El mercader de Venecia y su merecida adaptación en el siglo XXI

Una de las obras teatrales más representadas en el mundo tuvo una sobresaliente adaptación al cine el año 2004, de la mano del destacado cineasta Michael Radford, responsable de “El Cartero y Pablo Neruda”. En ella, el británico convocó a un inusual elenco, del que destacan Jeremy Irons y Al Pacino, dos pesos pesados de la actuación en los papeles protagónicos.

El Mercader de Venecia, desde su creación en 1596, tiene en su haber miles de representaciones teatrales en todo el mundo debido a su particular relato, personajes potentes y ácidas críticas socioculturales. Por estas razones es entendible su influencia, incluso suele ser reconocida como la mejor obra del virtuoso dramaturgo Williams Shakespeare. Teniendo esto en consideración, es extraño el poco interés en adaptarla a la pantalla grande. Su primera versión fue realizada en Alemania en 1923, en formato mudo y de escasa repercusión. Finalmente, la adaptación que le hizo justicia llegó 408 años después de su publicación.

A grandes rasgos, El mercader de Venecia relata la historia de una deuda. Bassanio (Joseph Fiennes) es un joven aristócrata caído en desgracia que busca cortejar a la esplendorosa Porcia (Lynn Collins). Para ello le pide dinero al comerciante Antonio (Irons) quien también se encuentra en problemas económicos. A pesar de eso, decide ayudar a su amigo, y para ello le solicita dinero a Shylock (Pacino), un inescrupuloso comerciante judío, resentido con la sociedad veneciana. Este lo somete a un humillante acuerdo: si el dinero no es devuelto antes de la fecha acordada, Antonio deberá entregarle una libra de su carne corporal al prestamista.

La obra de Shakespeare posee múltiples adaptaciones a radio, óperas y televisión. Por su parte, el único antecedente cinematográfico corresponde a una película muda de 1923 realizada en Alemania. Extraída de Elpais.com.uy.

Toda acción se aprecia orgánicamente como parte de su mundo, lejos de las exageraciones teatralizadas que suelen tener los diálogos, propios de este tipo de adaptaciones. Es más apreciable considerando que este tipo de elementos son parte del ADN del teatro y cómo no, de esta obra. La película posee diálogos soberbios -en parte por sus virtuosos protagonistas-, elegantemente adaptados y respetuosos de la obra original.

Es interesante el despliegue de diálogos jurídicos que expone y cómo se desenvuelven los personajes en él. Pacino crea a un Shylock vulnerable, que llega a su punto cúlmine adoptando una personalidad arrolladora y soberbia, cubierta de odiosidad. Por otro lado, Irons interpreta a un imponente Antonio al iniciar la película, para concluirlo como un individuo frágil y agobiado. Sin duda es una adaptación que le hace justicia a su obra, llena de descarnadas críticas socioculturales, incluso homologables con la actualidad.

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