El plástico corre por nuestras venas

La contaminación ya está llegando a otro nivel, aunque resulte difícil de creer, las personas consumimos casi el peso de una tarjeta de crédito en microplásticos a la semana.

Según el estudio: “Desperdiciar o no desperdiciar: cuestionar los riesgos potenciales para la salud de los microplásticos y nanoplásticos con un enfoque en su ingestión y carcinogenicidad potencial”, publicado por la revista Exposure and Health, consumimos aproximadamente cinco gramos en microplásticos de manera semanal, esto equivale al peso de una tarjeta.

Son residuos que nacen como consecuencia al no ser un material biodegradable; por lo tanto, no se puede descomponer y se transforman en partículas milimétricas que contaminan el planeta.

El plástico se encuentra suspendido en el aire que respiramos y flota en nuestras bebidas; así pues, no es exagerado decir que la exposición que tenemos es bastante significativa. Sin embargo, aún no sabemos qué es lo que esto representa para nosotros.

Al consumir uno o dos litros de agua al día en botellas de plástico se consumen unas 90 000 partículas de ese material al año.
Créditos imagen: Ecologismos.

Hace unos años los científicos comenzaron a analizar seriamente los impactos en la salud humana de la ingestión e inhalación de microplásticos, pero aún queda un largo camino por recorrer.

Son demasiado pequeños para limpiarlos y una alternativa sería generar un ajuste radical, no obstante, los plásticos están arraigados tanto en la economía de los países como en nuestro estilo de vida. La gran pregunta es ¿estaremos dispuestos a cambiar nuestro estilo de vida a tiempo?

Se requiere convencer a las personas de dejar de consumirlo, pero es difícil a menos de que sea algo conveniente para ellos. Tal vez se necesitan más estudios que estén directamente relacionados con la salud humana, si se busca evolucionar medioambientalmente.

La cuestión de los microplásticos es un problema que se incrementa a nivel mundial, pero necesita más atención, por parte de la comunidad científica, el público en general, el gobierno y los grupos de financiación, pues aún no hay soluciones concretas ni prisa al respecto.

Idealmente, con el conocimiento que tenemos sería algo suficiente para crear cambios en las políticas y sociedades; no obstante, una población egoísta, se tiende a estancar en sus caminos. Y si bien este problema no se ignora, tampoco es una prioridad.

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