Día de la Danza: nada que celebrar

El abandono hacia el mundo de las artes ha sido brutal: el apoyo económico por parte del Gobierno chileno ha sido escaso. Sin mencionar que será uno de los últimos gremios en abrir sus puertas. Como todos, han debido reinventarse y abandonar la esencia de la presencialidad. El aire de celebración antes de cada 29 de abril es sustituido por un sentimiento de nostalgia por lo que fue. Pese a las nocivas condiciones laborales que enfrentan, desde las artes escénicas se contempla un futuro esperanzador.

El 2021 se vislumbraba como la esperanza de uno de los sectores más abandonados y precarizados desde el inicio de la pandemia, aunque también desde mucho antes. Fueron los primeros en cerrar sus puertas y también serán uno de los últimos en volver. El mundo de las artes intenta sobrevivir, con uñas y dientes, a un nuevo año en la virtualidad.

En abril del año pasado, el Catastro del estado de situación Agentes, Centros y Organizaciones Culturales dio a conocer la crítica situación a la que se enfrentan artistas visuales y escénicos. Este reveló que casi el 80% de las personas que trabajaban de forma independiente declararon que no tenían un ingreso estable y que dedicaban más de la mitad de su actividad laboral al sector artístico y/o cultural. El impacto de la pandemia en estos rubros se tradujo en la disminución de ingresos, cancelación de eventos programados y postergación de actividades.

Un panorama bastante desolador ante el crítico momento que vive Chile y que no ve muchas luces a pocas semanas de un nuevo día de la danza. Un homenaje cuya celebración deja un sabor amargo al pensar que el próximo 29 de abril no se abandonará el frío de lo digital. Lo que pone en discusión el futuro de quienes desean dedicarse a esta profesión.

Varias universidades han suspendido las admisiones de Danza para 2021. Fotografía de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano.

Docentes, bailarinas/es y estudiantes han debido adaptarse -obligadamente- al formato en línea para el desarrollo de sus actividades. La experiencia de lo sensorial, la interacción con las corporalidades y el fluir en espacios comunes son aspectos que debieron reemplazar por la soledad de las pantallas, relegando sus disciplinas a espacios que no necesariamente estaban preparados para ello.

Las brechas en las artes escénicas -tanto en el ámbito profesional como amateur– se manifiestan en la conectividad, los equipos tecnológicos y costos de los estudios en un momento en que los ingresos no están asegurados. Pero también en el acceso a implementos y espacios adecuados para la danza, algo que no está a la mano de todas las personas. Algo en lo debes invertir si quieres dedicarte a ello.

Para quienes añoramos las pistas de ensayo, los escenarios y la camaradería de esta disciplina, la nostalgia de las antiguas experiencias son una carga pesada en las almas danzantes. Pero sin duda son también el impulso necesario para canalizar la motivación en nuevos formatos, a la espera de un futuro más prometedor.

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