Menos estadísticas y más empatía EntrelíneasPor Antonia Oviedo - 4 junio, 2021 Semana a semana los portales de noticias se llenan de números y fotografías que reflejan la cruda crisis migratoria, deshumanizando un proceso tan natural como es la motivación de buscar un futuro mejor. Los números y estadísticas se han vuelto aún más relevantes durante la crisis provocada por la Covid-19 a lo largo del mundo: los ventiladores disponibles, las inoculaciones realizadas, y por último los contagiados y muertos que a diario va dejando este virus. Lamentablemente, pareciera que cada día nos preocupa más la cantidad de enfermos que la cantidad de decesos. En relación a esto, las plataformas digitales se han llenado de discursos sobre cuál es la manera correcta de convivir: múltiples llamados a valorar la vida, a cuidar de la salud mental, además de proteger y empatizar con el prójimo, son parte de los debates que se generan en redes sociales. Todo este discurso se acaba cuando vemos a familias venezolanas mendigando en las calles. Nos inundan las excusas de la exposición frente al virus e incluso discursos xenófobos que prevalecen desde antes de la pandemia. No vengo con aires de superioridad moral. Tuve que ver noticias de mujeres muertas en la frontera norte de nuestro país que no me movieron ni un pelo, no fue hasta escuchar los gritos desgarradores de un niño abandonado en la frontera entre México y Estados Unidos que esto entró fuertemente en mis pensamientos. Voluntaria de la Cruz Roja, luego de este acto tan humano tuvo que cerrar sus redes sociales por la cantidad de comentarios xenófobos y machistas. Fuente: elpais.com. Es que ya nadie se detiene a analizar las cifras que nos entregan cada día. Son números y los vemos lo suficientemente lejanos para considerar que algún día podríamos pertenecer a ellos, no somos capaces de visualizar la cantidad de historias que hay detrás de ellos. Es deshumanizante que dentro de un momento tan complejo como es el salir en busca de dignidad a otro territorio, se te catalogue solo como uno más. Provenimos del mestizaje, todos tenemos algo de inmigrantes. Las grandes ciudades del primer mundo a las que aspiramos, tal como Nueva York, son producto de todo lo que los migrantes han podido aportar culturalmente. No dejemos de sentirnos dolidos e incómodos por lo que están viviendo estas personas, ocupémonos de quienes vinieron a buscar un mejor vivir a nuestro territorio. Seamos empáticos y no nos hagamos los desentendidos como si estuviéramos libres de vivir una situación similar. Todos estos procesos son largos, dolorosos y complicados, pero si les brindamos apoyo, ellos podrán aportarnos con todos sus conocimientos y generar una sociedad distinta.