La Inteligencia Artificial ya es parte del cotidiano. Nuestros dispositivos, los algoritmos de la web, el procesamiento de información en internet, hasta en las formas que ha tomado la industria del trabajo, son muestras de ello.

«Un ciborg es un organismo cibernético, un híbrido de máquina y organismo, una criatura de realidad social y también de ficción”

— Donna Haraway, Manifiesto Cyborg (1983)

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La Inteligencia Artificial (IA) se empezó a hacer conocida como un boom en la década del 50 con la ambiciosa meta de enseñarles a las máquinas a pensar de forma compleja como los humanos. Hoy en día aquello ya es una realidad. Sin embargo, se ha afinado un poco más que eso: ahora son capaces de predecir y elegir según un mar de patrones de datos.

Parece que estamos viviendo una revolución tecnológica a velocidades abismantes. Hay muchos que son fatalistas frente a su aparición y aseguran que hay peligros que aún no logramos deducir del todo. Argumentan que podrían ser perjudiciales para la humanidad. 

Sin embargo, la experiencia hasta ahora ha demostrado todo lo contrario. Hasta ahora la IA a permitido poder hablar con tu “yo” del pasado, animar imágenes de personas fallecidas, colorear libros de historias, crear simulaciones de  áreas enormes del universo, mejoras de diagnóstico de cánceres metastásicos complicados, mejoramiento de microscopios de gran escala, e incluso lo último es que se  ha desarrollado: un software de IA capaz de detectar el Covid-19 en 50 segundos. Todos son ejemplos de las infinitas posibilidades de la IA. Y es recién el comienzo.

Las ciencias y los avances tecnológicos pueden definitivamente cambiar el mundo, así lo ha demostrado la actual crisis. En nuestro país específicamente, el conocimiento sobre la materia está totalmente alejado de las comunidades. Estamos en un escenario de retroceso abismal para un futuro lleno de ciborgs que se avecina. Una definición que algunos fanáticos y autores de ciencia ficción, han acuñado para referirse a la mezcla de la realidad social junto a tecnologías cada vez más potentes. 

El avance tecnológico, sugiere a su vez, proyecciones urgentes sobre el mejoramiento de la calidad de vida de los humanos. Para que así, esta crucial alianza no provoque desigualdades profundas, sino todo lo contrario. ¿Podremos los humanos potenciar nuestras capacidades y conocimientos a través de la inteligencia de las máquinas? La respuesta puede ser diversa. Lo que sí es claro, es que el mundo ya cambió. Se rompieron los límites y los humanos han ampliado los horizontes a posibilidades totalmente extraordinarias.