distintas para poder llegar a todos los niños y entregarles el material educativo necesario.

Paula Ríos es educadora diferencial y es su primer año trabajando formalmente en una escuela, ya que egresó el año pasado. Trabaja en la escuela Nº 3 Boroa, en Nueva Imperial en la región de La Araucanía y debido a las condiciones de sus estudiantes optaron por no realizar clases virtuales. “No hacemos clases virtuales porque los niños y sus familias no tienen buena señal, menos tienen Internet. Esa ha sido nuestra mayor barrera en comparación a los otros colegios. Hacemos las clases a través de llamadas telefónicas y les entregamos el material cada 15 días cuando llega la canasta de alimentos de la JUNAEB”, indicó.

Por su parte, Teresa Venegas, se ha hecho conocida como “la profesora radial de La Araucanía”, ya que su estrategia fue comenzar a hacer clases a través de la radio. Teresa trabaja en en la Escuela Marimenuco  y comenta que “aquí no hay Internet, no hay teléfono, y como muchas zonas rurales acudimos a la radio. Ese fue el método que ocupamos para acercarnos a las familias y a los niños para hacer acompañamiento emocional más que pedagógico. Es muy difícil poder monitorearlos a través de la radio, pero hacemos actividades lúdicas y entrega de guías a domicilio”. Sus proyecciones al respecto aún son inciertas ya que el virus ha implicado un desafío constante. Sin embargo, los profesores continúan buscando las mejores estrategias para poder llegar tanto a los apoderados como a los estudiantes, ya que es importante el trabajo en conjunto para un adecuado desarrollo escolar.

Teresa Venegas haciendo clases. Fotografía: Noticias UAI.

Ambas profesoras manifestaron que ha habido poca ayuda y preocupación por parte del Ministerio de Educación en esta materia.

Los padres y madres son un pilar fundamental

Alex Pantoja es docente y orientador en la escuela Bicentenario Adenauer, en Melipeuco. Ellos optaron por realizar clases virtuales, pero no funcionó y eso generó mucha frustración en los estudiantes y también en sus padres y manifestó que “se nos quedaron atrás muchos niños por la conectividad y tuvimos problemas con los papás porque ellos veían que sus hijos no estaban aprendiendo nada y les decían que mejor se dedicaran a trabajar en el campo y dejen de estudiar. Tuvimos que ir donde ellos, sensibilizar a los papás y hacerles ver que estábamos todos en las mismas. Finalmente optamos por realizar clases presenciales con muy pocos alumnos e ir a entregarles el material a aquellos que no pudiesen asistir”.

Además, es importante destacar que -según información entregada por el MINEDUC-  los padres, madres y apoderados de escuelas rurales tienen menos años de escolaridad en comparación a los colegios urbanos, por lo que también ha resultado complejo que puedan apoyarles al momento de realizar sus tareas académicas. Paula Ríos en ese aspecto indica que “los padres tienen mucho estrés, nos han dicho que no tienen tanta paciencia para enseñarle a sus hijos porque están con mucho trabajo y pocos tienen niveles altos de escolaridad, incluso tengo apoderados que son analfabetos por lo que se complica mucho el apoyo a los niños, sobre todo a los más pequeños que necesitan monitoreo constante”.

Apoderada colaborando en educación desde casa. Fotografía: Radio Camila.

Los tres docentes coinciden en que se comunican con los apoderados a través de llamadas telefónicas y cuando han observado situaciones muy preocupantes hacen visitas domiciliarias. Alex Pantoja menciona que “se ha evidenciado en esta situación que los padres no estaban acostumbrados a convivir con sus hijos, y esto ha incidido gravemente en el estado socioemocional de todo el grupo familiar. Sin embargo, está claro que tienen la mejor voluntad para que sus hijos terminen el año académico ya que el objetivo de todos es evitar la deserción escolar”.

Sus proyecciones al respecto aún son inciertas ya que el virus ha implicado un desafío constante. Sin embargo, los profesores continúan buscando las mejores estrategias para poder llegar tanto a los apoderados como a los estudiantes, ya que es importante el trabajo en conjunto para un adecuado desarrollo escolar.

Top