Lollapalooza y su aforo

75 mil personas al día y un total de 225 mil asistentes en los tres días de  lo que fue el décimo aniversario de uno de los festivales de música popular más grandes de Latinoamérica. Con sus 8 escenarios simultáneos y en más de 50 hectáreas se vivió la experiencia musical en la comuna de Cerrillos, en la capital nacional. 

Lollapalooza, significaría un gran aporte a la cultura y a las artes escénicas en Chile pero quizás no tanto a la salud de miles de chilenos y chilenas. La contingencia nacional aboga por aforos limitados, el uso de mascarillas, el constante lavado de manos y el distanciamiento social que, día a día nos hace preguntarnos si realmente funciona. Y es que el Covid-19 y su variante Omicrón se encuentra en uno de los puntos más álgidos, contando con más de 9 mil contagios nuevos al día, según estudios provenientes del Minsal.

Para quienes no pudieron asistir al magno evento, se contó con la transmisión ininterrumpida de VTR, donde se podía apreciar el espectáculo con humos, luces y una euforia propia de vivir una experiencia musical de tamaña envergadura. A lo que también se le suman las cientos y cientos de historias aportadas por asistentes en la plataforma Instagram, que es de casualidad, donde mejor se puede apreciar el nulo respeto por la distancia social. Así también, el entendible desprendimiento de mascarillas y las miles de manos meneándose de lado a lado al ritmo de Doja Cat.

Si bien, se había pospuesto varias veces el espectáculo producto de la pandemia, este 2022 abrió las puertas, rendijas y ventanas a un espectáculo que no dejó indiferente a nadie. Ya bien por la gran representatividad chilena de artistas y sus grandes éxitos, así como también, por la asombrosa cantidad de gente que se aglomeró.

La distensión y la música van de la mano, pero entre mano y mano era necesario, no sólo poseer un poco de alcohol gel cada cierto tiempo, sino también un tanto de responsabilidad. 

Dicha responsabilidad no sólo cae en manos de quienes pagaron la valiosa entrada, más bien, recae en las organizaciones que prepararon el evento. Autoridades y demás deberían haber estado alertas de las consecuencias que podría acarrear aglomerar a esa cantidad de gente y durante la cantidad de tiempo que duraba. 

Actualmente bares, teatros y lugares de encuentros musicales no cuentan con los permisos necesarios para aglomerar ni siquiera un pequeño porcentaje de asistentes, en comparación con la cantidad que contó el aclamado evento, mientras que el sustento día a día de cientos de músicos se ve limitado a las oportunidades laborales que le ofrece entre dientes y malas miradas las autoridades actuales.

Top