Opioides y benzodiacepinas: las drogas del momento EntrelíneasPor Diego Chacano - 15 julio, 2022 Durante el año 2017, Donald Trump debió asumir públicamente que el país se encontraba en una emergencia de salud pública debido a los opioides. Estas drogas legales cada día convierten a un gran número de personas en adictas, tanto en Norteamérica como en el resto del mundo. Diego Chacano Atrás quedaron los días en que la heroína y el crack eran los mayores temores en temas de salud pública estadounidense, y donde famosos como Sid Vicious o Eric Patrick Clapton terminaban adictos a las agujas. Hoy la droga que engancha y mata a conciudadanos y artistas la puede recetar un médico de cabecera. Algo tienen en común la heroína con el fentanilo y el tramadol; todas son opioides, pero desde hace años que estas últimas se recetan sin una estricta regulación. Idealmente, estos narcóticos debían ser entregados a personas con enfermedades terminales, convulsiones o con dolores crónicos de alta gravedad, pero en la práctica esto no ocurrió. Artistas como Prince, Whitney Houston, Lil Peep o -recientemente- Chris Cornell, murieron por sobredosis de opioides mal recetados. Es de esperar que, si grandes millonarios famosos fueron mal orientados profesionalmente para con sus medicinas, el ciudadano promedio no tenga posibilidades de librarse de un mal tratamiento con estas pastillas. Si bien el fentanilo y la oxicodona son drogas relativamente nuevas en Chile, el porcentaje de personas que consumen benzodiacepinas tales como clonazepam o alprazolam crece exponencialmente cada año. De hecho, el año pasado, un informe del Senda confirmó que la ingesta de antidepresivos sin prescripción había aumentado un 53 % en territorio nacional. El pronóstico es que siga subiendo el consumo de estas pastillas, tanto de opioides como benzodiacepinas, es por esto que, incluso antes de intentar controlar más su presencia en las calles y casas, es menester informarse sobre los usos indebidos de estas drogas. Tanto la mezcla con alcohol, marihuana, cocaína, entre otros estupefacientes, pueden causar graves problemas como vértigo, comas, daños psicológicos a largo plazo y, por último, la muerte. El Estado debe desde ya darse cuenta de esta situación y poner todos los ojos sobre estas nuevas drogas. Lo peor que se puede hacer es no tomar en cuenta las precauciones y señales peligrosas, pues lo que hoy son focos mañana pueden ser un incendio que queme a toda la juventud chilena.