Huella en el corazón: la pérdida de una mascota

Pata perro y mano humana

Los animales se han apoderado cada vez más del corazón, del hogar, de la cama, del baño y de todos los espacios de los humanos. Según un estudio realizado por Cadem durante el año 2022, un 87 % de los chilenos considera que su mascota “es un miembro más de su familia”.

Hacerse responsable de cuidar a un animal, en muchos casos, significa crear un vínculo con otro ser que solo está dispuesto a entregar amor y felicidad. Escuchar sus patitas acercarse cuando los llamas o ver su cara de felicidad al regresar a casa, son algunos de los momentos que probablemente quienes han sido tutores de alguna mascota, han vivido. Pero ¿qué hacer cuando ya no están?

El vacío de no tenerlos físicamente adosados a la piel es natural, una respuesta lógica, emocional y profunda que involucra diversos sentimientos, y cómo no, si parten del plano terrenal, seres que eran uno más del hogar.

Miembros de la familia

El tiempo pasa, las generaciones cambian, las personas y sus formas de vivir también. Las mascotas que antes estaban para proteger el hogar, ahora están protegidas por el hogar. Pía Muñoz, estudiante de Medicina Veterinaria, relata que: “He visto una evolución en el concepto de familia, antes se ocupaba el término dueño, para referirse a que el animal es de alguien. Ahora se nos recomienda ocupar tutor”.

Necesidad de sentir

Despedir a una mascota significa atravesar por un camino movedizo, con vueltas, curvas y bajadas. El dolor de no sentir físicamente a ese ser que era parte del día a día, es natural. Sin embargo, en ocasiones, es común escuchar comentarios como: “Estás exagerando”, “era un perro solamente”, “era un gato solamente”, intentando minimizar el dolor ajeno.

Existe un proyecto de ley que busca establecer un permiso laboral por muerte de una mascota. Fotografía por Helena Lopes

Visibilizar la pérdida de una mascota, gritar, llorar o estar triste, son respuestas ante el momento que se está viviendo, partes del proceso. Por lo que cobra relevancia no subestimar las emociones de la otra persona. “Perder un perrito, gatito o cualquier animal, es un duelo en sí y funciona de la misma forma que cualquier otro; con su etapa de negación, ira, negociación, depresión y aceptación”, comenta Antonia Cisterna, psicóloga.

Permitirse sentir, Valentina Muñoz Gatica, vivió la pérdida de su perrito Pepo. Para ella, soltar sus emociones fue fundamental: “En estas situaciones es muy importante no dejar de sentir amor; abrazar, llorar y soltar toda la tristeza que haya en nuestro corazón. Muchas veces no nos permitimos sentir pena y preferimos dejar que el tiempo la cure, pero eso puede generar más dolor, porque vamos acumulando las situaciones que nos dañan y jamás nos permitimos soltar. Es primordial acercarse a nuestras personas especiales y buscar ayuda si es necesario, porque perder a un ser especial jamás deja de doler”, relata.

Redes de apoyo al rescate

Contar con redes de apoyo para descargar las emociones se vuelve un factor importante al momento de vivir este duelo, “no digo que fue algo fácil, pero gracias a mi familia y a mis amigos este proceso ha sido mucho menos difícil de sobrellevar”, añade Valentina.  

Es así como la empatía llega a jugar un rol fundamental: “El sentirse comprendido podría ser considerado como un factor protector a la hora de enfrentar este tipo de pérdida. Contar con una red de apoyo que te contenga y te entienda, es primordial. Es más, si lo vemos desde la contraparte, la ausencia de ella podría ser un factor predictor para un duelo de riesgo. Que podría escalar hasta una depresión”, describe Antonia.

Siempre en la memoria, siempre en el corazón

Memoria infinita, mientras la llama del recuerdo esté encendida, la esencia siempre vivirá. Valentina recuerda con nostalgia a Pepo: “Un perrito chiquitito, de raza caniche. Desde que llegó a mi casa lo consideré mi alma gemela, mi mejor amigo. Me seguía para todos lados y estábamos todo el día juntos. Lloraba cuando me iba, cuando regresaba gritaba y corría por todos lados. Era un amor que jamás había sentido, teníamos una conexión indescriptible”, relata.

Un momento difícil, así recuerda Valentina la pérdida de Pepo: “Lo sigo extrañando todos los días. Cuando falleció me costó mucho poder volver a hablar de él o ver sus fotos. Lloraba al pensar en su carita o en sus ojitos, me costaba asimilar que ya no estaba aquí. A pesar de eso, sigo sintiéndolo cerca y cuando estoy mal, sigo pensando en que él me acompaña”, cuenta.

Existe un proyecto de ley que busca establecer un permiso laboral por muerte de una mascota. Fotografía por Valentina Muñoz Gatica

Abrir el corazón a un nuevo miembro

“Pepo jamás será reemplazado, su ida nos dolió tanto, teníamos tanto amor para entregar que adoptamos a un cachorrito, su nombre es Koda”, añade Valentina. Los seres que partieron jamás serán reemplazados, cada animal es único. Dentro de este momento íntimo y vertiginoso, es importante ir paso a paso. No existe una receta mágica para sanar la pérdida de un ser querido, pero en algunos casos, acoger a otra mascota puede significar un factor de ayuda.

El amor está en el alma y el alma nunca muere. Sanar la pérdida a través de los recuerdos, aferrarse a la coincidencia de haber compartido la vida, oírse y no dejarse llevar por juicios ajenos. Una mascota que partió deja huella en el corazón, una huella en la memoria que nada ni nadie borrará.  

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