Las complejidades de estudiar artes escénicas en formato virtual EntrelíneasPor Paula Daniela Vidal Fernandez - 8 enero, 2021 Estudiantes de distintas escuelas de danza y teatro entregan su experiencia de desempeñarse en esta modalidad. Ciertamente este año ha implicado múltiples dificultades en el ejercicio pedagógico en todos los contextos. Adaptarse a tener clases virtuales en colegios y en universidades ha sido un tremendo desafío tanto para estudiantes como para docentes. Sumado a las complejidades técnicas y económicas de no tener acceso a internet o a un dispositivo en el cual conectarse a las clases, las dinámicas educativas han cambiado profundamente en esta nueva forma de enseñar que ha sido la predominante durante el año 2020. Sin embargo, hay una arista que es muy importante y que hace cuestionarse los formatos que puede adoptar esta nueva manera de educar, y la versatilidad que puede llegar a tener: la enseñanza de artes escénicas. ¿Cómo es posible enseñar teatro o danza a través de una pantalla? ¿Cómo se hace un trabajo colectivo con otros cuerpos cuando no hay contacto físico? ¿Es posible gestar y pensar la danza o el teatro desde la virtualidad? Es probable que esas preguntas no se respondan en este reportaje, ya que aún estos formatos son muy recientes y es difícil pensarlos cuando aún tienen tan poco tiempo. Además, es probable que las respuestas a esas preguntas no sean tan tajantes. Pero, para poder entender un poco de lo que ha significado ese proceso, conversamos con 5 estudiantes de artes escénicas de distintas universidades o institutos para conocer su visión respecto a cómo ha sido el proceso y su experiencia. Teatro y actuación desde la virtualidad Camila González es estudiante de tercer año de la carrera de Actuación en el Instituto ARCOS. Comenzó durante su adolescencia a aventurarse en el teatro y la actuación, asistiendo a clases y talleres en Temuco, su ciudad natal. “Me acuerdo que en la UFRO impartían talleres y los quise tomar porque yo no sabía que era el teatro y quise intentarlo. Ahí me enamoré de la dramaturgia, de las obras de teatro, de que mi cuerpo estuviese a disposición de un otro”. Después de esas experiencias se decidió a estudiar la carrera formalmente ingresando el año 2019 a cursarla. Camila González en preparación de personaje. Fotografía: Camila González. El instituto ARCOS optó por una versión online, sin embargo, entregó facilidades a sus estudiantes pertenecientes a carreras vinculadas a las artes escénicas, ya que dio la posibilidad de tomar solo las asignaturas teóricas del año. De esta forma, las asignaturas prácticas se pueden aplazar hasta que se vuelva a trabajar desde la presencialidad. Camila menciona que: “Estábamos muy esperanzados porque pensamos que podríamos volver en septiembre de forma presencial a tener las asignaturas prácticas, pero no se pudo”. Camila, sin embargo, optó por tomar algunas asignaturas prácticas durante el segundo semestre, aunque con bastante pesar, ya que para ella “en todas las carreras del arte en las que necesitas el físico, necesitas estar con tu compañero, es una carrera colectiva y no individual. Por más que hagas un monólogo también vas a necesitar a la gente. Vas a necesitar un director, a los tramoyistas, etc”. Rocío Jerez, estudiante de Licenciatura en Artes mención Actuación teatral en la Universidad de Chile, coincide plenamente con Camila en las dificultades que este nuevo formato ha generado para la carrera que ellas estudian. Rocío recalca que para ellos fue muy complicado porque siempre les dieron la esperanza de volver a la presencialidad. “Ha sido súper difícil, porque si bien ha bajado la carga académica, las exigencias siguen estando bastante altas y nos piden muchos videos y actuación frente a cámara y nosotros estudiamos actuación teatral, dos registros de actuación absolutamente distintos”, comenta la estudiante de cuarto año. Presentación online de la obra «Kaspar». Fotografía: Rocío Jerez. En esa misma línea, Isidora Rau, estudiante de segundo año de Teatro en la Universidad Mayor indicó que “mi universidad ha usado la plataforma Zoom y traspasar el lenguaje teatral a ese formato ha sido bastante frustrante para mí y mis compañeros, es complejo cuando tienes una señal de internet inestable, ya que se corta completamente el flujo energético. Se pierde el ritmo y es muy difícil trabajar en esas condiciones”. Bailar desde la pantalla El estudio de la danza es algo que puede ser incluso más complejo desde el punto de vista virtual. El estudiante de teatro puede generar un trabajo individual y corporal desde su casa, sin embargo, desde la danza se requiere de la observación constante y minuciosa del cuerpo desde todas las perspectivas, situación que la pantalla no permite. Carolinne Solís, tiene 22 años y va en segundo año de la carrera de Danza y coreografía en la Universidad de Artes, Ciencias y Comunicaciones (UNIACC). A su universidad la pandemia la tomó por completa sorpresa, por lo que optaron por suspender las clases en marzo hasta poder volver a la presencialidad. Evidentemente, durante el 2020 la presencialidad fue una utopía, por lo que finalmente iniciaron su semestre académico durante el mes de junio. “Fue contradictorio porque primero nos dijeron que era imposible que una carrera de artes escénicas se desarrolle de forma online y luego se dieron cuenta de que no había otra opción y había que hacerlo de esa forma”, mencionó. En la carrera de Carolinne, actualmente todas las asignaturas se están impartiendo en formato teórico. “Por ejemplo, ballet, los profesores nos hacen buscar información. Ya que evidentemente, nadie tiene una sala de danza en su casa con espejo y barra”, complementa Carolinne. Producto de la disconformidad de los estudiantes por el formato que adoptó la universidad, estuvieron en paro durante algunos meses y Carolinne indicó que “tenemos un ramo que es tap dance, si eso no se practica uno no puede ser bailarín de ese género y nos estaban evaluando el año académico con información secundaria y teórica. Finalmente logramos cursar nuestros ramos, aunque con dificultad”. Por otra parte, Valentina Del Pino, estudiante de Danza en la Academia de Humanismo Cristiano recalcó que tuvo todo el tiempo las asignaturas tanto teóricas como prácticas, sin embargo, menciona que “son muchas menos clases en el formato virtual a las que serían en el formato presencial. La universidad es un espacio para absorber conocimiento desde lo práctico para nuestras carreras de artes escénicas y el proceso está muy cortado desde que ocurrió lo del estallido social. Mi visión del arte y en particular de la danza es que si no ocurre en colectivo, no ocurre”. A estas dificultades se les suma el hecho de que no todos los estudiantes de danza poseen un espacio adecuado donde poder desempeñar sus ensayos y Carolinne menciona que “lo más fuerte ha sido el tema de la desigualdad y de las condiciones que cada uno tiene en su casa para dar una evaluación. Yo, para poder rendir, tengo que desarmar el living entero de mi casa y tengo muchos compañeros lesionados, ya que inevitablemente chocas con las cosas, porque no está adaptado para ser una sala de danza”. Lado positivo y una gran herramienta complementaria al quehacer artístico Si bien, todas las personas entrevistadas dentro de este reportaje destacaron que esta no es la forma idónea en la que se pueden estudiar las artes escénicas, también hay algunas ventajas y el formato virtual a través de la pantalla puede convertirse en una gran herramienta, sin embargo, no puede reemplazar a la práctica artística cuerpo a cuerpo. Isidora Rau siente que ha sido una gran ayuda en términos sociales y emocionales para poder enfrentar esta pandemia: “La ventaja ha sido que las relaciones entre compañeros han sido más amenas, nos hemos aferrado a este espacio para poder socializar dentro de la pandemia. Los profesores también han hecho un gran esfuerzo por ser muy cercanos pese al formato”. Esta situación también le ha permitido tener contacto visual con sus compañeros y sentir una pseudo cercanía física, pese a la distancia real. Ejercicio teatral «La mantis religiosa». Fotografía: Isidora Rau. Rocío, por otra parte, destaca la versatilidad que ha adoptado como actriz producto de esta pandemia, ya que como está sola y ha tenido que grabarse a sí misma, ha tenido que asumir múltiples roles. “Este año he tenido que aprender a ser directora, escenógrafa, iluminadora, sonidista, camarógrafa, son muchas nuevas habilidades a las que nos tuvimos que adaptar y pese a que hubo una resistencia al principio, finalmente pudimos llevarlo a cabo” destacó. Valentina, desde la danza, relevó la importancia de poder desarrollar y reflexionar en torno a su práctica artística desde la individualidad “ha sido bonito para entender la danza desde dentro y desde un proceso más personal. Pero por otra parte me cuesta encontrarle un sentido a no compartir la danza”. Si bien, todas las estudiantes entrevistadas en este reportaje coinciden en que ha sido posible descubrir ventajas dentro del formato virtual y que puede convertirse potencialmente en una herramienta complementaria al quehacer dentro de las prácticas artísticas escénicas, para todas es urgente volver a desempeñar sus labores desde lo presencial y en colaboración con sus compañeros y docentes.