«Fake news»: manipulación mediática por redes sociales

El uso de la desinformación  y noticias falsas puede terminar desacreditando a personas, son un vehículo para cometer delitos relacionados con el honor, la venganza, o el fraude, manipulando los mercados financieros, provocando caos social o desestabilizar las relaciones internacionales, modificando nuestra voluntad electoral, entre otros. 

 

 Las noticias falsas, desinformación y mentiras son un problema que siempre ha existido. En pleno 2021, con el internet y la digitalización de la información a través de redes sociales han permitido que estas falacias cibernéticas puedan lograr su cometido con mayor facilidad.

 

Esta problemática tiende a acrecentarse aún más en tiempos de elecciones, siendo uno de los personajes que más repetía el término “fake news”, el expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien acusaba periódicamente a los periodistas de distintos medios de difundir noticias falsas sobre él y su administración. También otros temas contingentes, como lo es la pandemia por COVID-19 y los supuestos efectos de sus vacunas, han sido víctimas de la difusión mediática de noticias falsas al respecto, a través de afirmaciones falsas de profesionales, por ejemplo.

 

Durante la campaña electoral chilena, en las redes sociales también se generó un escenario proclive para difundir noticias falsas e información no verificada sobre los distintos candidatos. Por lo general, estas publicaciones se resumen a denuncias o frases nunca dichas o sacadas de contexto.

Las redes sociales son el principal vehículo de noticias falsas. Imagen: CNN.
Las redes sociales son el principal vehículo de noticias falsas. Imagen: CNN.

Control mediático 

 

“La manipulación de la opinión pública mediante las fake news ha provocado que los representantes no necesariamente ganen por la vía de la información veraz y certera” dice el abogado Pablo Petit, quien anteriormente ha defendido a personas víctimas de la explotación mediática de la prensa televisiva nacional.

 

Petit destaca además otro tipo de manipulación de los medios, el cual mezcla fake news con faltas, según el abogado, a la ética periodística.  “Respecto al sensible caso de Tomás Bravo, por ejemplo, un niño de 3 años que desapareció el 17 de febrero del presente año, para luego ser encontrado sin vida el 26 de ese mismo mes, me surgieron muchas inquietudes sobre la cobertura que le dieron los medios al hecho noticioso y cómo algunas noticias sin veracidad inundaron las redes sociales”, señaló el letrado.

 

Mediante un sondeo periodístico del caso, específicamente en televisión, el abogado indica que “todos los canales de televisión hicieron un festín con la información a través de matinales y noticiarios, en un contexto donde no se respetaba a las víctimas y donde, además, se anunciaba cualquier rumor como verdadero”.

 

“Es decir”, continúa, “incluso invitaron a una vidente para estipular el paradero del niño, para mí eso es entregar falsa información y manipulación mediática”. Un ejemplo del mal uso de la información, indica el abogado, fue el punto de prensa realizado por el Fiscal a cargo del caso el mismo día que se encontró el cuerpo sin vida de Tomás, el cual fue cubierto casi en cadena nacional por los canales de televisión. Luego de esto, expusieron varios detalles innecesarios y macabros respecto a una investigación que hasta el momento era catalogada como “reservada”. Además se lanzaron hipótesis no confirmadas sobre cómo se encontró el cuerpo del menor y las circunstancias, tampoco confirmadas, en las que había muerto.

 

Tal como indica Pablo Petit, el caso de Tomás Bravo se tomó la pauta de los programas informativos por más de una semana. Fueron invitados a los paneles a analizar el caso: forenses, psicólogos, vecinos y familiares, independiente de los hechos y de su calidad como fuentes. Incluso, la lucha entre canales por el rating ha puesto de moda un tipo de fuente pocas veces visto: “la entrevista exclusiva”, la cual consiste en el análisis de un especialista, en lenguaje corporal por ejemplo, de los gestos y reacciones de la madre o familiares frente a la cámara. Todo esto ha servido para cautivar a la audiencia y explotar el morbo, a esta altura casi sin fines informativos, sino más bien de espectáculo.

En la era digital es cuando más desinformación aparece. Imagen: CNN.
En la era digital es cuando más desinformación aparece. Imagen: CNN.

Combatiendo al enemigo

 

Si bien plataformas como Facebook, Instagram y Twitter comenzaron a aplicar métodos para verificar la información y las cuentas de usuarios tanto reales como falsos, es en esta mismas redes donde se masifican herramientas con motivos políticos. Los “bots”, un programa informático que, mediante una inteligencia artificial, realiza tareas en internet como si fuese humano.

 

“Estos ejércitos de cuentas automatizadas funcionan en las redes porque funcionan y lo seguirán haciendo”, cuenta el periodista y gestor de redes sociales, Alejandro González, quien define a este fenómeno como una disputa constante por el espacio digital y la opinión pública en internet.

 

Gonzáles explica que no existe una real regulación respecto a la desinformación intencionada, como lo es la articulación de bots con fines políticos. “No hay nada en la ley que multe ni a los que generan estas campañas ni a las plataformas que las difunden” finaliza.

 

Afortunadamente, algunos periodistas independientes, especializados en verificación, están jugando un papel muy importante en esta batalla contra los noticias falsas: la creación de medios, a través de las mismas redes sociales, que se dediquen a corroborar y verificar noticias de dudosa procedencia.

 

Los llamados “fast checkers”, como lo indica el editor general de una de estas iniciativas, Enríque Núñez,  vendrían siendo los “bomberos” digitales para estos “incendios” de información falsa que atacan las redes sociales.

 

Nuñez también menciona que es necesario buscar razones del por qué en un momento de la historia en que el acceso a información es universal, proliferan más que nunca las noticias falsas. Según el periodista, estas respuestas tienen una naturaleza mucho más profunda, conocida principalmente como “atajos cognitivos”: por ejemplo, en el contexto de la pandemia, una persona inexperta en el tema tenderá a asumir más fácilmente una información como válida si cree que ésta procede de un médico o un virólogo.

 

De acuerdo a lo que expone Nuñez, este proceso es semejante a la secuencia seguida por el rumor, donde la importancia del tema combinada con los factores de la incertidumbre y la ambigüedad de los datos resulta en la efectividad de una versión o hasta en la transformación de una historia “fabricada” en creíble, aun cuando esta sea absurda o ilógica, y estas posverdades se reproducen de forma viral en los circuitos globales de información, de tal manera que el mensaje a pesar de su evidente falsedad es “validado”. 

 

La posverdad se construye mediante procesos en donde las emociones determinan la toma de decisiones y no la racionalidad de las ideas. Ibañez Fanés refiere que una vez desplazada la racionalidad sólida y cualquier forma de empirismo estricto se posiciona a los deseos de tal manera que la indiferencia ante la posibilidad de que una convicción o creencia sean verdad o mentira depende de la conveniencia con mi modo de sentir y de vivir. La posverdad prospera cuando escapa a la capacidad de discernimiento del usuario pues no obra en la inmediatez de los hechos cotidianos.

 

 

En efecto, el Diccionario de Oxford define a la posverdad como un adjetivo “relacionado o que denota circunstancias en las cuales los hechos objetivos son menos influyentes en la formación de la opinión pública que los llamados a la emoción y la creencia personal”.

Posterior a su campaña, Trump fue acusado de la masificación de noticias falsas.
Posterior a su campaña, Trump fue acusado de la masificación de noticias falsas.

Desinformación y política

 

Según todo lo antes mencionado, sobre todo en temporada de elecciones, es importante comprender cómo las personas asumen información como verdadera, que comparten en redes sociales. Esto sigue siendo un asunto de interés para los investigadores y comunicadores, más aún con las noticias que se han alzado en las últimas semanas, incluso en medios oficiales y de gran credibilidad, o de parte de miembros del parlamento y autoridades que deciden el futuro de nuestro país, así lo indicó Valentina Avendaño, otra periodista que se desempeña como gestora de contenidos de personajes públicos. 

 

 

Byron Cortes, cientista político y excandidato al parlamento, hace un análisis simple, pero preciso: si recordamos las campañas en las que se verificó, posteriormente, el uso de big data, bots y fake news, suelen ser grupos o partidos de extrema derecha: Brexit, Donald Trump y Bolsonaro. Algunas características de las redes sociales que han posibilitado este auge de la desinformación son, en general, que la producción de estas noticias falsas resulta de muy bajo costo y que por esencia facilita la difusión de manera rápida y sencillas, mientras que nosotros, los usuarios, impulsivamente compartimos este contenido adornado con una tenue capa de veracidad.

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