Menos metacognición y más riesgo de deterioro intelectual: las consecuencias del estrés crónico en la infancia

Desde la neuroeducación postulan que el cerebro emocional domina el cerebro cognitivo, por lo que es imposible aprender de buena forma si la persona no está bien emocionalmente. Se trata de una situación que también ocurre con la juventud. Una noticia que dio la vuelta al mundo por redes sociales puso nuevamente en el debate el estrés y la sobreexigencia escolar.

Una supuesta carta de un director dirigida a apoderados de un instituto en España revolucionó las redes sociales la semana pasada. En ella, la autoridad escolar habría hecho un llamado a no presionar a los y las estudiantes ante un próximo periodo de exámenes.

La medida fue aplaudida por algunas personas y rechazada por otras por “fomentar la mediocridad”, aunque se trataría finalmente de una noticia falsa. Pese a esto, se trata de una misiva que también causó revuelo en Chile, colocando en debate las presiones que puede generar el sistema escolar en niños, niñas y adolescentes.

La especialista en neuropsicología Infantil, Carolina Panesso, describe que en el contexto académico existen respuestas positivas al estrés por ser estimulantes y esenciales para el desarrollo saludable, donde el profesor se convierte en una figura de apoyo y un modelo para la regulación emocional.

Sin embargo, también enfatiza en la complejidad del entorno en que viven algunos menores, casos donde las escuelas tienen un papel clave. “No podemos olvidar que muchos de nuestros niños están expuestos a situaciones de estrés tóxicos, por lo que lo mínimo que uno podría esperar es que sus escuelas o colegios puedan ser espacios de contención y no estresores que perpetúen estos efectos”, agrega.

La carta viralizada fue chequeada por el medio de verificación español, Maldita.es.
Fotografía de Clarín.

La situación es preocupante si consideramos el estado psicológico de los más jóvenes en Chile: los y las menores de seis años del país sufren la peor salud mental del mundo. Así lo indica un informe realizado en 2019 por la psiquiatra infantil y juvenil, Mónica Kimelman, junto al doctor en Psicología Infantil, Felipe Lecannelier. En él se concluye que entre el 12 y 16 % de este grupo etario tiene ansiedad o depresión, el doble del promedio a nivel global.

La magíster en Educación, Carolina Stevens, apunta hacia una dimensión más estructural sobre la problemática. “No es que la culpa la tengan 100 % los padres o 100 % los colegios, es algo de la sociedad. Estamos dejando a los niños en último lugar y nadie se preocupa de estudiar neurociencias para ver cómo uno puede encariñar (a los niños) y hacer que aprendan lo que tienen que aprender, pero de una buena manera”, detalla.

El impacto del estrés en la metacognición

Las condiciones de estrés crónico generan efectos bioquímicos perjudiciales al generar una mayor producción de glucocorticoides en el sistema. El doctor en Ciencias Cognitivas, Gabriel Reyes, destaca que lo anterior afecta en áreas del cerebro relacionadas con la empatía y la metacognición, una capacidad de todos los individuos -en condiciones normales- de monitorear sus estados mentales.

Reyes agrega que estos efectos en la metacognición van incluso más allá de la escolaridad y que sus consecuencias podrían ser aún más evidentes producto de la pandemia. “Cuando estamos en una condición de estrés sistemático por varios meses, no logramos interrogar nuestra mente y no tenemos acceso a nuestros estados internos. Ese actuar por defecto es negativo no solo para la educación, también lo es para la empatía y los estados emocionales”, explica el también director del Laboratorio de Ciencias Cognitivas.

Carolina Stevens es enfática en señalar que “un cerebro estresado no aprende”.
Fotografía de Revista Compensar.

La importancia de la educación emocional

Una activación prolongada de los sistemas de respuestas de estrés en niños y niñas puede aumentar el riesgo de enfermedades relacionadas a éste y el deterioro cognitivo en la edad adulta, por lo que la neuropsicóloga infantil, Carolina Panesso, hace énfasis en la necesidad de la educación emocional.

“Si un adulto aprende a reconocer, regular y hacer frente a sus emociones, estará más preparado para acompañar la respuesta al estrés de un niño, generando un patrón saludable de respuesta y regulación. En la medida que al menos uno de los padres o cuidadores está constantemente involucrado en una relación cariñosa y de apoyo con un niño pequeño, la mayoría de las respuestas al estrés serán positivas o tolerables, pero es necesario aprender a ser un cuidador sensible y esto solo se logra mediante la educación emocional”, afirma Carolina.

El psicólogo, Gabriel Reyes, también defiende la importancia de la promoción de habilidades socioemocionales saludables no solo como un indicador de educación, sino de salud mental en general. “Tenemos que intervenir a nivel de profesores y de alumnos. Y si fuera una situación ideal, también a nivel de apoderados, que hoy en día son los grandes profesores con la virtualización de la educación”, describe.

La educación emocional dentro de la esfera escolar es un principio que proponen desde la docencia, la salud mental y las neurociencias para promover una mejor salud mental en niños y niñas, pero también para la sociedad en general. Un primer paso para abandonar los récords que rodean a Chile en esta materia, agudizados tras la pandemia COVID-19 que nos aqueja.

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