El insomnio: la secuela del confinamiento

La paralización de actividades y la constante preocupación por un futuro incierto han despertado a un enemigo nocturno: el desvelo. El exceso de pantallas más la sobrecarga de trabajo dificultan alcanzar el relajo para conciliar un buen dormir.

Son las diez de la noche y Cristóbal Rodríguez, estudiante en práctica, se prepara un pan para subir a su pieza y jugar con sus amigos en Discord. Una hora y veinte minutos más tarde baja a buscar una botella con agua. No tiene sueño, pero sabe que mañana debe levantarse temprano para cumplir con sus tareas de practicante. “Sólo un rato más. Hoy lograré dormir temprano”, se dice a sí mismo. Desde entonces, han pasado dos horas y Cristóbal sigue sin desear dormir. Se despide de sus compañeros, va a la cama, coge el celular y se queda -sin darse cuenta- cuarenta minutos acostado navegando en Instagram. Cuando recobra la consciencia, decide bajar a lavarse los dientes.

De vuelta a la pieza, ahora sí debe dormir. Ya van a ser las tres de la madrugada, así que apaga la luz y deja el celular cargando. Nueve y media registra la alarma. Son las cuatro y aún sigue despierto. “Si me levanto a las diez, alcanzo a ir al centro por el cargador”, piensa. Entre pensamientos y vueltas, se queda dormido. Suena el despertador, pero no está listo para comenzar un nuevo día.

“Antes era peor”, indica. Recuerda que el año pasado no dormía, porque congeló y no tenía grandes responsabilidades. “Sabía que debía dormir cuando estaba aclarando. Esa era mi señal, antes no”.

El caso de este estudiante es uno entre tantos de quienes sufren las consecuencias del encierro.

Francisca Riveros, periodista, vivió durante siete meses las molestias de un mal dormir. Mediante audios de WhatsApp se sincera y afirma que la pandemia fue el detonante para la ansiedad que le generaba egresar de una carrera que no quería ejercer. “Recuerdo que tenía demasiado sueño, pero no lo podía conciliar, porque cerraba los ojos y sentía mucho miedo, taquicardia y ansiedad. Al final, el insomnio era un síntoma de ansiedad”, expresa.

Una de las mayores inquietudes que le generaba este malestar era que no sabía cómo comentarlo a sus padres, además de sentir que no encaja en un sistema tan tradicional.

Algunas personas suelen trabajar de noche, lo que puede ser un hábito poco saludable. Fotografía: Freepik.

Opinión de expertos

Desde su oficina en Puerto Montt, Enrique Aguilar, neurólogo y especialista en medicina del sueño, señala que percibe un aumento importante en las consultas por este trastorno en comparación a antes de la pandemia. “Son varios los factores que podrían explicar que se gatille insomnio en estas condiciones. El uso frecuente de pantallas electrónicas es uno de ellos, ya que altera la exposición normal y fisiológica a la luz y oscuridad, que son los principales reguladores del ciclo nocturno”, explica.

Para quienes toda la vida han sido deportistas, el confinamiento no significó dejar de entrenar. En cambio, para los que lograban ejercitarse a través de un vertiginoso día, el encierro y el teletrabajo les quitó esa oportunidad. Precisamente, Aguilar explica que el sedentarismo también es responsable de los desvelos nocturnos. “A menor actividad física, menor agotamiento, el cual es un potente inductor natural para dormir”.

En la ciudad penquista, Gonzalo Quiroz, también neurólogo, comenta por llamada que la frecuencia de atenciones ha incrementado, principalmente, por características tensionales, lo que es un resultado de la alteración del sueño.

Levantarse temprano y mantenerse activos son recomendaciones para mejorar el hábito del sueño. Fotografía: Bodytech.

Entre lo correcto y lo necesario

Francisca, al igual que Cristóbal, sabía que debía hacer algo para cambiar su problema. Riveros declara que se automedicó pastillas para dormir, además de progresar en la comunicación con sus padres, quienes la entendieron y comenzaron a apoyarla. También decidió iniciar terapia cognitiva, lo que le ha ayudado bastante.

En tanto, Rodríguez notó un cambio en la intensidad de sus actividades profesionales, lo que lo obliga a organizarse mejor e intentar, conscientemente, quedarse dormido para cumplir activamente con sus quehaceres al día siguiente.

Como recomendación, el doctor Aguilar apunta a no tomar siestas en diferentes momentos del día, ni dormir de más durante las mañanas. Igualmente, es enfático en señalar la importancia de mantener actividad física regular, siempre y cuando la persona se sienta capaz.

Curiosidades pandémicas

Lejos de ser un fenómeno para apreciar, la actual crisis sanitaria guarda algunas curiosidades dentro de su inhospitalidad, como que la única pandemia con tal magnitud ocurrió hace más de cien años: la gripe española, o que, de acuerdo a estudios, el virus afecta más a hombres que a mujeres.

Gonzalo, el neurólogo, aporta a esta investigación según observaciones en sus atenciones. “Han aumentado las consultas por problemas de ansiedad y ánimo del adulto mayor. Es muy novedoso. Está dado porque, al estar en constante cuidado, se sienten encerrados. Creen que han perdido su independencia”, afirma.

Indiscutiblemente, la pandemia alteró la vida de todos. Sin embargo, no deja de ser la excusa necesaria para escuchar con más atención las aflicciones personales y acudir por ayuda a los profesionales, ya que será junto a ellos que la población podrá superar este catastrófico escenario actual.

Nicole Reyes Cares
Estudiante de último año de periodismo UdeC.
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