Epidemia de cesáreas en la Clínica Lircay de Talca

Para muchas madres, el mejor día de sus vidas es cuando traen al mundo a sus hijos. Sin embargo, para otras, ese momento tan importante no es más que un recuerdo que desearían olvidar. ¿La diferencia? El trato recibido por el equipo médico que las atiende.

Por Anaís Castro y Camila Espinoza

“Al inicio fue todo muy lindo, porque era lo que yo deseaba y me sentía empoderada por tener un parto natural”, comentó Claudia Castro, una madre que eligió tener a su tercer bebé en la Clínica Lircay de Talca. 

Debía ser uno de los días más especiales para ella, sin embargo, el sentimiento de felicidad no duró y su decisión fue pasada a llevar por los médicos del establecimiento. Es la realidad de decenas de madres que denunciaron haber sido dirigidas -en todo momento-  a optar por una cesárea. Una problemática que parece ser muy común en este centro médico.

Este procedimiento no es recomendable para todas las mujeres, pero se vuelve especialmente problemático en casos como el de Claudia, dado que sufre de una dolorosa enfermedad uterina llamada adenomiosis. Al comenzar el seguimiento de su embarazo solicitó a su médico de cabecera poder tener un parto, el cual siempre fue la primera opción. No obstante, a medida que pasó el tiempo, la madre desarrolló una depresión que le generó inseguridad de si podía o no tener a su hija naturalmente.

Fue en ese momento que intentó consultar a la clínica cuál era la mejor alternativa, donde se limitaron a responder que la cesárea era la mejor opción. Con gran tristeza, se dio cuenta que los funcionarios no le brindarían la información suficiente para tomar la mejor decisión. “Uno muchas veces espera el apoyo de alguien con experiencia. Que el profesional te diga qué puedes hacer, pero este médico no le dio la importancia para que Claudia tuviera un parto normal” , afirmó Héctor Martínez, esposo de Claudia.

Llegó el anhelado día, pero el ambiente en el centro de salud ya indicaba que algo estaba mal. Durante el procedimiento, ambos sintieron que “el enfoque era cortar, sacar la guagua y que venga la siguiente”, sostuvo Héctor. Además, indicaron que el trato de los profesionales fue frío, no hubo saludos ni la atención suficiente para sentir que se trataba de un gran momento.

Cuando llegaron los cuidados posteriores, el servicio siguió revelando negligencias y mala atención hacia sus pacientes. La falta de calefacción y agua caliente sorprendió a los padres, quienes afirmaron que se trató de una de las peores atenciones que habían recibido en su vida. Sin embargo, el problema para esta familia no acabó aquí, ya que -debido a su enfermedad- Claudia quedó con problemas de salud que podrían haber sido evitados con un nacimiento normal.

Según la OMS, las cesáreas solo se deben realizar cuando es médicamente necesario. Fotografía extraída de OPS.

“Fue en plena cesárea que me di cuenta de que habría podido tener un parto natural. Por el bien de mi hija lo habría hecho, pero el doctor optó por la opción más cómoda para él”, afirmó con decepción.

Una traumática experiencia que también se repitió con otra mujer que decidió tener a su hijo en la Clínica Lircay. “Siempre dije que quería un parto vaginal”, anunció con tristeza una madre primeriza, a quién llamaremos Sofía para resguardar su identidad tras los problemas psicológicos que le dejó la atención.

Las primeras complicaciones se presentaron cuando llegó a atenderse al recinto. A pesar de que le comunicó al médico su deseo de dar a luz de manera natural, con el avance del embarazo, los doctores le dieron razones para creer que podrían haber complicaciones si no se realizaba la cirugía.

Siguió las indicaciones, porque creyó en el diagnóstico de su doctor. Mas, tuvo que nacer su hijo para darse cuenta de que había sido engañada. “Ellos siempre me predispusieron a que tenía que ser una cesárea (…) Sin embargo, nunca fue necesario, porque mi hijo nunca tuvo problemas”, agregó con la voz teñida de arrepentimiento.

A pesar de eso, el nulo respeto a su deseo como mamá solo fue el inicio de los problemas. Sofía, poco antes de entrar al pabellón, se dio cuenta de la gran cantidad de cesáreas que se hacían en la Clínica Lircay y de la mala atención que le dieron a las pacientes que llegaron con la misma ilusión que ella.

“Parecía carnicería. Yo no entendía cómo podían entrar y salir tantas mamás tan rápido de los pabellones”, relató la madre, quien además añadió que el personal no daba abasto para los procedimientos programados para ese día.

“Violencia obstétrica total, nunca hubo un acompañamiento. Hoy puedo hablar mejor de la situación, pero meses atrás no. Estoy en tratamiento por un trastorno de ansiedad que surgió después de la cesárea”, sostuvo Sofía.

Una mala experiencia que fue tan traumática para esta mujer, que incluso batalló casi tres meses en acostumbrarse al hecho de tener su hijo. “Cuando nació, me lo pasaron, lo pusieron a un costado. Le alcancé a dar un beso y se lo llevaron. No hubo ningún tipo de oportunidad para el apego (…) No sé cuántas mamitas habrán vivido lo mismo, pero para mí fue traumático”, concluyó Sofía con dolor en sus ojos.

¿Cómo se conocieron estos casos?

Al menos 50 mujeres de la Región del Maule se comunicaron -mediante redes sociales- con la organización no gubernamental, Matria Fecunda, para revelar sus testimonios. Fue en ese momento en el que se encendieron las alarmas, por lo que inmediatamente solicitaron cifras a la Seremi de Salud para corroborar cuántas cesáreas se habían realizado en la Clínica Lircay en los últimos cuatro años.

Los registros fueron alarmantes, ya que entre enero y mayo del 2021, se ha realizado este procedimiento en un 93% de los casos, cuando la Organización Mundial de la Salud recomienda que no deben superar el 15%.

Según un informe del INDH del 2016, solo en el sector privado, se practicó un 70% de cesáreas en Chile. Gráfica de Anaís Castro.

Si bien aún no han presentado una denuncia formal contra el centro de salud, la organización continúa recibiendo testimonios de madres que acusan haber vivido un tormento en el nacimiento de sus hijos. 

La razón que las detiene a tomar acciones inmediatas es que quieren reunir más casos, pero de embarazadas. De esta forma, ellas pueden acudir a la clínica, presentar su propio plan de parto vaginal y confirmar que hay una persuasión para que las futuras madres opten por el camino hacia el pabellón.

La principal interrogante es: ¿Por qué la inclinación hacia las cesáreas? ¿Qué beneficios tiene para ellos? Según Claudia González, psicóloga y representante de la ONG, consideró que “aquí hay un tema económico y de comodidad de los funcionarios. Si uno mira las cifras, en la previa a las celebraciones como Fiestas Patrias, Navidad o Año Nuevo, las tasas de cesáreas suben muchísimo. ¿Por qué? Porque los médicos quieren celebrar sin tener que estar pendientes de cuándo nace la guagua”.

Una situación que, según el Instituto Nacional de Derechos Humanos, es calificada como violencia obstétrica, ya que, entre los testimonios, las mujeres denunciaron un trato deshumanizado y humillante, desinformación sobre los procedimientos y maniobras injustificadas.

“El cuerpo de una mujer está preparado fisiológicamente para soportar un parto. Solo cuando la situación se complica se debe pasar a una cesárea. Cuando no hay una causa médica que lo justifique se considera como una intervención innecesaria”, sostuvo González, quien agregó que estas prácticas también pueden ser consideradas como un problema de género.

Estos procedimientos injustificados, más allá de la mala atención, generan estragos físicos y psicológicos en las mujeres. Tal como lo mencionaron en sus testimonios, no se les dio el espacio suficiente para generar el apego entre la madre e hijo, algo que se considera esencial al momento de dar a luz. “Las organizaciones internacionales recomiendan que haya contacto piel con piel de al menos 60 minutos (…) Es importante que se den estas instancias para que el primer encuentro sea el adecuado”, mencionó la psicóloga.

Camino hacia la legislación de la Ley Adriana

En paralelo, desde la Comisión de la Mujer y Equidad de Género de la Cámara de Diputados, votarán el próximo 20 de septiembre para aprobar o rechazar las indicaciones de la Ley Adriana. Esta iniciativa -que estuvo dormida por mucho tiempo- volvió a formar parte del ojo público para promover el parto respetado y la erradicación de la violencia gineco-obstétrica.

“Entregar información a la gestante sobre los pros y contras de ciertos procedimientos, que se le escuche y que se respete su decisión en todo momento es el principal objetivo”, afirmó Natalia González, abogada de Abofem, quien destacó que “esta ley tiene un componente de prevención más que de sanción. Justamente, busca generar conciencia acerca del proceso que lleva a una mujer a parir”.

El proyecto fue presentado el 2018, pero no rindió frutos hasta ahora. Fotografía extraída de Clínica Indisa.

De esta forma, si es que se convierte en ley, los procesos de labor o cesáreas programadas en clínicas, hospitales u otros centros de salud, podrán ser regulados bajo los mismos parámetros que permitirán que las futuras madres se sientan seguras al momento de traer un hijo al mundo.

¿Quién responde por las malas prácticas?

En conversación con la administración de la Clínica Lircay mencionaron que no había ningún representante directo de la Dirección Médica para declarar sobre las acusaciones de la ONG y las mujeres afectadas. Sin embargo, fueron enfáticos con que más adelante podrían revelar los antecedentes que se manejan a nivel interno.

Por otro lado, “la encargada de fiscalizar estos casos es la Seremi de Salud, ya que son los que regulan el sistema de salud privado”, señaló Natalia González, donde indicó que “habría que analizar caso a caso para conocer si se cumple con la normativa de buenas prácticas”. Cabe destacar que queda a discreción de cada equipo de trabajo de los centros de salud si aplican las técnicas de orientaciones acordadas, ya que no están bajo ninguna legislación.

Mientras tanto, la organización seguirá con la difusión de estos casos que afectaron a decenas de mujeres de la región. Madres que tuvieron que esperar 9 meses para conocer a sus hijos, donde la expectativa en ese entonces era alta, pero que terminó convirtiéndose en un recuerdo amargo que prefieren olvidar.

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