María Isabel Sepúlveda Cartagena: Un Ejemplo de Fortaleza y Compromiso

«Bajo el Cielo de Santiago» revela la vida extraordinaria de María Isabel Sepúlveda Cartagena, una mujer cuya travesía está marcada por el coraje, el amor y una determinación inquebrantable. Desde sus primeros días en la ciudad hasta los desafíos que enfrentó con valentía y gracia, su historia es un testimonio inspirador de la fuerza del espíritu humano.

En el bullicio de Santiago, donde las calles cuentan historias y las personas dejan huellas imborrables, María Isabel Sepúlveda Cartagena, una mujer cuya historia está impregnada de coraje, amor y una determinación inquebrantable, comparte con nosotros, en una conversación franca y llena de emociones, los momentos que han dado forma a su vida, desde sus primeros días hasta los desafíos que enfrentó con valentía y gracia.

«Nací en Santiago hace 53 años», comienza María Isabel con una sonrisa suave en el rostro. «Pero mi historia comienza de manera única. Cuando vine al mundo, mi madre biológica no estaba preparada para cuidarme, así que me dio en adopción.» Nacida el 15 de agosto de 1970, en el corazón de esta ciudad, Chabelita, como le dicen sus cercanos, ha tejido una red de conexiones y experiencias que han moldeado su vida de manera única y significativa.

«Si la vida te da limones, algunos te dirían haz limonada, pero yo haría pisco sour», María Isabel, cortesía.

Esta decisión marcó el comienzo de un viaje extraordinario para María, uno que la llevó a encontrar el amor y la seguridad en el seno de una familia que la eligió con todo su corazón. «Mis padres, María Cartagena y Carlos Sepúlveda, vinieron a buscarme y desde entonces mi vida se iluminó», comparte con gratitud.

La entrevistada creció rodeada de amor y apoyo, con su madre a su lado como un faro de amor y guía. «Mi madre fue mi mayor confidente, mi cómplice en la vida», reflexiona. «Todo lo que soy hoy, lo aprendí de ella: empatía, cariño, resiliencia, el deseo de ayudar a los demás. Su influencia en mi vida es incalculable».

Desde temprana edad, María Isabel se sumergió en el ritmo vibrante de Santiago, donde cada esquina era una oportunidad para aprender y crecer. Su viaje educativo estuvo marcado por desafíos y determinación. «Después de un inicio difícil en la escuela, encontré mi lugar en un colegio de monjas», rememora con una sonrisa. «Fue allí donde florecí y desarrollé mi pasión por aprender y crecer como persona».

Con el tiempo, María Isabel se convirtió en una empresaria exitosa, destacándose en el mundo del transporte. «Fue un desafío, pero siempre supe que podía lograrlo con el apoyo de mi familia y amigos», dice con orgullo.

Los desafíos de la vida

No obstante, la trayectoria de María Isabel no estuvo exenta de obstáculos. La enfermedad y la pérdida trajeron momentos de prueba, un enfrentamiento con el cáncer la llevó a repensar su enfoque de la vida. «Aprendí a valorar cada día como un regalo», contempla. «La vida es preciosa y debemos vivirla con gratitud y alegría».

En la actualidad su vida a vuelto a estar en marcha y una de las cosas que esta realizando es su nuevo trabajo en el aeropuerto de Santiago, María Isabel, cortesía.

Unas de las experiencias más difíciles de María Isabel fue el cuidado de su madre durante su batalla contra el Alzheimer. «Puse mi vida en pausa para estar a su lado», comparte con sinceridad. «Fueron años agotadores y dolorosos, pero lo hice con amor y compromiso. Ella siempre fue lo más importante para mí».

El viaje de María Isabel también la llevó a buscar sus raíces biológicas, un proceso lleno de emociones y descubrimientos. «Encontré a mi madre biológica en circunstancias que parecían sacadas de una película», comparte con asombro. «Fue un momento de sanación y aceptación, cerrando un ciclo».

A pesar de los desafíos, María Isabel encontró consuelo en el apoyo de su familia y amigos, especialmente de Lorena, quien estuvo a su lado en cada paso del camino. Juntas, encontraron fuerza en la camaradería y el amor compartido, un vínculo que solo se fortaleció con el tiempo.

Tras años de dedicación incansable, la etapa de María Isabel como cuidadora llegó a su fin con el fallecimiento de su madre. Aunque el dolor de la pérdida sigue siendo palpable, María Isabel encuentra alivio en el conocimiento de que hizo todo lo posible por brindarle comodidad y dignidad en sus últimos días.

Su vida actual

Hoy, María Isabel vive con gratitud y optimismo, sabiendo que cada suceso que enfrentó la hizo más fuerte y resiliente. «La vida es un regalo», dice con determinación. «Debemos abrazar cada momento, vivir con amor y alegría. Esa es la verdadera esencia de nuestra existencia, además como dice ese dicho popular al que tanto me gusta seguir si la vida te da limones, has limonada», de manera jocosa que muestra su personalidad alegre ella nos dice que en lugar de la bebida de limón ella haría pisco sour pero que se entiende a lo que quiere llegar.

«Muchas veces quise tirar la toalla, pero no lo hice y aquí estoy», María Isabel, cortesía.

Al despedirse, María Isabel deja una impresión duradera de fortaleza, amor y esperanza. Su historia es un recordatorio poderoso de que, incluso en los momentos más oscuros, la luz de la pasión y tenacidad puede guiar nuestro camino hacia adelante, rodeada de compañeros que se convertirían en amigos eternos. En medio de estos círculos sociales, se forjaron lazos profundos que resistirían la prueba del tiempo.

María Isabel continúa su camino con la misma determinación y compasión que la han caracterizado siempre, habla de sus momentos más tristes de sus incursiones actuales y dentro de su espiritualidad habla de lo cerca que esta de Dios. Actualmente sigue escribiendo su ser, trabajando en el aeropuerto de Santiago, viviendo en su casa de la infancia junto a su pareja, cuidando de sus animalitos, manteniendo la memoria de su propia madre.

Su historia es un testimonio de fuerza, amor y resiliencia, un faro de esperanza para todos los que enfrentan desafíos insondables. En ella, encontramos el verdadero significado de la palabra «valentía»: la capacidad de enfrentar la adversidad con gracia y salir más fuerte del otro lado.

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