Hay una lista de cosas que demuestran lo innecesario que es atrasar el reloj en invierno.

Salir del trabajo o de la universidad a las seis de la tarde y que no exista rastros de sol en el cielo significa que es momento de ir a casa, ya que al oscurecer las calles se suelen volver inseguras. Hasta este punto llevamos dos problemas en un solo párrafo.

Como anocheció más temprano, probablemente hiciste menos cosas que cuando tenías el horario de verano. Si pensabas en sacar a pasear a tu perro o ir a tomar un helado al parque, puedes hacerlo, pero de noche. Si quieres no lo consideres un problema, aunque posiblemente sientas que no te enfocaste en tantas tareas como de costumbre y te sentirás inútil. Por lo tanto, ya tenemos tres inconvenientes.

Llegaste a tu vivienda sin absorber una gota de vitamina D proveniente del sol, elemento fundamental en la prevención de la depresión. Ahora que estás entre cuatro paredes, sin haber recibido luz solar y entumecido por las bajas temperaturas, vas a encender la calefacción para no morir congelado. ¡Sorpresa! A fin de mes tu boleta de electricidad se duplicará y la falta de este nutriente esencial te tiene en un estado de melancolía constante, cinco problemas que podrían evitarse si no existiera esta modificación.

Todas las acciones llevan a un resultado

En consecuencia, tienes menos dinero en tu bolsillo por culpa de los gastos mensuales en luz, tu salud mental está deteriorándose, y te persigue la sensación de que tus días hábiles ya no duran lo mismo que antes. En otras palabras, dejaste de percibirte como una persona productiva ¿sigues pensando que es bueno este cambio?

El horario de verano hace que sea más fácil mantener una vida social después del trabajo. Cuando oscurece tarde puedes aprovechar el día y salir sin sentirte inseguro, probablemente no pases tanto frío y las cuentas no te saldrán tan caras ¿qué mejor?