La buena tierra, un clásico ganador del Pulitzer que nos muestra el lado más humano de una China precomunista

El título que le confirió el primer galardón de excelencia en el periodismo a una mujer refleja un registro casi palpable de una historia que, a pesar de ser diferente a nuestro mundo occidental, logra emocionar y conectar con nuestra época.

Hace unos años encontré este libro en la biblioteca de los abuelos. Una narración de ficción histórica escrita por la autora estadounidense Pearl S. Buck, publicada en 1931. Una obra que relata la historia de tres generaciones de una familia china cuyas raíces están profundamente adheridas a la tierra de la cual se sienten parte en una sociedad casi medieval de la China precomunista.

Todo comienza con su protagonista Wang Lung quien se convierte en el patriarca de estas generaciones y nos muestra las zozobras y carencias que posteriormente supera para llegar a convertirse en un latifundista poderoso. La tierra, la ruralidad oriental, la raigambre con ella está presente en todo el libro.

Una historia bastante dura, a mi criterio, para nuestros ojos occidentales, a ratos muy bizarra, pero también, es muy emotiva, dulce e incluso alcanza momentos de gran ternura. Logra descripciones excepcionales hasta las peculiaridades más pequeñas de la cultura oriental.

Es un libro de lectura fácil a pesar de las 305 páginas que magistralmente retrata la escritora.

Como lector, uno se ve zambullido en un vaivén de sentimientos encontrados, en un crisol desconocido, pero a la vez cercano a los acontecimientos inherentes a nuestra humanidad.

Pearl S. Buck no solo fue reconocida por ser la primera mujer ganadora del Pulitzer, su profunda relación con China, el país donde vivió gran parte de su vida por aproximadamente 34 años, marcó su necesidad por ir más allá del retrato literario de su paso por el país asiático. Buck también fue una férrea activista por los grupos minoritarios y los derechos de las mujeres, no solo eso, fundó la primera agencia de adopción para niños asiáticos llamada “Welcome House”.
Fotografía de Horst Schafer.

Vemos también el rol minimizado de la mujer tan presente en las demandas actuales. Un engarce preciso de pequeñas conquistas actuales en espacios psicológicos y estructuralmente predeterminados para aquella cultura y aquel momento histórico.

La autora nos conecta profunda y profusamente porque sobre todo se trata de un relato sumamente humano sin juzgar moralmente a sus personajes.

En definitiva, una novela que merece leerse y volver a releer, especialmente considerando su fácil disponibilidad y relativo bajo costo en las bibliotecas de internet.

Manuel Ignacio Rosales
Estudiante de Periodismo UdeC
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