¿Cómo es ser mamá y tener clases en línea?

Aún a pesar del desafío que supone congeniar la maternidad con las clases online, ambas concuerdan en el gran beneficio que supone poder compartir más tiempo con sus hijos. 

Pía 

       Pasadas las 10 de la noche, después de hacer dormir a su hijo Sebastián, Pía, 23 años, se pone a estudiar. Está en tercer año de Ingeniería Civil Industrial en la Universidad de Talca, y además, maneja una pyme de accesorios y joyas a través de Instagram. 

       Su día parte a las ocho de la mañana, cuando su bebé se despierta. Habitualmente deja todo organizado la noche anterior, incluida la muda de su hijo para el día siguiente. Si tiene clases, entonces su pareja, Gonzalo, baja con el niño al primer piso de la casa, para que ella se pueda concentrar en la quietud de la planta alta. En cuanto a rutina de estudios, afirma que prefiere estudiar de noche, «porque de día no me concentro muy bien. A veces el Seba se pone a gritar,  o quiere tomar pecho, así que para mi lo más cómodo es en la noche, después que se duerme”. 

       Sobre su maternidad, asegura que “con ayuda todo se hace más fácil, saber que tengo el apoyo de él y que no estoy sola”, también destacando la respuesta de su universidad, porque “los profes se han portado un 7, siempre me dan facilidades por ser mamá”. No obstante lo anterior, menciona que a veces la situación le es desafiante, “porque tienes muchas más cosas, estudiar, tener un emprendimiento y ser mamá se pone pesado aunque uno tenga ayuda”. 

 

Imagen referencial: mamá con clases en línea 

Sin embargo, a pesar de las dificultades, asevera que “aunque me ha costado concentrarme lo encuentro mejor, porque así estoy con el Seba” y que ama ser mamá porque piensa que es lo mejor que le pudo haber pasado. 

Imagen referencial: la polémica generada porque un profesor le prohibió a una de sus alumnas amamantar durante las clases en línea

Belén, 22 años, va en quinto año de  Periodismo en la UdeC, y es madre primeriza. Su bebé, Itka, nació a mitad de año, en medio de la pandemia. “Cuando comenzamos con las clases online, yo tenía siete meses de embarazo y las clases me ayudaban bastante para distraerme y mantenerme ocupada, para no pensar tanto en el hecho del embarazo y las incomodidades físicas”. 

Sobre la ayuda que le dio la Universidad, afirma que le dieron “todas las facilidades del mundo y que hicieron todas las preguntas”, mencionando que dio aviso a la jefatura de su carrera, quienes comunicaron a todos los profesores con los que cursaba asignaturas de la situación para que estuvieran al tanto, consultaron en la Dirección de Servicios Estudiantiles (DISE) cuáles eran las acciones que ella debía realizar y proporcionaron oportunamente información sobre los beneficios a los que podía optar, tanto ella como su pareja, proporcionados por la casa de estudios. 

También destaca el aporte que sus papás significaron, dado que producto de la pandemia empezaron con teletrabajo, y que su pareja se fuera a vivir con ella y su familia, porque eso “significó un mayor vínculo emocional y de apego con el bebé, que muchas parejas no tienen, porque por lo general nace una guagua y dado que los papás tienen que trabajar la guagua se va a sala cuna, entonces no pasa todo el día, las 24 horas, con ellos. En cambio ahora, por la pandemia y por el teletrabajo, eso sí se ha dado, entonces el apego es mucho más fuerte y distinto”. 

 

Sobre su maternidad, afirma que lo frustrante viene dado por la presión social, pero que “ha tenido mucha suerte por el hecho de tener a sus papás, que fueron muy comprensivos desde el primer momento, y siempre hubo demasiado apoyo, de parte de amistades y de todo el mundo. Y vivir con Daniel (su pareja) lo hace todo más fácil, porque nos dividimos las tareas, como en turnos”. 

La FEC al rescate

Alén Arancibia estuvo en la Vocalía de Género y Sexualidad de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Concepción durante el proceso de entrega de becas a madres estudiantes durante  la pandemia, que se llevó a cabo hace apenas unos meses atrás.

“La idea era reunir todo el dinero que a las vocalías les había sobrado de sus funciones, que en algunos casos era bastante, y con esa plata becar a estudiantes que lo necesitaran”. Para organizar la ayuda, la recaudación se dividió en dos, becas de madres y generales, para lo cual se ofrecieron veinte plazas con un aporte total de 50 mil pesos. 

La Vogesex se hizo cargo específicamente de la entrega de la ayuda financiera a madres, que fue solicitada por alrededor de 200 estudiantes, y que finalmente la decisión se basó “en el cuestionario que hicimos, mandamos un criterio para rellenar y en lo que más nos centramos fue en la cantidad de hijes que tenían, de hecho, todas las mamás que becamos tenían más de un hijo del cual hacerse cargo, y también lo que tiene que ver con el ingreso del hogar, escolaridad del niño o niña, existencia de miembros de la familia con enfermedades crónicas o que hubieran perdido sus trabajos por la crisis económica”. Ahora bien, dado que la vocalía está saliente de su cargo, se hizo la petición para que la próxima FEC amplíe la ayuda otorgada a 80 personas, con el mismo monto, para el próximo periodo.  










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