Del campo al escenario: el viaje musical de Pablo Carrasco

Pasó de criarse entre bosques y animales a desarrollar su carrera profesional entre bambalinas y micrófonos. Es la vida de un cantante que creció en el campo y se adentró en la ciudad para vivir de las artes musicales.

Pablo Ignacio Carrasco Gallardo es un joven de 25 años, oriundo de la comuna de Los Muermos. La historia de su vida comienza a escribirse en el campo, en la década de los noventa.

Cuando todavía la invasión de la tecnología no acechaba las periferias de las grandes ciudades. Allí comenzaría a crecer, entre pampas y animales, el potencial de un alma musical y soñadora.

 Las raíces del campo y del árbol familiar

Dejó su vida en el sur y con ella a su madre y sus tres hermanas mayores; dos viven en la región de Los Lagos y la tercera de ellas se fue un poco más al sur, a la Patagonia chilena.

“Cuando era chico no me caían muy bien”, contó Pablo. Lo que puede explicarse, si consideramos la diferencia de edad que mantiene con cada una de sus hermanas.

Pablo pescando una trucha marrón en el Río Llico, Llanquihue, región de Los Lagos. Imagen de Pablo Carrasco.

Además de ser el único hombre en su núcleo familiar, es el integrante más joven. A pesar de ello, guarda con cariño las enseñanzas que Pamela, Cristina y Lorena le heredaron.

“La Pamela me enseñó a ayudar a los demás, la Cristi a cocinar y la Lore a no darle importancia a las cosas que realmente no la merecen”, recordó. “De mi madre aprendí a enseñar”.

A lo largo de su vida, ha cultivado fielmente dos pasiones; pescar y cantar. La primera de ellas, es un incentivo de su padre, quien sentó las bases del conocimiento que tiene acerca de animales y el trabajo en el campo.

Además de un gusto por la historia y los conocimientos intelectuales, que siempre lo han motivado a mantenerse activo en distintas áreas de aprendizaje.

La pesca y el canto le han hecho compañía en todos los procesos que ha tenido que enfrentar. Cuando Pablo tenía 14 años, su falleció su padre realizando labores propias de su trabajo en el campo.

Pablo en su trabajo como director de cuerda para el proyecto Coro BAJ Concepción. Imagen de Balmaceda Arte Joven.

Desde entonces, la vida lo ha llevado a distintas conclusiones, en las que se apoya para enfrentar los problemas del día a día.

Su tolerancia y sus expectativas con respecto al dolor, la alegría y la soledad, son difícilmente comparables con las que podría tener el resto del mundo.

Pablo visualiza los problemas desde la máxima concepción del despojo que puede tener un ser humano, al que le ha sido abruptamente arrebatada una persona amada.

Este hecho, constituye una sólida motivación para el trabajo que realiza como profesor, su amor por la vida y la pasión por el arte de cantar.

A diferencia de sus hermanas, Pablo optó por establecerse en la octava región, lejos del campo donde se crio, con el propósito de cumplir un objetivo; construir su carrera como cantante profesional.

Tras bambalinas del éxito musical

Los sentimientos más íntimos que guarda el corazón, no siempre son tan fáciles de expresar. Es ahí donde la música cumple un rol fundamental. Su conexión con este arte, va más allá de una búsqueda vacía de fama o reconocimiento. Él siente que puede hacer catarsis y sacar el dolor de la forma más pura que existe dentro de sí.

“Quizás extraño lo bonito del campo, pero en realidad no es tan bonito”, es la conclusión a la que ha llegado tras años de vivir en Concepción, sintiendo que una parte de él está, todavía, muy arraigada al sur. “Es una vida difícil, solitaria. Tan tranquila que de repente es demasiado”.

Siempre tuvo la inquietud de salir del sur, y el darse cuenta de que tenía habilidades musicales, fue el principal motor de su aventura. “Había un profe que era bacán, me integró a la orquesta y a la banda del colegio”, detalló.

Jorge Calderón, es el profesor de música que incentivó a Pablo en sus primeros pasos de carrera musical. Empezó estudiando instrumentos y tiempo después, le añadió su propia voz a las canciones que interpretaba. Esa fue la primera ocasión en que la música tocó su corazón.

«El que canta su mal espanta y el que llora su mal empeora».

Pablo trabajó como jefe de cuerda en la ópera «El Corvo», de Remigio Acevedo, en el Teatro Universidad de Concepción. Imagen de Corcudec.

Años más tarde, ya instalado en la región del Biobío e iniciados sus estudios de Pedagogía en Música en la Universidad de Concepción, Pablo volvió a sentir una conexión especial con el canto.

Cursaba el segundo año de carrera, cuando encontró un video del año 1998. Era del cantante ruso, Dmitri Hvorostovski, interpretando el aria, “Largo al factotum”, de la ópera, “Il Barbiere di Siviglia”. Dice que desde ese instante no paró más.

“Se me pararon los pelos y me pregunté si algún día yo podría hacer algo así. La música me para los pelos, siento que si un día no sintiera eso, ya no sería yo”.

Luego de ese encuentro, habló con profesores del Departamento de Música y lo recomendaron para obtener una beca con Pablo Castillo, cantante lírico y director del Instituto de Artes Musicales (IDAM), en Concepción.

Los planes personales y los planes de la vida

Ecografía de su hija a las 14 semanas de gestación. Imagen de Pablo Carrasco.

Paso a paso, ha estado construyendo su carrera profesional, sin dejar de lado la pedagogía ni su vida personal. Durante el 2023, supo que se convertiría en padre y en alguna medida, sus antiguos planes se vieron en la necesidad de ser modificados.    

Aun así, Pablo expresó que su punto de vista acerca de los proyectos en la vida, es saber que todo es modificable. Cualquier plan, de una u otra manera, puede hacerse funcionar.

“Todo tiene solución, ninguna de las cosas que nos pasen serán el fin del mundo, ni siquiera la muerte”.

Agregó que los objetivos en la vida y en la música, siempre son a largo plazo. La paternidad viene a sumarse a sus pasiones, “espero ser un buen papá”.  

Aunque no todo ha sido agradable, todo es digno de ser contado. Y a pesar de los dolores del camino, la vida se ha encargado de direccionar su recorrido a los mejores destinos.

Cuando el pez pica el anzuelo y el agua retoma su cauce

A pesar de todo lo difícil, Pablo reconoce que siempre ha podido encontrar las salidas de los laberintos a los que se ha visto enfrentado. En ningún momento ha dado por perdida su carrera musical ni sus intenciones de profesionalizarse en el canto, a pesar de ser una industria complicada en la provincia y en este país.

Si en algún momento ha tenido dudas, ha podido avanzar gracias a los aprendizajes adquiridos a lo largo de su infancia y el respaldo constante de su familia, para seguir construyendo la carrera de sus sueños.

El que canta su mal espanta y el que llora su mal empeora

En su brazo izquierdo lleva tatuada una frase, parte de la letra de una canción, en honor a su padre: “Sólo quisiera una última despedida”.

No cabe duda de que la música, las canciones y las lecciones que ha aprendido, marcaron desde su primera infancia lo que le esperaría para el futuro profesional.

Es evidente la conexión que hay entre su relación con la música y sus experiencias de vida, que le han permitido armarse de valor y tener la entereza necesaria para sortear los obstáculos del tiempo y del futuro.

Pablo cuenta que las enseñanzas que le dejó su crianza en el campo, forman una parte significativa dentro de sí, que le permite interpretar de manera más realista las obras que se le encomiendan.

La mañana del accidente, su papá le regaló un último consejo que marcaría su relación con el canto: “El que canta su mal espanta y el que llora su mal empeora”. Es por eso que, en la actualidad, Pablo pesca y canta, aunque próximamente se sumará a ese listado la temática de crianza. 

Y para entonces sus pasiones se habrán multiplicado a pescar, cantar; criar y amar. 

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