Christian Garín y la infravaloración del deportista nacional

La primera raqueta nacional logró un triunfo que sirve para retomar la confianza de un público que nunca ha acabado por inclinarse a su favor.

Está claro que no somos un país muy ganador en el ámbito del deporte, esto queda en evidencia principalmente en competencias internacionales como los Juegos Olímpicos, donde tenemos que observar como las potencias mundiales y nuestros mismos vecinos latinoamericanos se quedan con las medallas.

Aún así hubo una generación que pudo contemplar varios éxitos seguidos por parte de sus representantes que, por primera vez en bastante tiempo, nos hicieron olvidar que estamos plagados de triunfos morales y escasos de victorias reales.

Y es que el tenis dio a muchos la posibilidad de contemplar a estrellas como Marcelo Ríos, Fernando González y Nicolás Massú con pocos años de diferencia, coincidencia que desembocó en la obtención de varios logros, pero también en una especie de mala costumbre para los espectadores quienes les exigirían lo mismo a sus sucesores.

Una víctima clara de esta imposición a ganar que se desarrolló es Christian Garín, la mejor raqueta nacional según el ranking ATP, quien en el último tiempo ha sido bastante criticado por las personas de su propio país al punto de infravalorar los logros de una carrera con varios éxitos.

A principios de este año Christian Garín comentó tener muchos problemas físicos, los que determinaron que debiese bajarse de varias competencias. (Fotografía: Copa Davis).

Pero la crítica a Garín no se debe solo a las hazañas de sus predecesores, ya que la decisión que tuvo en su momento de no representar a Chile en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 caló hondo en la fanaticada, asociando una decisión netamente personal con una especie de traición a la nación.

Lo cierto es que en un deporte individual y sobre todo en un contexto nacional en que el Estado no le proporcionó casi nada para surgir, parece ridículo pensar que Garín deba algo al país que nunca se ha preocupado por financiar a sus futuros representantes.

Ahora, tras una valiosísima clasificación a los cuartos de final del Campeonato de Wimbledon, resulta muy fácil colgarse la bandera y alabar lo hecho por el oriundo de Arica, porque en Chile tenemos esa particular costumbre de subirnos al carro de la victoria.

Del mismo modo en que me gustaría que este apoyo fuera constante para el tenista, también me alegraría que esa posibilidad se diera igualmente para los representantes de otras disciplinas, esos que aún no tienen la posibilidad de conocer lo que es la confianza por parte de sus propios compatriotas.

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