Es tiempo de hablar

Pese a que existen distintas justificaciones filosóficas acerca de los valores que se encuentran en el fundamento de la libertad de expresión, la relación de la misma con el proceso democrático aparece en todas las clasificaciones, junto a la búsqueda de la verdad y a la autonomía individual, dice García Higer.

 

¿Qué se puede decir que no se haya dicho ya? Por estos días, el concepto de “libertad de expresión” está muy manoseado, en cuanto a ser un derecho que faculta a emitir información y opinar, sin censura previa, por cualquier medio y de cualquier forma. Claro, a ese respecto algunos pueden argumentar que el Ejército estuvo en su legítimo derecho a defenderse de la mofa que le supuso el sketch de La Red, mientras que otros sostendrían que cuando alguien se defiende “fusil en mano” no se trataría, ni más ni menos, que de una amenaza y que el Estado no tendría por qué haber defendido lo que se interpretó como un acto de censura.

 

Sin embargo, esta opinión no va por ahí. Mirando el gran panorama, cualquiera diría que Chile enfrenta un momento crucial en su historia, pues las elecciones de quienes redactarán la nueva carta magna que guiará el progreso de la nación y dará resguardo y respeto a varios derechos por años ignorados están a la vuelta de la esquina, junto con las al mismo tiempo temidas y anheladas presidenciales. 


En este escenario, considerando la historia reciente del país, defender la libertad de expresión se hace urgente y necesario. Y no a un nivel ideal o utópico, sino de forma reaccionaria y deliberada. La confianza en las Instituciones y la legitimidad del gobierno están por el suelo, la democracia está frágil y el fantasma del pasado -tan doloroso y violento como es- está siempre presente. Considerando meramente estos hechos es posible vislumbrar la real importancia de tener una esfera pública en la que todas las opiniones puedan circular.

 

   

  

Fuente: Google. 

Escuchar al otro no siempre es fácil, pero es necesario. 

Ruben García Higer lo dice, un debate publico democrático necesita de intercambio libre y abierto de ideas y puntos de vista. En ese sentido,  “la libertad de expresión es un instrumento esencial para la democracia, ya que la segunda solo puede ser calificada como tal cuando los individuos pueden formarse un opinión y decidir conociendo las opciones mas relevantes en liza”. Sólo así, cuando las distintas opciones puedan tener acceso y ser sometidas al escrutinio democrático, por más funestas que estas sean, se va a poder hacer un ejercicio democrático total, que ayude a abrir las puertas a la incomodidad necesaria para generar una conversación provechosa que produzca cambio. El cambio que se necesita.

 

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