La necesidad de la responsabilidad afectiva

Una masculinidad positiva es aquella persona que aunque sostenga privilegios, no los utiliza como excusa para hacer daño, ni tampoco para detener su proceso de crecimiento personal.

Por Eduardo Godoy

Desde nuestra primera infancia, como niños se nos enseña a que llorar es malo. Se nos enseña que tenemos que ser fuertes y que es nuestro deber proteger a las personas más débiles. En aquel entonces, colocan a la figura femenina como algo débil, fácil de romper, que siempre necesitará de ayuda. 

Con el tiempo te vas dando cuenta de que las cosas no son así, pero si continúas con aquellas enseñanzas es muy probable que no seas responsable afectivamente. La responsabilidad afectiva es un síntoma del patriarcado. Y se demuestra de maneras muy concretas, como también algunas un poco más difíciles de identificar.

La mentira es la manifestación principal de la irresponsabilidad afectiva en nuestras relaciones ya adultas, ya que se hace necesario mentir para “proteger” la visión, la percepción o la honra de otra persona. En una relación que sea responsable afectivamente no será necesario mentir, ya que todas las cosas que molesten o dañen, pueden ser conversadas. Es decir, la comunicación y mejor dicho, la buena comunicación es la clave para detener este actuar.

No trabajar en uno mismo también es un acto de irresponsabilidad afectiva. Ya que al momento de decidir compartir con alguien, sexual y/o afectivamente se hace necesario que todas las partes vayan avanzando. No es necesario que vayan a la par, ya que uno puede ayudar al otro, pero no puede solo una persona mantener las ganas de superar los traumas y deficiencias afectivas que tenemos. En fin, es un trabajo colaborativo y necesario.


La responsabilidad afectiva es necesaria no sólo en relaciones monogámicas o tradicionales, también en relaciones poliamorosas.
Gentileza de DimeCat.

La educación feminista puede ayudarnos mucho cuando se habla de responsabilidad afectiva. Como hombres tenemos la obligación de recuperar la confianza en que no solo sabemos hacer daño a las demás personas. Tenemos la capacidad también de formar lazos, de crear situaciones y relaciones que nos favorezcan y nos hagan crecer de una manera positiva  y cada vez más alejada de lo que es machista.

Es labor de las autoridades darse cuenta de que es necesario un cambio en la educación sexual en los futuros hombres. Y es necesario que estos cambios vayan ligados al feminismo en pro de crear futuras masculinidades positivas.

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