La muerte de la reina y su sobreexposición en la tv a nivel mundial

La amplia cobertura de los medios televisivos respecto a el fallecimiento y funeral de la reina Isabel ll, junto con el posterior nombramiento de rey de Carlos lll, fueron altamente criticados por audiencias a través de todo el mundo.

 Cuando se supo que la Reina Isabel ll estaba cerca de su muerte, las principales organizaciones de televisión del mundo enviaron a sus reporteros al castillo donde ella se hospedaba, en Escocia, desenvolviendo planes y estrategias para cubrir esta noticia en específico, que ya se habían establecido previamente, quizás con décadas de anticipación.

Momentos después de la noticia

A sus 96 años, el inevitable fallecimiento de la Reina Isabel estaba lejos de ser una sorpresa. Aún así, la sucesión de la casa real británica fue un evento masivo en los medios, sosegando este bombardeo de información únicamente después de los funerales de la monarca, casi una semana después de que la noticia saliera a la luz.

“Este es un momento que todos sabíamos que estaba pronto a llegar”, dice Fernando Cortés, reportero de Ñuble Informa y a quien le tocó realizar una amplia investigación al respecto, al otro lado del mundo. En el Reino Unido, la asociación de prensa internacional anunció a través de internet que estaban saturados en peticiones de acreditación desde medios de todas partes del mundo. Esta entidad trata de ayudar a la prensa a navegar a través de los protocolos del Gobierno y de la familia real.

“Así como existen medios que tienen preparada esta cobertura desde hace años, se han evidenciado otros, sobre todo locales, donde un mar de gente no tiene idea de lo que hacen al intentar transmitir este proceso desde Londres”, indica Gustavo Troncoso, director de contenido que hoy se encuentra armando un nuevo canal de televisión en la octava región. “Incluso reporteros conocidos y de amplia trayectoria se encuentran hoy peleando por un lugar a las afueras de la abadía de Westminster”, finaliza.

Medios de Latinoamérica no se quedan atrás en su cobertura. Fuente: Publinews.

El contraste de los medios

Revisando los medios británicos, se puede observar la impecabilidad con que abordaron esta noticia, donde incluso parece que estuviese previamente ensayado. Dicho esto, independiente de la calidad y forma en que los medios abordaron este suceso, el énfasis extremo y tiempo que le dieron a este suceso, sobre todo la televisión, no deja ningún espacio para el desarrollo de alguna opinión, crítica o reflexión por parte de la audiencia.

Por ejemplo, medios internacionales como The New York Times fueron criticados, desde Inglaterra, por un artículo que hablaba sobre el alto costo monetario y humano del funeral de la reina, contrastándolo con el difícil momento financiero que viven muchos habitantes de ese país. Sin dejar de lado la importancia de lo ocurrido, este tipo de artículos busca ampliar las aristas de esta noticia, intentando informar a través de enfoques distintos a la prensa tradicional. La gran mayoría de este formato de prensa fue rechazado por la audiencia.

Por su parte, el resto de los medios en Estados Unidos, catalogaron el suceso como “el cambio de una era”, siendo el foco de su reporteo la solemnidad con que Gran Bretaña despide a sus líderes.

“Sorprendentemente, la cobertura que le dio Estados Unidos a esta noticia, siendo uno de los países que más medios televisivos posee, fue bastante respetuoso”, dice Julio César Parra, profesor de historia y aficionado a la publicidad en los medios a través de las décadas. “Este respeto o cuidado que tuvo la prensa igual se puede atribuir a la larga historia que poseen ambos países”, indica.

Los principales diarios de prensa de Estados Unidos dieron sus primeras páginas a la noticia: Fuente: The Washington Post

La prensa y el luto

Mientras la prensa le preguntaba a los presentes por qué habían asistido a este lugar, o qué significaba el fallecimiento de la reina para ellos, incluso, qué se sintió ver el ataúd, los ciudadanos brítanicos recibirán una pulsera, cuyo único propósito era entregar al Gobierno y a los medios, un catastro aproximado respecto a cuánta gente asistió al palacio durante esos días.

Durante el mismo día que la familia real británica anunció la muerte de la reina, la administración monárquica estableció una lista de reglas para la cobertura televisiva, la cual incluía, por ejemplo, no grabar a miembros de la Corona “mostrando signos visibles de tristeza” o “cualquier conducta inapropiada”, de parte de los asistentes.

Cuando uno de los guardias ceremoniales del ataúd de la reina se desmayó, posiblemente por estar de pie varias horas en una habitación repleta de gente, la BBC cortó de inmediato su transmisión en vivo, así como el uso de ese material fue prohibido. Sin embargo, fotos y fragmentos del momento no tardaron en inundar las redes sociales.

Varios de estos medios, como la ya mencionada BBC o su competencia, NBC News, llegaron a acuerdos previos sobre donde serían ubicados sus periodistas en los eventos más importantes. NBC, por ejemplo, sigue ocupando el mismo lugar en la abadía de Westminster que cuando cubrieron el matrimonio del rey Carlos III y Diana, así como el del príncipe William con Kate Middleton.

Desde Time hasta El País, los principales medios del mundo se enfocaban en una misma noticia. Fuente: Los40

La Corona en la historia

“Sin duda, los británicos hacen de estas ceremonias un evento social como ningún otro”, dice Karen Barra, profesora de lenguaje y reporteo para jóvenes.“Saben que sus ciudadanos poseen amplio interés por la familia real”, indica.

Los medios locales tampoco se han quedado atrás, enviando los noticieros a sus periodistas más reconocidos por el público a realizar una cobertura completa durante todos los días necesarios, a todas horas.

El funeral de la princesa Diana, en 1997, fue televisado y visto desde las casas de más de 33 millones de personas, sólo en Estados Unidos, durante una mañana.

Incluso dejando de lado la familia real, los funerales de grandes celebridades simbolizan para la población el fin de una larga etapa, por lo que la televisión no pierde ningún segundo en satisfacer a su audiencia con lo que quieren ver. El entierro del expresidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, alcanzó las 33 millones de personas viendo el suceso en vivo desde sus casas.

La muerte de la reina recibió amplia cobertura desde las casas televisivas de todo el mundo, pero muchas de éstas tuvieron que enfrentarse con las exigencias y límites que dictó el Gobierno, muchas veces influenciado por las relaciones entre ambos países.

Esta noticia en India, por ejemplo, que alguna vez fue colonia más grande del Imperio Británico, fue informada de forma precisa y no más de una o dos veces por medio, esto debido a que la familia real representa una parte dolorosa de su historia, mientras que para muchos esto no significaba más allá de la muerte de una celebridad más.

En Siria, donde el presidente Bashar Assad ha nombrado públicamente a Inglaterra como parte de una coalición de países desarrollados que crea insurgentes dentro de su país, los canales de televisión locales no transmitieron nada respecto a esta noticia.

Periodismo monárquico

Algunos periodistas de programas de Australia, una monarquía constitucional de la cual la reina estuvo a cargo durante varios años, viajaron a Londres a cubrir este evento, quienes llamaron la atención por realizar sus labores periodísticas en trajes negros, hombres y mujeres, representando el luto de ese país.

En oriente, específicamente en Japón, los medios tuvieron la difícil tarea de lograr calzar la muerte de la reina con el asesinato público, unos días antes, del político y lider del Partido Liberal Japonés, Shinzo Abbe.

“Las ceremonias británicas parecen ser un festín para los canales de televisión”, dice el periodista de Meganoticias, Ramón Ugarte, “pero después de siete largos días de cobertura, todos tienen sus límites”, continúa. “Llegamos a un punto donde, incluso los mismos medios, sintieron que hemos tenido suficiente», finaliza el comunicador.

Existe un patrón entre los medios que, sin duda, deja una enseñanza: la expectativa pública sobre cómo las historias de gran importancia son contadas por los medios han cambiado drásticamente. La televisión tradicional y su cobertura ha perdido ímpetu gradualmente, y su única forma de frenarlo es tener nuevo material, noticias y eventos contínuamente, refrescando la parrilla de programas, así como sucedió con el atentado a las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001, noticia que significó un antes y un después en la forma de hacer periodismo.

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