Aparentar crecer en la cultura de la pedofilia

Queramos o no, mantenemos una cultura que avala que las mujeres mantengamos nuestra apariencia infantil, que nos permite reírnos de relaciones basadas en la manipulación de menores y consumir historias que giran entorno a la pedofilia.

Comencé a los 12 años a depilarme. A los 15 años empecé a usar cremas para evitar que me salieran arrugas. Desde los 18 años que escuchó frases como “legalicen a las de 14” o “busco sugar mommy/daddy”. Tengo 21 años y aún no entiendo por qué mi cuerpo y mi comportamiento tienen que ser parecidos al de una niña.


Nuestra sociedad ha construido un modelo de “feminidad” que nos impide crecer, manteniendo estándares que, lejos de asemejarse al de una mujer adulta, son más bien al de una niña. Una problemática que nació como consecuencia de la normalización y validación de aspectos de la cultura de la pedofilia.


Pese a que es un concepto poco visibilizado, es bastante inquietante. Por un lado, según la RAE, el término “pedofilia” es la atracción o deseo sexual que una persona adulta siente hacia niños o adolescentes. Por otro lado, la denominada “cultura de la pedofilia” se refiere al conjunto de prácticas y conductas que naturalizan la sexualización de menores, haciendo que se deje de ver como algo erróneo.

Tratamientos de belleza para lograr el estándar de la cultura de la pedofilia. Foto de Kevin Laminto en Unsplash.


Con simplemente leer esta definición es muy fácil decir que uno no es parte de la cultura de la pedofilia, pero la verdad es que todos la tenemos internalizada. Probablemente el aspecto más claro es lo relacionado con los estereotipos de belleza, aunque sabemos que son malos, no nos cuestionamos de dónde provienen. Un cuerpo con la piel suave, prolija y sin vello corporal, ¿acaso no son características de una apariencia infantil?


Asimismo, la idea de la madurez temprana asociada a las mujeres continúa validando elementos de esta cultura, ya que no se trata de un proceso ligado al sexo, sino que a la manipulación de adultos que fuerzan a niñas a crecer para mantener las relaciones con ellos. La generación de estas relaciones desiguales derivan en la romantización de ellas gracias a los chistes que surgen y al mundo del entretenimiento que nos vende historias como “Lolita” de Vladimir Nabokov, “Sailor Moon” y “Crepúsculo”.


Cabe cuestionarse entonces que tan naturalizada tenemos la cultura de la pedofilia porque no solo nos afecta a nosotros como adultos, sino también a los niños y adolescentes. Les mostramos un modelo al que aspirar y minimizamos la importancia de los delitos sexuales a menores.


Por ello, es necesario que empecemos a incomodarnos con este tema, solamente así comenzaremos a tener conversaciones más profundas y terminaremos de alimentar inconscientemente a la cultura de la pedofilia.

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